FITOSANITARIOS

sedas araña Laos Garden

Llegó la hora de la araña roja (Segunda parte)

Llegó la hora de la araña roja (2ª parte) En el primer artículo dedicado a la araña roja abordamos cómo identificar estos diminutos ácaros y cuáles son los síntomas que presentan las plantas afectadas por su presencia. En esta nueva entrega profundizaremos en su ciclo reproductivo y exploraremos las distintas estrategias para controlar la plaga, incluyendo tanto tratamientos químicos como opciones ecológicas. Morfología y ciclo reproductivo Como mencionamos anteriormente, los ácaros son arácnidos de tamaño microscópico, que suelen medir entre 0,1 y 3 milímetros. Su coloración varía notablemente, influida tanto por su dieta como por las condiciones climáticas. Es posible encontrarlos en tonos rojizos o anaranjados, aunque también pueden ser pardos, verdes o amarillos. El cuerpo de estos diminutos animales se divide en dos partes: el gnatosoma, que corresponde a la cabeza, y el idiosoma, que agrupa el resto del cuerpo. En la zona cefálica se encuentran los quelíceros, unas estructuras que, en las especies fitófagas, se transforman en finos estiletes diseñados para perforar los tejidos vegetales y succionar sus jugos. Junto a los estiletes se sitúan los pedipalpos, apéndices con función sensorial que suplen la ausencia de antenas. Algunos ácaros también poseen ojos simples u ocelos, en número de hasta tres pares. En cuanto al cuerpo, presentan cuatro pares de patas, y muchas especies desarrollan glándulas especializadas capaces de secretar hilos de seda. Tipos de ácaros adultos. Ciclo reproductivo. El peligro de la araña roja La araña roja representa una amenaza significativa para los bonsáis, especialmente cuando la infestación alcanza niveles elevados. Al alimentarse del jugo celular extraído de las capas más superficiales de las hojas —ya que sus cortos estiletes no les permiten llegar a los vasos conductores— estos diminutos ácaros provocan un deterioro progresivo en la salud del árbol. El riesgo se intensifica en condiciones ambientales favorables para su desarrollo, es decir, cuando las temperaturas son elevadas y la humedad ambiental es baja. En este entorno, los ácaros se reproducen con gran rapidez y pueden dispersarse fácilmente de una planta a otra, transportados por el viento. Además, su saliva puede actuar como vector de virus perjudiciales, lo que representa un peligro añadido, especialmente en especies frutales. Ejemplar de pre-bonsái sano de Vitis Vinifera. Laos Garden Hoja de Vitis Vinifera afectada por Colomerus vitis. La especie Colomerus vitis, conocida como el ácaro de la vid, provoca en las hojas de la planta una característica inflamación que se manifiesta en forma de pequeñas ampollas. Estrategias para controlar la araña roja Eliminar una plaga de araña roja no siempre es tarea sencilla. Uno de los principales desafíos es que distintas fases del ciclo vital del ácaro suelen coincidir en el tiempo. Esto significa que, aunque apliquemos acaricidas y parezca que el problema ha desaparecido, los huevos no afectados pueden eclosionar más tarde y reiniciar la infestación, causando nuevos daños en nuestros bonsáis. Para contener la propagación, es crucial revisar los ejemplares cercanos y asegurarse de que estén libres de ácaros. Tal como explicamos en la primera parte de este artículo, existen métodos sencillos de detección que conviene aplicar de forma periódica. El uso de agua a presión puede servir como medida de apoyo, aunque rara vez es suficiente por sí sola, ya que no logra eliminar los huevos adheridos a las hojas. Por ello, será necesario recurrir a tratamientos específicos, que pueden ser tanto ecológicos como químicos, según el enfoque de cada cultivador y el grado de avance de la infestación. Opciones ecológicas para el control de la plaga SulfatoYdio azufre orgánico sistémico 1 l Laos Garden AZUFRE. Entre las opciones ecológicas para combatir la araña roja, el azufre destaca por ser una alternativa efectiva, limpia y respetuosa con el medio ambiente. Puede aplicarse en forma de polvo o disuelto en agua, siendo esta última presentación más recomendable por su mayor seguridad y facilidad de aplicación. El azufre actúa por contacto: al liberar ciertos gases, afecta el sistema respiratorio de los ácaros, provocando su muerte. No obstante, es importante tener precaución con su uso, especialmente en forma pulverulenta, ya que en determinadas condiciones —como la exposición directa al sol— puede causar quemaduras en las hojas del bonsái. Por ello, se recomienda aplicar el tratamiento en las horas más frescas del día, preferiblemente a primera hora de la mañana o al atardecer. JABÓN POTÁSICO. Son soluciones potásicas que en distintas concentraciones atacan a los ácaros sin dañar la planta ni el medio ambiente. Hay muchos en el mercado. ÁCAROS DEPREDADORES. En la actualidad, el uso de ácaros depredadores se ha consolidado como una estrategia eficaz y ecológica para el control de la araña roja. Una de las especies más utilizadas es Neoseiulus californicus, conocida por su capacidad para alimentarse de todas las fases del ciclo de vida del ácaro plaga. Estos depredadores se comercializan en pequeñas bolsas que se colocan colgadas directamente en el árbol afectado. Desde allí, los ácaros beneficiosos se dispersan de forma natural por el follaje en busca de su presa, ayudando a reducir la infestación de manera progresiva y sostenible. Germán Colmenares Junípero tratado con Neoseiulus californicus (ácaros depredadores de otros ácaros), ejemplar propiedad de Germán Colmenares. Desde hace ya un tiempo, tenemos la fortuna de contar en Laos Garden con la colaboración de Germán Colmenares, un excelente profesional y un apoyo fundamental en el manejo de plagas. Me gustaría hacer una breve pausa para destacar una muestra de su trabajo en uno de nuestros bonsáis. Una muestra del cuidado y la dedicación de Germán en Laos Garden, reflejada en este árbol antes y después de su intervención. Uso de acaricidas en el manejo de plagas Retomando el tema de la araña roja, pasamos ahora a los tratamientos químicos, que siguen siendo, en muchos casos, la opción más eficaz para controlar infestaciones avanzadas. Los acaricidas específicos ofrecen buenos resultados, aunque su uso requiere ciertas consideraciones importantes. En primer lugar, muchos de estos productos están sujetos a una regulación cada vez más estricta, y su adquisición y aplicación suelen requerir el carné de manipulador de productos fitosanitarios. Además,

Llegó la hora de la araña roja (Segunda parte) Leer más »

araña roja Laos Garden

Llegó la hora de la araña roja (Primera parte)

Llegó la hora de la araña roja (1ª parte) Las arañas que todos conocemos —esas que habitan en los rincones sombríos de nuestras casas y jardines, tejiendo finas telas para atrapar insectos— no representan una amenaza para nuestros bonsáis. De hecho, lejos de ser un problema, pueden convertirse en valiosas aliadas en el control natural de plagas, ayudando a mantener a raya poblaciones de insectos que, si se desbordan, sí podrían perjudicar nuestras plantas. Sin embargo, no todos los arácnidos juegan a nuestro favor. Existen otros miembros de este grupo, mucho más pequeños y discretos, que sí pueden comprometer seriamente la salud de nuestros árboles. Es el caso de ciertos ácaros, cuyas actividades pasan desapercibidas hasta que los síntomas en el bonsái ya son evidentes. Araña cazando insectos, son inofensivas para nuestros árboles. En los primeros módulos del curso de Técnico Especialista en Fitosanitarios se enfatiza la importancia de diferenciar correctamente los tipos de plagas, ya que una identificación errónea puede llevar a tratamientos ineficaces. Un ejemplo muy común es el de la araña roja, un ácaro que suele confundirse con insectos y, por tanto, muchas veces se combate erróneamente con insecticidas. Sin embargo, al tratarse de un arácnido, requiere el uso de acaricidas específicos para su control. Los ácaros forman parte del grupo de los arácnidos, junto con las arañas y los escorpiones. Son organismos extraordinariamente adaptables, presentes en prácticamente todos los ecosistemas imaginables: desde la tundra hasta los desiertos, pasando por selvas tropicales e incluso medios acuáticos. Aunque se han descrito cerca de 60.000 especies de ácaros, los expertos estiman que podrían existir hasta medio millón más aún no identificadas. Dentro de este vasto grupo, aquellos que nos interesan como plagas agrícolas pertenecen principalmente al suborden Actinedida. Estos ácaros pueden afectar diversas partes de las plantas, desde hojas y frutos hasta bulbos y raíces, comprometiendo su salud y rendimiento si no se controlan adecuadamente. Ácaros peligrosos para la salud de nuestros bonsáis. Las especies que más vemos en nuestros bonsáis: Araña roja de los cítricos: Panonychus citri. Araña roja de los frutales, también llamada de los olmos: Panonychus ulmi. Araña amarilla: Tetranychus sp. Araña parda: Bryobia sp. Araña del fresno: Eriophyes. Acaro de las maravillas: Aceria sheldoni. Cómo reconocer los daños causados por ácaros en los bonsáis Uno de los signos más característicos de un ataque de ácaros es la aparición de pequeños puntos amarillos en la superficie de las hojas. Esta mancha fina y dispersa le da al follaje un aspecto apagado y sin brillo, muy distinto al verdor saludable habitual. Cuando la plaga avanza sin control, el daño se extiende: las hojas pierden completamente su color, volviéndose de un amarillo uniforme, aunque en algunos casos los nervios centrales permanecen verdes. Con el tiempo, esta situación lleva a una pérdida masiva de hojas, debilitando seriamente la planta. Decoloración por picaduras de araña roja. Los juníperos infectados presentan un tono grisáceo y apagado en su follaje, y es frecuente encontrar finos hilos de seda entre sus ramas, una señal clara de la presencia de estos diminutos arácnidos. Aunque es posible ver las arañas adultas —especialmente en el envés de las hojas si se tiene buena vista—, para observar los huevos o identificar la especie con precisión, se necesita una lupa binocular. Sedas o telarañas de araña roja (Tetranychus urticae). Cuando la plaga aún no se ha manifestado de forma evidente, existe un método simple pero muy eficaz para detectar la presencia de ácaros en nuestros bonsáis. Solo necesitamos una hoja de papel blanco. Colócala bajo las ramas sospechosas y agítalas suavemente. Lo que caiga sobre el papel nos dará pistas valiosas. Si al observar con atención notamos pequeños puntos móviles o, al doblar el papel y frotar sus caras entre sí, aparecen pequeñas marcas en forma de estelas rojizas, amarillas o verdosas, es muy probable que estemos ante un caso temprano de araña roja. Este truco de detección precoz me lo enseñó hace casi veinte años Mario Komsta, maestro del bonsái reconocido por aficionados y expertos de todo el mundo. Desde entonces, se ha convertido en una herramienta indispensable en mis rutinas de revisión: sencilla, rápida y sorprendentemente efectiva. En frutales como los manzanos, los efectos de una infestación severa son muy evidentes: las hojas adquieren un color mate muy característico, y no es raro ver a simple vista pequeñas arañas rojas moviéndose con rapidez por la superficie foliar. Otro síntoma común, especialmente visible en brotes jóvenes, es la deformación de las hojas, que pueden curvarse o arrugarse, adquiriendo formas inusuales como la de una hoz. En ciertas especies de pino, los brotes más recientes pueden parecer «quemados», cuando en realidad se trata del resultado de un ataque de araña roja. Pinos infestados con ácaros de las maravillas. Archivo Laos Garden. En los últimos años, la presencia de ácaros en pinos se ha vuelto cada vez más habitual en la cuenca mediterránea, especialmente en Mallorca, y lamentablemente comienza a extenderse a nuevas regiones. El motivo es simple: se adapta con facilidad a climas cálidos, y con el aumento progresivo de las temperaturas, encuentra condiciones cada vez más favorables. Hablamos del conocido ácaro de las maravillas (Aceria sheldoni), un organismo microscópico que resulta invisible a simple vista, pero cuyas consecuencias pueden ser notables. Este ácaro vive y se alimenta en el interior de las yemas de los pinos, mostrando especial afinidad por el Pinus sylvestris. Su capacidad para pasar desapercibido y su localización tan específica hacen que, en muchas ocasiones, el diagnóstico llegue tarde, cuando el daño ya es evidente. De ahí la importancia de conocerlo y aprender a prevenir su avance. Hasta aquí llega nuestra entrega de hoy. En la próxima publicación profundizaremos en el ciclo reproductivo de los ácaros y abordaremos los métodos de control más utilizados, así como los tratamientos más eficaces para mantener a raya esta plaga. ¡No te la pierdas! Fitosanitarios en Laos Garden. Créditos:  Plagas y enfermedades de los bonsáis. Juli Pascual Lluís. Como combato la araña roja. Alfonso (Planeta Huerto).  Fotos insectos

Llegó la hora de la araña roja (Primera parte) Leer más »

cochinilla Laosgarden

Llegó la hora de la cochinilla

Llegó la hora de la cochinilla. Las cochinillas, esas diminutas «chupa-savias» que infestan nuestros bonsáis, son una de las plagas más frecuentes en este arte milenario. Se esconden con maestría entre las agujas de los pinos o se camuflan como rugosidades en la corteza del árbol, pasando desapercibidas ante ojos inexpertos. Algunas presentan formas curiosas, semejantes a la concha de un mejillón en miniatura, y al observarlas, uno duda si están vivas o muertas. Pertenecientes al extenso orden de los hemípteros, junto con pulgones y ciertas moscas blancas, la familia de las cochinillas (Coccoidea) abarca una multitud de especies. Por su modo de alimentación y reproducción, causan estragos en cultivos agrícolas y forestales, afectando también, potencialmente, a nuestros preciados bonsáis. Cochinilla de especie Icerya. Saissetia oleae o cochinilla del olivo. Estos pequeños invasores que se despliegan por el mundo entero, son una plaga silenciosa y persistente. Sus hembras, protegidas por escudetes y caparazones, dejan rastros visibles durante todo el año, especialmente en rincones resguardados de la lluvia y el viento. En el arte del bonsái, estas criaturas encuentran un paraíso particular, sobre todo en aquellos árboles cuya densa copa impide la adecuada circulación del aire. Es en esos refugios sombríos donde las cochinillas prosperan, convirtiendo el interior de la copa en un hábitat ideal para diversas especies. Estas plagas, aunque diminutas, representan una amenaza constante para la salud y estética de los bonsáis, requiriendo vigilancia y cuidado por parte de los cultivadores. Leucaspis sobre agujas de pino. En coníferas de escama como algunos tipos de juniperos se pueden confundir con un efecto fisiológico de estas plantas. Especies más frecuentes que amenazan nuestros bonsáis. Las cochinillas se presentan como minúsculos actores, generalmente de menos de 3 milímetros. Estas criaturas exhiben un marcado dimorfismo sexual que dificulta asociar al macho con la hembra de una misma especie. Las hembras, responsables de los daños en las plantas, poseen un caparazón aplanado resultado de la fusión de cabeza, tórax y abdomen. Se alimentan succionando la savia mediante estiletes largos que esconden en una bolsa llamada crumena. Algunas especies, conocidas como cochinillas algodonosas, segregan filamentos y ceras a través de glándulas. Los machos, alargados y con un par de alas y antenas, carecen de aparato bucal funcional y su función es exclusivamente reproductora. En una población de cochinillas, los machos son escasos y difíciles de encontrar. A continuación listamos las especies más frecuentes: Chrysomphalus sp. (piojo rojo). Icerya purchasi (cochinilla acanalada). Lepidosaphes juniperi (cochinilla del enebro). Leucapsis pini (cochinilla del pino). Planococcus citri (cochinilla algodonosa). Saissetia oleae (cochinilla negra del olivo). Cochinilla algodonosa, Planococcus ssp. ¿Qué síntomas podemos apreciar en un bonsái con cochinilla? Las cochinillas dejan tras de sí señales inconfundibles para el ojo atento. Sus caparazones y escudetes, aunque vacíos, delatan su presencia pasada, adheridos tenazmente a hojas y ramas, recordándonos que allí establecieron su morada. A diferencia de los pulgones, que muestran preferencia por las hojas jóvenes y tiernas, las cochinillas no discriminan: colonizan tanto hojas nuevas como viejas, e incluso se aventuran sobre coníferas de aguja o escama. Su actividad provoca la aparición de pequeñas manchas amarillas en las zonas donde se han asentado, ya sea en el haz o en el envés de las hojas. En el caso de las cochinillas algodonosas, las masas de individuos y los filamentos blanquecinos que producen son perfectamente visibles.  Las consecuencias para los bonsáis son el debilitamiento general.   ¿Qué podemos hacer? Como prevenir y combatir a las cochinillas. Tras la infestación de cochinilla llegan los efectos secundarios en forma de fumaginas y negrillas. Sobre todo en los lugares sombríos donde las hojas están más tupidas y hay menos circulación de aire. No es solo el daño inmediato lo que nos debe preocupar, sino las consecuencias insidiosas que se esconden tras cada picadura. Esas diminutas perforaciones, abiertas por los estiletes de los insectos, se convierten en puertas por las que la savia se escapa, dejando tras de sí rastros dulzones, melazas que, como miel envenenada, atraen a una legión de oportunistas: bacterias y hongos que encuentran en ellas el caldo perfecto para su proliferación. Su presencia se delata por el característico polvillo negro que cubre la superficie de las hojas, una capa de micelio y esporas que impide que la luz alcance el haz foliar. Este oscurecimiento no solo afecta la fotosíntesis, sino que también desfigura la estética de nuestras plantas Negrillas, fumaginas, negreo u hollín son algunos de estos hongos que pertenecen a géneros como Alternaria, Capnodium, Cladosporium. Las hojas, antes verdes y lozanas, se deforman y desarrollan agallas, señales inequívocas del daño infligido por ciertas especies de cochinillas. Estos insectos, al succionar la savia, debilitan la planta y la hacen más susceptible a otras enfermedades. Además, la melaza que secretan atrae a las hormigas, que ascienden por las ramas en busca de este dulce néctar, estableciendo una relación simbiótica que agrava aún más la situación, aunque este caso es más frecuente cuando la plaga es de pulgones.  Cada familia de cochinillas despliega estrategias de supervivencia dignas de la ciencia ficción. Las hembras de los diaspídidos, por ejemplo, erigen un escudo propio bajo el cual resguardan su puesta, una fortaleza que cuesta traspasar con los insecticidas más empleados. Por otro lado, las cóccidos utilizan su propio caparazón como baluarte, convirtiéndose en centinelas de su progenie. Y no olvidemos a las cochinillas algodonosas, de la familia Pseudocóccidos, que envuelven a su descendencia en una maraña de filamentos y ceras, creando un refugio tan etéreo como efectivo. La batalla contra los diaspídidos presenta sus propias complejidades. A menudo, nos encontramos ante la disyuntiva de si la cochinilla está viva o ha sucumbido. Si al intentar desprender el caparazón este cede con facilidad, exhibe una textura reseca y se fragmenta sin resistencia, podemos concluir que la cochinilla ha encontrado su fin. Sin embargo, su legado persiste, y la vigilancia constante se erige como nuestra mejor aliada en esta contienda silenciosa. En caso contrario, si el caparazón se desprende pero presenta un aspecto húmedo, la cochinilla está viva

Llegó la hora de la cochinilla Leer más »

Llegó la hora del pulgón

Ha llegado la hora del pulgón. Es una luminosa mañana de primavera. Te acercas con ilusión a revisar tus bonsáis y, de pronto, lo inesperado: los nuevos brotes están cubiertos de pequeñas formas verdes, negras o amarillas que devoran sin piedad las hojas más tiernas. Lo que ves no son simples «bolitas», sino pulgones: una de las plagas más comunes en el cultivo del bonsái. Muy pocas especies escapan a sus ataques, con excepción de algunas coníferas, especialmente las de hoja acicular como los enebros. La mayoría de las variedades utilizadas en bonsái —como manzanos, cítricos, arces y otros árboles de brotación suave— son vulnerables a estas diminutas criaturas, especialmente durante la primavera y el verano. Incluso en otoño, si los brotes siguen siendo tiernos, el riesgo persiste. A pesar de su pequeño tamaño, los pulgones son fáciles de identificar y se propagan con rapidez. Se agrupan en grandes colonias sobre las zonas más jóvenes y tiernas del árbol, pero por suerte, su control no suele presentar grandes complicaciones si se actúa con rapidez. ¿Qué efecto causan los pulgones en nuestros bonsáis?  Los pulgones se alimentan extrayendo la savia de los brotes jóvenes, lo que debilita significativamente al árbol. Las zonas afectadas pueden mostrar clorosis (amarilleamiento), pérdida de vigor e incluso deformaciones visibles. Una de las razones por las que esta plaga crece tan rápidamente es su modo de reproducción. Los pulgones se reproducen por partenogénesis: las hembras dan a luz directamente a nuevos individuos, sin necesidad de apareamiento previo. Esta forma de reproducción vivípara —sin intervención de huevos ni machos— permite que una sola hembra genere múltiples copias de sí misma en muy poco tiempo, lo que acelera la expansión de la plaga.  Lesiones provocadas por una plaga de pulgón. La reproducción partenogenética junto a la simbiosis de los pulgones con las hormigas convierten estos insectos en una plaga muy eficaz. Las hormigas se alimentan de la melaza segregada por los pulgones. Se podría decir que los pulgones son el “ganado” de las hormigas. Es usual cuando fumigas un árbol con estos insectos ver como las hormigas se llevan a los pulgones vivos a “pastar” a otro árbol con menos química. Características anatómicas y ciclo reproductivo. El tamaño de los pulgones está entre 1 y 3 mm; pueden ser de color verde, blanquecinos, amarillentos, marrones o negros. Esto se debe a que hay distintos géneros de pulgón, entre los que destacan los más conocidos o frecuentes: Aphis sp. (Pulgones verdes y negros) Cinara sp. (Llamado el pulgón de las coníferas) Eriosoma sp. (Pulgón lanígero) Myzus sp. (Pulgones verdes) Psylla oleae (Pulgón del olivo, color blanco)  Tipos de pulgones. Pueden tener el cuerpo alargado, aunque por lo general son globosos o redondeados. Su cuerpo, como el resto de los insectos, tiene tres partes bien diferenciadas: cabeza, tórax y abdomen. En la cabeza se encuentran los ojos y las antenas que sirven de órgano olfativo. Del tórax nacen tres pares de patas, son apéndices de los tres segmentos torácicos, el protórax, mesotórax y metatórax. Tórax y abdomen pueden estar recubiertos por una especie de pequeños “pelos” denominados quetas y en los pulgones lanígeros, existen unas glándulas que fabrican ceras pulverulentas y filamentosas que pueden cubrir parte o la totalidad del cuerpo.  Pulgón lanígero infectando una Pyracantha shrub branch. En la boca poseen un estilete con el que succionan la savia elaborada y al final del abdomen los pulgones tienen dos sifones, por donde expulsan sustancias de deshecho de la hemolinfa (el equivalente a nuestra sangre). La eficaz reproducción del pulgón es su arma secreta y claramente el motivo de que tengamos esta plaga cada primavera. Al final del invierno comienzan a eclosionar los huevos puestos el verano pasado y que se mantenían en estado de vida latente.  Puesta de huevos. Generalmente, durante toda la primavera y parte del verano se reproducen de manera vivípara (cuando las temperaturas superan los 30º y estas son continuadas dejan de reproducirse), después nos darán un respiro.  Reproducción partenogenética. Al final del otoño se produce una generación de machos, se aparean con las hembras y se produce una puesta de huevos que pasarán el nuevo invierno en estado de latencia para eclosionar nuevamente la próxima primavera. Hay que tener especial cuidado con las especies de pulgones que se instalan en las raíces o partes bajas de los tallos de los árboles, ya que son más difíciles de detectar .  Pulgones en las raíces. Los pulgones son capaces de producir agallas, estas agallas son son estructuras de tipo tumoral inducidas por la acción de los pulgones. Se trata de la respuesta del vegetal a la presencia del parásito con un crecimiento anómalo de tejido que intenta aislar el ataque. Este tejido de nueva formación adquiere formas muy variadas. Son muy características las agallas producidas por pulgón en olmos.  Agallas producidas por pulgón en hojas de olmo. Control de las plagas y tratamientos.  La aplicación de productos en invierno, como líquido de jin y ovicidas, pueden ayudar a que los huevos de pulgones no lleguen a eclosionar en primavera. Es importante actuar a las primeras evidencias de plantas infectadas, antes de que se extienda la plaga. Especialmente es importante revisar las plantas al principio de la primavera, ya que, como he comentado anteriormente, bien entrado el verano, con las altas temperaturas, cuando estás ya se dan de manera constante, o el endurecimiento de las hojas, las plagas de pulgón suelen ir desapareciendo o perdiendo su virulencia. Igualmente, cuando encontramos un bonsái infectado, es frecuente que tengamos más pulgón en las plantas cercanas. Tratamientos: La eliminación mecánica, con agua a presión, o con la aplicación de agua y alcohol al 50%, con un bastoncillo de algodón, podría ser suficiente si la plaga no está muy extendida. Tratamientos químicos: Los productos que presentamos a continuación son un ejemplo de los muchos que pueden encontrarse en el mercado. La mayor parte de los químicos son difícilmente adquiribles para el consumo doméstico, ya que son muy contaminantes y por lo general requieren de la presentación del carnet de

Llegó la hora del pulgón Leer más »

bonsái tratamientos fitosanitarios

Plagas y enfermedades en los bonsáis

Plagas y enfermedades en los bonsáis Con frecuencia, nuestros clientes nos consultan acerca de las plagas y enfermedades que pueden afectar a sus bonsáis. En muchos casos, estos problemas son el reflejo de un cultivo inadecuado: una ubicación inapropiada, exceso o falta de luz solar, riegos mal gestionados, o desequilibrios en la nutrición del árbol. Un bonsái debilitado es siempre más vulnerable al ataque de plagas. Aunque un tratamiento puntual puede ayudar a superar la situación, lo fundamental es establecer unas buenas prácticas de cultivo como primera medida preventiva. No es raro encontrarse con árboles debilitados que, además, han sido tratados con productos inapropiados que han agravado el problema. Por ello, es esencial realizar un diagnóstico correcto antes de actuar. Conocer bien la causa es el primer paso para aplicar una solución efectiva. Otro error habitual consiste en utilizar varios productos al mismo tiempo con la esperanza de obtener resultados rápidos. Del mismo modo que no tomaríamos diferentes medicamentos para un simple dolor de cabeza, no deberíamos aplicar múltiples fitosanitarios sin entender su uso específico. La paciencia y el conocimiento del producto —cómo aplicarlo, en qué momento y en qué cantidad— son claves para un tratamiento eficaz. A menudo, quienes se inician en el mundo del bonsái encuentran dificultades para acceder a información clara sobre los tratamientos adecuados. A esto se suma el hecho de que muchos productos utilizados por profesionales con carnet de manipulador de productos fitosanitarios no están permitidos para el uso doméstico, según la normativa de la Unión Europea y la legislación española, lo que complica aún más la búsqueda de soluciones. Con esta serie de artículos sobre plagas y enfermedades queremos aclarar las dudas más comunes, facilitar la identificación de los problemas mediante descripciones e imágenes, y proponer tratamientos efectivos, incluyendo opciones aptas para el uso no profesional. Asimismo, explicaremos de forma sencilla conceptos como la dosificación de productos, ofreceremos pautas básicas para una aplicación segura —tanto para las plantas como para las personas—, y propondremos un calendario orientativo para el uso preventivo de los fitosanitarios.   Están aquí mucho antes que nosotros. Desde Laos Garden hacemos un llamado a la responsabilidad en el uso de productos fitosanitarios. Los insectos, protagonistas silenciosos del equilibrio ecológico, llevan habitando este planeta desde hace aproximadamente 480 millones de años. Están aquí mucho antes que nosotros. Su aparición coincide con la llegada de las primeras plantas a la superficie terrestre, en un tiempo en que la vida aún daba sus primeros pasos fuera del agua. Durante millones de años, insectos y plantas han evolucionado en un delicado equilibrio natural que los seres humanos, con nuestras prácticas agrícolas intensivas y el uso indiscriminado de pesticidas, hemos alterado profundamente. Reconocer esta historia compartida es también una invitación a actuar con respeto y prudencia: cuidar de nuestros bonsáis sin dañar el entorno que los hace posibles. La agricultura, surgida con la sedentarización en el Neolítico (entre el 5000 y el 3000 a.C.), ya presentaba desafíos con las plagas. Aunque no existen registros escritos hasta tiempos posteriores, sabemos que los egipcios, hacia el 1200 a.C., usaban plantas tóxicas como la cicuta o el acónito para combatirlas. Incluso en la Odisea, Homero describe cómo Ulises empleaba azufre encendido para fumigar. En la Roma clásica, Plinio el Viejo menciona el uso del eléboro como repelente de roedores e insectos. En definitiva, la lucha contra las plagas es tan antigua como la agricultura misma, aunque no fue hasta el siglo XX —con normativas como la de California en 1901— que comenzaron los primeros intentos de regular el uso de plaguicidas, aunque aún sin un enfoque ambiental. Con la llegada de la agricultura intensiva en los años 80 del siglo pasado, el uso de productos fitosanitarios se generalizó. Esta práctica, si bien efectiva, ha tenido un impacto ambiental que hoy en día obliga a reconsiderar nuestra forma de combatir las plagas. Las legislaciones actuales, tanto nacionales como internacionales, buscan proteger el entorno natural y restringen el uso de muchas sustancias. Por ello, en nuestros artículos incluiremos también alternativas ecológicas, eficaces y respetuosas con el medio ambiente. A continuación, te presentamos un índice con las plagas más comunes. (Haz clic en los títulos subrayados para acceder a cada sección). Insectos   Insectos. Ácaros  3d rendered illustration of dust mites. Llegó la hora de la araña roja (1ª parte) Hongos  Pear leaves in red dot. Gardener sprinkles diseased tree leaves against the fungus and pests. Insecticide fertilizer fruite Nematodos  Nematode roundworm stained under the phase contrast microscope Limacos  Spanish slug Arion vulgaris snail parasitizes on strawberry moving in the garden field, eating ripe fruit plant crops, lettuce. Virus y bacterias En próximas entradas ampliaremos de manera más detallada este listado ¿Te ha parecido útil esta entrada? Escribe tus comentario Creditos: Archivo Laos Garden. Licencia fotos: Adobe Stock Laos Garden.

Plagas y enfermedades en los bonsáis Leer más »