Nombre del autor:Óscar

Pasión por la cerámica I. Shibakatsu

Pasión por la cerámica I. Permítanme ofrecerles, a través de esta serie de artículos que aquí da comienzo, una invitación a un viaje singular. Se trata de un recorrido atento y reflexivo por el mundo de la cerámica dedicada a la creación de macetas para bonsái; un arte sutil, a menudo silencioso, ejercido con la paciencia y el rigor de quienes entienden el oficio como una forma de vida, no como un simple medio. Muchos de los artesanos que hicieron las macetas que hoy podemos encontrar permanecen prácticamente desconocidos fuera de ciertos círculos especializados. En torno a sus nombres, cuando figuran, flotan la confusión, la desinformación o, peor aún, el olvido. Y, sin embargo, su labor encierra una belleza austera, una sabiduría ancestral que resiste —con dignidad y sin estridencias— el paso del tiempo y la indiferencia del mundo moderno. Entre otros propósitos, con estos textos, me gustaría rescatar del anonimato a esos artesanos. Rendirles homenaje a través de la palabra, del relato sereno y documentado, para que su legado —el de sus manos, sus hornos, sus formas— no desaparezca sin haber sido debidamente reconocido. Que su memoria, como la arcilla que trabajan, perdure. La palabra bonsái proviene de la unión de dos términos japoneses: bon, que significa “bandeja” o “recipiente”, y sai, que se traduce como “cultivar”. Esta etimología nos revela un principio esencial del arte del bonsái: la maceta no es un mero contenedor, sino una parte inseparable del conjunto artístico que conforman árbol y recipiente. Monumental bonsái centenario de carpe coreano, en estilo multitronco. Maceta japonesa antigua Kakuzan. Una obra maestra. Colección Laos Garden. Cuando un bonsái alcanza una edad avanzada y su apariencia refleja el paso del tiempo, la maceta debe ser un reflejo fiel de esa historia visual. No se trata solo de tamaño, forma o color, sino también de su carácter. Las macetas antiguas, marcadas por tonos apagados y pátinas que solo el paso de los años puede otorgar, evocan el concepto japonés de shubui: una estética refinada y discreta, que resalta la belleza de lo sobrio y lo simple, y que se funde de manera natural con los árboles más longevos. Este gusto por lo sencillo, lo imperfecto y lo envejecido es la esencia del wabi-sabi, una filosofía que impregna el arte del bonsái en su totalidad. Sin embargo, más allá de su valor estético, la maceta desempeña una función esencial en el cultivo del bonsái. Debe ser cuidadosamente diseñada para garantizar un drenaje adecuado, contar con orificios de anclaje eficaces y mantener un equilibrio armónico, tanto visual como físico, con el árbol. Es aquí donde las macetas de autor se convierten en piezas únicas, capaces de fusionar técnica y arte de manera excepcional. Cada una de ellas es un reflejo de la sensibilidad de su creador, un testimonio tangible de la maestría y la dedicación invertidas en su elaboración. A lo largo de esta serie de artículos, además de explorar los distintos autores dedicados al arte de las macetas para bonsái, abordaremos también algunas de las cuestiones más recurrentes relacionadas con ellas. Analizaremos los tipos de macetas más adecuados para cada estilo de bonsái, los criterios a seguir al momento de elegir la maceta ideal, su historia y la tradición de los hornos artesanales. Asimismo, profundizaremos en las regiones que han dado origen a diversos estilos, las características de sus pastas y esmaltes, y mucho más. Shibakatsu: El poder de la constancia Iniciamos esta serie, titulada Pasión por la cerámica, comenzando con especial énfasis en Shibakatsu, un taller cerámico y horno fundado en 1973 por Katsuichi Shibata, ceramista de renombre internacional, conocido por su extensa trayectoria en la fabricación de cerámica y por la dedicación que imprime en cada una de sus piezas. Shibakatsu nació en Tokoname, una villa japonesa famosa por su rica tradición cerámica, en la que se encontraba uno de los hornos más antiguos del país. Esta región ha sido un referente en la alfarería y la cerámica durante siglos. A los veinte años, Shibata decidió emprender su camino en este arte. Su objetivo inicial era crear macetas que pudieran ser utilizadas tanto por aquellos que se iniciaban en el mundo del bonsái como por los más experimentados. Hoy, cuatro décadas después, Shibata sigue sorprendiéndose al abrir el horno y descubrir el resultado de su trabajo: una constante mezcla de pasión, tradición y creatividad. Una imagen de Katsuichi Shibata en sus primeros años y algunos de los sellos distintivos que utiliza en sus cerámicas, los cuales reflejan la autenticidad y la tradición que caracterizan su trabajo. Horno y características de su trabajo El taller de Shibakatsu es un pequeño pero acogedor espacio, al que se accede a través de una zona abierta y al aire libre, donde el maestro dedica tiempo a cuidar algunas plantas y, por supuesto, varios bonsáis, siempre acompañados por sus propias macetas. Un discreto cartel en japonés revela la naturaleza de lo que se produce en su interior.  En las fotos: la entrada al taller del maestro, así como un momento capturado junto a Shibakatsu, quien tuvo la amabilidad de inmortalizar este encuentro junto a nosotros. Detalles de la entrada al taller que reflejan la sencillez única de este espacio creativo. Al entrar, se accede directamente a la zona de tienda: un espacio reducido que exhibe, en unas pocas estanterías, las últimas creaciones a la venta del maestro. Más allá de unas cortinas, en la trastienda, se encuentra el corazón del taller: su horno, donde cobra vida la cerámica que ha convertido a Shibakatsu en un referente. Estanterías en Shibakatsu.  Como mostramos, tuvimos el privilegio de conocer al Sr. Shibakatsu y adentrarnos en su taller. Un hombre ya de edad avanzada, de esos que no necesitan muchas palabras para transmitir, con su presencia, la intensidad de la pasión y la dedicación que pone en su trabajo. Su carisma, silencioso pero rotundo, se palpa en el aire, como si cada rincón de su taller hablara de él, de su vida, de su oficio. El lugar donde

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Plagas y enfermedades en los bonsáis

Plagas y enfermedades en los bonsáis Con frecuencia, nuestros clientes nos consultan acerca de las plagas y enfermedades que pueden afectar a sus bonsáis. En muchos casos, estos problemas son el reflejo de un cultivo inadecuado: una ubicación inapropiada, exceso o falta de luz solar, riegos mal gestionados, o desequilibrios en la nutrición del árbol. Un bonsái debilitado es siempre más vulnerable al ataque de plagas. Aunque un tratamiento puntual puede ayudar a superar la situación, lo fundamental es establecer unas buenas prácticas de cultivo como primera medida preventiva. No es raro encontrarse con árboles debilitados que, además, han sido tratados con productos inapropiados que han agravado el problema. Por ello, es esencial realizar un diagnóstico correcto antes de actuar. Conocer bien la causa es el primer paso para aplicar una solución efectiva. Otro error habitual consiste en utilizar varios productos al mismo tiempo con la esperanza de obtener resultados rápidos. Del mismo modo que no tomaríamos diferentes medicamentos para un simple dolor de cabeza, no deberíamos aplicar múltiples fitosanitarios sin entender su uso específico. La paciencia y el conocimiento del producto —cómo aplicarlo, en qué momento y en qué cantidad— son claves para un tratamiento eficaz. A menudo, quienes se inician en el mundo del bonsái encuentran dificultades para acceder a información clara sobre los tratamientos adecuados. A esto se suma el hecho de que muchos productos utilizados por profesionales con carnet de manipulador de productos fitosanitarios no están permitidos para el uso doméstico, según la normativa de la Unión Europea y la legislación española, lo que complica aún más la búsqueda de soluciones. Con esta serie de artículos sobre plagas y enfermedades queremos aclarar las dudas más comunes, facilitar la identificación de los problemas mediante descripciones e imágenes, y proponer tratamientos efectivos, incluyendo opciones aptas para el uso no profesional. Asimismo, explicaremos de forma sencilla conceptos como la dosificación de productos, ofreceremos pautas básicas para una aplicación segura —tanto para las plantas como para las personas—, y propondremos un calendario orientativo para el uso preventivo de los fitosanitarios.   Están aquí mucho antes que nosotros. Desde Laos Garden hacemos un llamado a la responsabilidad en el uso de productos fitosanitarios. Los insectos, protagonistas silenciosos del equilibrio ecológico, llevan habitando este planeta desde hace aproximadamente 480 millones de años. Están aquí mucho antes que nosotros. Su aparición coincide con la llegada de las primeras plantas a la superficie terrestre, en un tiempo en que la vida aún daba sus primeros pasos fuera del agua. Durante millones de años, insectos y plantas han evolucionado en un delicado equilibrio natural que los seres humanos, con nuestras prácticas agrícolas intensivas y el uso indiscriminado de pesticidas, hemos alterado profundamente. Reconocer esta historia compartida es también una invitación a actuar con respeto y prudencia: cuidar de nuestros bonsáis sin dañar el entorno que los hace posibles. La agricultura, surgida con la sedentarización en el Neolítico (entre el 5000 y el 3000 a.C.), ya presentaba desafíos con las plagas. Aunque no existen registros escritos hasta tiempos posteriores, sabemos que los egipcios, hacia el 1200 a.C., usaban plantas tóxicas como la cicuta o el acónito para combatirlas. Incluso en la Odisea, Homero describe cómo Ulises empleaba azufre encendido para fumigar. En la Roma clásica, Plinio el Viejo menciona el uso del eléboro como repelente de roedores e insectos. En definitiva, la lucha contra las plagas es tan antigua como la agricultura misma, aunque no fue hasta el siglo XX —con normativas como la de California en 1901— que comenzaron los primeros intentos de regular el uso de plaguicidas, aunque aún sin un enfoque ambiental. Con la llegada de la agricultura intensiva en los años 80 del siglo pasado, el uso de productos fitosanitarios se generalizó. Esta práctica, si bien efectiva, ha tenido un impacto ambiental que hoy en día obliga a reconsiderar nuestra forma de combatir las plagas. Las legislaciones actuales, tanto nacionales como internacionales, buscan proteger el entorno natural y restringen el uso de muchas sustancias. Por ello, en nuestros artículos incluiremos también alternativas ecológicas, eficaces y respetuosas con el medio ambiente. A continuación, te presentamos un índice con las plagas más comunes. (Haz clic en los títulos subrayados para acceder a cada sección). Insectos   Insectos. Ácaros  3d rendered illustration of dust mites. Llegó la hora de la araña roja (1ª parte) Hongos  Pear leaves in red dot. Gardener sprinkles diseased tree leaves against the fungus and pests. Insecticide fertilizer fruite Nematodos  Nematode roundworm stained under the phase contrast microscope Limacos  Spanish slug Arion vulgaris snail parasitizes on strawberry moving in the garden field, eating ripe fruit plant crops, lettuce. Virus y bacterias En próximas entradas ampliaremos de manera más detallada este listado ¿Te ha parecido útil esta entrada? Escribe tus comentario Creditos: Archivo Laos Garden. Licencia fotos: Adobe Stock Laos Garden.

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maceta tigre

El tigre en las macetas de bonsái

  El Tigre, en japonés Tora (虎), es un animal frecuentemente representado en el arte japonés desde tiempos inmemoriales, al menos desde el siglo VII. Como no puede ser de otra manera, también aparecen en las macetas de bonsái, tanto japonesas como chinas. En oriente los tigres se representan de distinta manera según el lugar de procedencia: En las pinturas chinas generalmente aparecen con cara redonda y plana, con enormes cuerpos y colas relativamente cortas. Representan la generosidad. Para los coreanos, los tigres son elementos que están muy cerca de los seres humanos y por lo general son glorificados. Los tigres en las pinturas de Corea del Sur pueden simbolizar la flexibilidad en la filosofía de vida. Los tigres no son autóctonos de Japón, pero estos poderosos felinos cautivaron tanto la imaginación japonesa que los primeros artistas produjeron innumerables pinturas de ellos a lo largo de su historia, la mayoría sin el beneficio de observaciones directas. Los primeros artistas japoneses seguían un precedente establecido en China, donde los tigres vagaban en gran número y lograron el simbolismo religioso y cosmológico. Hay una pintura típicamente japonesa muy reproducida: «El tigre que sale de una arboleda de bambú». Se utiliza una arboleda de bambú como fondo, estas ilustraciones son absolutamente diferentes de las pinturas del tigre de Corea, donde se utilizan generalmente árboles de pino como fondos. Tras la Reforma de la era Meiji, los tigres representados en las pinturas japonesas se volvieron feroces y bastante agresivas. Los tigres en pinturas japonesas pueden reflejar la individualidad y el espíritu Bushido, pero en general este animal representa la fuerza, el coraje, la elegancia y la longevidad. Además, según la tradición, los tigres alejarán las enfermedades, los espíritus dañinos y la mala suerte. El tigre y el dragón Según la mitología tradicional asiática.   Los tigres se identifican con el yin, el principio femenino, así como el otoño y el viento. El dragón, que representa el yang, se cree que crea nieblas y lluvia y se asocia con la primavera y el rejuvenecimiento. Es como enfrentar el cielo y la tierra. Tigres y dragones a veces se emparejan, ya que estas imágenes representan principios opuestos en la naturaleza. Las imágenes del dragón y el tigre en la cultura japonesa, están estrechamente vinculadas con las artes marciales. Se muestran como dos grandes rivales, dos poderosos luchadores. En este caso no son sin embargo diametralmente opuestos, sino figuras poderosas que emplean un enfoque diferente para lograr el mismo fin: la victoria. Cuando representan el yin y el yang, el dragón se suele colocar a la derecha y el tigre a la izquierda. De esta forma, se puede asegurar el equilibrio entre el viento y el agua y hacer posible un mundo pacífico. Como apuntábamos al comienzo del articulo hay diferencia entre las representaciones de los tigres según la procedencia dentro de Asia. Maceta japonesa del famoso autor de Tokoname Ikko. Edición limitada presentada en caja de madera (Kiribako). Pintada por Setsudo Kodou (Kodo).    

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La historia de las cajas japonesas “Kiribako”

La historia de las cajas japonesas “Kiribako” La tradición japonesa de emplear una caja para contener algo preciado es algo más que el simple hecho de proteger con material de embalaje. El misterio de lo que contiene oculto está ligado a la emoción humana. Como parte de su cultura, que se remonta a la antigüedad, numerosas fábulas desde Urashima Tarō *1 hasta Shita-kiri Suzume*2, hablan de una caja o contenedor como punto central en no pocos cuentos de hadas japoneses. *1 Urashima Tarō es el personaje protagonista de una leyenda que puede tener sus orígenes en el siglo VIII. Esta historia llama la atención porque se trata de posiblemente la primera vez que un texto relata un viaje en el tiempo. *2 Shita-kiri Suzume, traducido literalmente como «Gorrión de Lengua Cortada», es una historia tradicional, una leyenda japonesa que relata la historia de afable anciano, su tacaña esposa y un gorrión herido.   La cultura de las cajas de madera que han llegado hasta nuestros días, originalmente tenía una función religiosa y espiritual, comenzando con el almacenamiento de objetos rituales, generalmente budistas, traídos de China continental en el Período Nara. Esto dio lugar a estuches para escrituras y sutras budistas*3, contenedores para estolas de monje y estuches para rosarios, todos los cuales continúan hasta el día de hoy. *3 Los «sūtras» budistas son mayoritariamente discursos atribuidos a Buda o alguno de sus discípulos más próximos. Los Kiribakos y el té Al final del Período Muromachi, cuando las casas de té se popularizaron, aparecieron por primera vez en escena cajas hechas exclusivamente para el té y los instrumentos del té. Las cajas llegaron a fabricarse con características específicas relativas a cada tipo de recipiente. Las cajas de té se convirtieron tanto en un símbolo de calidad como de prueba de la originalidad de su contenido, sin dejar de lado su función original, la preservación y protección de los productos. Kiribako luego se convirtió en la corriente principal con la continua popularidad y el avance de la cultura del té. Actualmente existen cajas y contenedores con una infinidad de propósitos, además de las empleadas para la ceremonia del té, desde contenedores para guardar cuidadosamente objetos como instrumentos de oración budista, muebles, adornos, flores o piedras preciosas, hasta contenedores para cosas blandas, como ropa, alimentos o plantas. ¿De qué se hacen las cajas? Hay varios materiales con los que se confeccionan los kiribako, pero la madera es la estrella de todos ellos. Se emplean una variedad de maderas distintas como cedro, cáscara de arroz, morera, también madera introducida originalmente de China, incluido el palo de rosa y la madera de ébano. Pero la madera de paulownia se considera la más valorada. Esto se debe a que la paulownia es la madera más apropiada para una caja debido a sus características. La pauwlonia es ligera y esto es una gran ventaja tanto desde el punto de vista del transporte como de la protección. También es maleable y flexible. Debido a que es un material flexible, puede absorber impactos tanto del exterior como del interior y evitar daños. Aunque la caja llegase a sufrir impactos las abolladuras producidas se pueden arreglar humedeciendo ligeramente la madera. El árbol de Paulownia también tiene una gran cantidad de taninos, lo que le otorga capacidades insecticidas y fungicidas, un activo adicional para proteger su contenido. Sin embargo, el activo más valioso de los taninos es que protegen la madera contra el agua y, cuando se sumergen, la madera se hincha y sella el recipiente para que el agua no pueda entrar en el contenido. Esto fue especialmente importante dentro de la historia japonesa, donde los daños causados por el agua debido a los incendios o las fuertes lluvias y las inundaciones han sido una preocupación constante desde tiempos inmemoriales. Antes de que la madera de paulownia llegase a Japón, originalmente introducida desde China, se usaban otras maderas igualmente hermosas y resistentes, pero sin embargo débiles a los impactos y la deshidratación y propensas a agrietarse o dañarse con la variación de la humedad y las temperaturas de las cuatro fuertemente marcadas estaciones de Japón. Por lo tanto, la paulownia, que rara vez se combaba o deformaba, se convirtió en la madera dominante utilizada incluso en la construcción.

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Kirin el «unicornio» japonés

Kirin el “unicornio” japonés.   Todo aficionado al bonsái ha viajado, tiene intención o al menos el deseo de viajar a Japón en algún momento de su vida.   Aunque en España nos consideramos el país de la fiesta, un solo día en Japón es suficiente para darnos cuenta de que, en su gusto por las bebidas alcohólicas, incluso nos superan. La cerveza es muy consumida, aproximadamente 58 litros per cápita, realmente está lejos del mayor consumo comparado con otras bebidas alcohólicas.   Compite fuertemente con la cerveza el “happoshu”, que es una bebida “sparkling” o espumosa con bajo contenido de malta, que tiene como principal fortaleza su bajo precio. En España, a pesar de su indiscutible popularidad y de la fama de fiesta que hemos mencionado, el consumo de cerveza se encuentra por debajo de Japón, 50 litros anuales per cápita (cifras de 2020). Entre las cervezas más populares de Japón se encuentran las marcas Sapporo, Asahi y Kirin. La conocida cerveza de Kirin tiene un logo que puede sorprender, una especie de animal en llamas, se trata de un Kirin, que da nombre a la marca. KIRIN ICHIBAN Ichiban (一番) significa número 1. Este animal es un «yokai». Los yokai son criaturas sobrenaturales del folclore japonés. La palabra japonesa se compone de yo, que significa hechizar, y de kai, que significa extraño, y en concreto se trata de un Kami o una deidad.   Representación tradicional del Kirin chino en un fresco mural de un templo chino en Tailandia El Kirin se representa desde antiguo y aunque puede aparecer en pinturas de macetas y mesas para bonsái, no es el yokai más frecuentemente empleado, lo cual es extraño por lo que este ser representa. Aun así, es el objeto de este artículo que esperamos os guste. El Kirin es una de las criaturas más impresionantes y raras para un occidental. Para los habitantes del este de Asia es uno de los seres más poderosos jamás conocidos. Esta especie de animal ha sido venerada por los japoneses desde que se introdujo por los mitos y leyendas chinas, donde se le conoce como “Qilin”.   Con el tiempo las versiones chinas y japonesas dieron lugar a ligeras variaciones entre las variantes de las islas y las del continente. A menudo es considerado como un dios y debido a su pureza y bondad, se han empleado como símbolos tanto en tallas como en pinturas, también se emplean para representar justicia y sabiduría. Son presagios de buena suerte y se cree que su aparición es signo de la llegada de un hombre sabio o un líder. Con frecuencia sus imágenes adornan santuarios y templos. Se trata de un animal gentil, que al contrario de la mayoría de yokais, nunca se come a otros seres, ni tan siquiera pisa otro ser vivo por muy pequeño que este sea. Cuando camina parece que no llega a pisar la hierba. Es un ser tan bello como raro y al igual que pasa con el unicornio en la cultura occidental solo aparece en períodos de paz mundial. Aunque son totalmente pacíficos si se ven amenazados, tienen capacidad de reacción, pues son fuertes y veloces y expulsan fuego por la boca. En Japón también se llama Kirin a las jirafas. Los primeros japoneses que vieron jirafas, con su patrón de dibujo de su piel y prominencias en la cabeza, debieron quedar impactados viendo un parecido a las representaciones de Kirin. Esperamos disfrutar con todos vosotros de nuestra afición al bonsái y a la cultura y folklore japonés y si no es mucho pedir con una buena cerveza japonesa en la mano. Kanpai!!

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Conoce el abono Kioryoku Tamahi

Conoce el abono Kioryoku Tamahi El Kioryoku Tamahi es sin duda el abono artesanal para bonsái japonés más empleado en Japón. Es un abono sólido, orgánico y de liberación lenta que no está previamente fermentado, proceso por el cual tiene que pasar una vez lo has puesto en la maceta. Es una fuente de elementos nutritivos, que son aprovechables por los bonsáis después de que la materia orgánica de la que está compuesto ha sido descompuesta por los microorganismos, para lo cual necesitas mantenerlo constantemente húmedo. Si se utilizan cestas con musgo para ayudar a que se produzca este proceso, han de ser sin pincho, de las que se ponen boca abajo y la bola de Kioryoku queda en contacto directo con el suelo. Su composición es Nitrógeno 4, fósforo 2, potasio 1. Durante su uso y durante el almacenamiento, la superficie del  Kioryoku puede volverse blanca debido a la acción de las bacterias del fertilizante, si esto ocurre no hay ningún problema en usarlo. En Laos Garden disponemos de los siguientes formatos a la venta, tanto en bola grande como en bola pequeña: Tarrina de 300 mililitros. Cubo de 1 kilo. Saco de 2 kilos Saco de 4 kilos. Saco de 8 kilos. Ver abono Biogold Ver abono Green King Ver abono Tamahi Joy Gris Ver abono Hanagokoro

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Conoce el abono Tamahi Joy Agris

Conoce el abono Tamahi Joy Agris El famoso abono de la lata. La ya mítica lata de metal de este abono permite apilar y conservar su contenido fácilmente. El Joy Agris es un abono orgánico, no fermentado. Su uso también es muy frecuente en JapónComposición: N-5,3   P-4   K-1 No está fermentado, con lo cual, se debe mantener la bola constantemente húmeda para que se produzca este proceso, imprescindible, para que se puedan liberar los nutrientes que necesita el bonsái. Al igual que sucede con otros abonos no fermentados como el Hanagokoro y ya que en bonsái tendemos a usar sustratos completamente inertes, como la akadama, el Tamahi Joy Agris nos ayuda a mejorar la estructura del suelo, ya que el suelo es donde se almacena el agua y hace circular los nutrientes. En Laos Garden tenemos los siguientes formatos a la venta: Cubo de 1 kilo Lata de 8 kilos Ver abono Biogold Ver abono Green King Ver abono Hanagokoro Ver abono Kioryoku Tamahi

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Conoce el abono Hanagokoro

Conoce el abono Hanagokoro Es un abono sólido, orgánico y de liberación lenta ideal para usar en otoño.  No está fermentado, con lo cual, se debe mantener la bola constantemente húmeda para que se produzca este proceso, imprescindible, para que se puedan liberar los nutrientes que necesita el bonsái. Por este motivo es un abono recomendado para zonas húmedas y cálidas, ahí es suficiente con enterrar un poco las bolas; si en tu ciudad hay un clima muy seco puedes poner un poco de musgo encima para ayudar a la fermentación y no tienes que preocuparte si salen pequeñas larvas, es completamente normal. Ya que en bonsái tendemos a usar sustratos completamente inertes, como la akadama, el Hanagokoro nos ayuda a mejorar la estructura del suelo, ya que como su lema bien nos indica “el suelo es el poder de todo” donde se almacena el agua y hace circular los nutrientes Por su composición, nitrógeno 4, fósforo 5 y potasio 2, está especialmente indicado para la floración y el abonado de los bonsáis en otoño, produciendo un aumento considerable del sistema radicular de la planta. También puedes usarlo en primavera acompañado de un fertilizante líquido de crecimiento, como por ejemplo el Lombrico Primavera, A-micsur o Inicium.  En Laos Garden puedes encontrar Hanagokoro en los siguientes formatos: Tanto en grano grueso como en grano fino disponemos de los siguientes pesos: Cubo de 1 kilo. Bolsa de 1,8 kilos. Bolsa de 3 kilos. Bolsa de 5 kilos. Ver abono Biogold Ver abono Green King Ver abono Tamahi Joy Gris Ver abono Kioryoku Tamahi

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