
Bigei: el hombre tras el mito
En torno a Bigei circulan más de una anécdota incierta. Algunas nacen del desconocimiento, otras quizás por simple confusión. Lo han rebautizado, lo han retirado y hasta lo han dado por muerto… pero no: Bigei sigue activo y trabajando, tan vivo como sus piezas.
También se ha dicho que solo crea macetas completamente a mano o que se ha alejado por completo del torno. Ninguna de estas afirmaciones es del todo precisa. La realidad, como suele ocurrir, es mucho más interesante que la leyenda.
Y luego están las falsificaciones. Durante años —aunque ahora menos— no era raro encontrar en el mercado imitaciones burdas de sus macetas, piezas que intentaban aprovecharse de la fama del auténtico Bigei sin acercarse ni de lejos a su nivel.
En el artículo de hoy, nos adentramos en el taller de uno de los ceramistas más enigmáticos de Tokoname para arrojar algo de claridad sobre su figura. Hablamos de Bigei, o más correctamente, Hirata Atsushi (o Atsumi, según la transcripción), un nombre clave en la cerámica para bonsái. Aunque su obra es reconocida dentro y fuera de Japón, curiosamente no ostenta el título oficial de “maestro alfarero”. Y sin embargo, pocos tienen su huella tan presente en las estanterías de coleccionistas y amantes del bonsái.


Nacido el 25 de septiembre de 1939, Hirata creció en un hogar sencillo, hijo de un carpintero. Sin formación académica en cerámica, se convirtió en alfarero autodidacta, dejando que la curiosidad y la práctica lo guiaran. A los 19 años, en 1958, comenzó a trabajar el torno, y fue allí donde su vínculo con el barro tomó forma definitiva.
Una década más tarde, en 1969, empezó a desarrollar sus propias pastas cerámicas, explorando combinaciones que darían como resultado una firma inconfundible: superficies bruñidas y brillantes, con pátinas verdes profundas y vibrantes que parecen emerger directamente del paisaje.
Cada una de sus macetas está hecha a mano, o bien a molde de escayola con una atención artesanal que se percibe en cada detalle. Más que recipientes, sus piezas son pequeños mundos que hablan del oficio, la experimentación y una relación íntima con el material.



El fuego sigue encendido
Fue en 1975 cuando Bigei encendió por primera vez su propio horno. Tokoname vivía entonces uno de sus grandes momentos: la cerámica para bonsái florecía y el mercado era dinámico y local. En ese escenario, China no representaba una competencia real. La Revolución Cultural, iniciada por Mao Zedong en 1966, limitaba la producción artística y artesanal en el país, lo que mantuvo a sus ceramistas fuera del panorama internacional hasta finales de los años 70.
Pero con la apertura progresiva de China en los 80 y 90, la situación cambió radicalmente. Los talleres chinos regresaron al mercado global con una fuerza imparable: producción a gran escala, costes bajísimos y precios difíciles de igualar. La cerámica japonesa, incluida la de Tokoname, sintió el impacto. Muchos hornos tradicionales cerraron sus puertas, incapaces de competir.
Sin embargo, la historia no terminó ahí. Con el auge del bonsái en Europa y Estados Unidos, y gracias a proyectos como Laos Garden —que ayudó a dar visibilidad a estas macetas aún poco conocidas en Occidente—, Tokoname volvió a ser un nombre de peso. Durante las dos primeras décadas del siglo XXI, la demanda de cerámica japonesa renació con fuerza.
Hoy, la producción de Bigei es muy limitada. Se podría decir que está semi-retirado: trabaja a su ritmo, para sí mismo y para algunos amigos. Aun así, si tienes la suerte de visitar su taller, probablemente encuentres alguna pieza disponible. Aunque, siendo sinceros, es más fácil hallar su obra en manos de comerciantes locales. Y hay quienes sospechamos que Bigei sigue creando más de lo que admite. Porque cuando uno vive con el barro y el fuego tanto tiempo, es difícil apagar esa llama del todo.




Bigei mostrándonos algo de su trabajo
Su especialidad fueron las macetas de tamaño shohin y mame, casi siempre sin esmaltar, aunque también creó algunas piezas chuhin. Sus diseños destacan por una elegancia sobria: formas sencillas, pensadas para usarse, no solo para admirarse. Si quieres conocer más sobre los diferentes tamaños de macetas para bonsáis, puedes hacerlo en este enlace.


Pequeña maceta shohin imitando un trenzado de cesta. Medidas: 9,9 x 8,4 x 5 cm. Colección Laos Garden


Elegante maceta rectangular. Medidas: 24,4 x 19,4 x 6,1 cm. Colección Laos Garden


Preciosa maceta chuhin. Medidas: 32 x 32 x 6,2 cm. Colección Laos Garden
Si deseas profundizar en las características de estas arcillas y los distintos formatos de maceta, te invitamos a consultar los siguientes artículos:
Se jubiló hace años, pero volvió a la cerámica en el 2014, quizá a petición popular o para sacar unos yenes extra y compensar su jubilación. Tras su vuelta fabrica macetas mame y shohin, sin esmaltar, por lo que las esmaltadas y de piezas de otros tamaños suelen ser macetas más antiguas.





Pequeñas macetas esmaltadas de Bigei. Colores: oribe, ruri, kii y kinyo. Aproximadamente 12 centímetros. Colección LaosGarden
Junto a la cerámica y el bonsái, Bigei cuenta con otro hobby que a todos asombra y es que este autor es un fanático de la apicultura.
Se podría pensar que debido a este hobby, Bigei vive bastante apartado, en el campo, no en vano para visitar su taller hace falta ir en coche desde Tokoname. Pero lo cierto es, según nos contaron, que no le agradan demasiado las visitas, ni la gente en general. No suelen ir comerciantes ni clientes, pero nuestra amiga le conoce y con nosotros fue más que agradable.

La importancia de la miel en Japón
El propio Bigei nos enseñó un bote donde tenía un liquido alcohólico, tipo orujo, con una abeja reina en su interior. Decía que su salud física se debía a que todos los días bebía un poco de aquel brebaje. No sé si realmente esta es la razón de su magnifica condición física, pero lo que es a todas luces cierto, es que su apariencia es envidiable para su edad. Nos adentró un poco en su hobby y lo que la miel significa para él y los japoneses en general. Nos resultó más que interesante.
Japón es el primer país importador de alimentos del mundo, con una tasa de autoabastecimiento del 30%. Posee una población aproximadamente de más de 128 mil millones de habitantes con un ingreso promedio superior a los 35 mil dólares.

Las abejas melíferas japonesas.



Marcos de madera colocados en cajas, proporcionan a las abejas japonesas el lugar perfecto para hacer una colmena.
Otra de las diferencias de las abejas japonesas con las occidentales, es que estas últimas pueden ser incentivadas a recoger néctar de un solo tipo de flor, ya que son más fáciles de manejar, y el resultado es una miel «monofloral» mientras que el néctar que recogen las abejas melíferas, es de diferentes flores, por lo que la materia prima que se elabora es «multifloral».

Cómo son abejas silvestres, cuándo no hay néctar cerca toda la colonia abandona la colmena
Otra de las diferencias es que las abejas japonesas son más pequeñas y más oscuras, algo que no las impide tener una estrategia sorprendente contra los depredadores, en concreto contra su gran enemigo, el avispón gigante del norte.
Por un lado, pueden emitir un zumbido coordinado aterrador, que les repele, y por otro, si esto no funciona, y el avispón logra entrar en la colmena, cientos de abejas obreras, le envolverán rápidamente, y morirá, gracias a que las abejas vibran y elevan su temperatura, por lo que le asfixian.
Algo sorprendente, que rara vez se puede ver en las abejas occidentales.



Existen numerosos documentos del siglo XIX, incluso alguna leyenda que describe la apicultura en Japón. Cómo parte de la modernización en el país, se introdujeron abejas de Estados Unidos, y la apicultura se industrializó, algo que hizo que la parte comercial, debido a la dificultad que mencionamos, se centrara en las abejas occidentales.
Sin embargo, criar las abejas melíferas en Japón, es un pasatiempo cada vez más popular. y nuestro «artista invitado» de hoy es un claro ejemplo de que la tradición sigue más que viva.
Volviendo a la cerámica, vamos a ver un poco de la obra de este fabuloso artesano, poniendo como ejemplo algunas de sus piezas de nuestra colección. A parte de las anteriormente comentadas, Bigei produce algunas macetas con hermosos grabados de paisajes, tallas y trabajos en relieve. No en vano Bigei (美芸)(びげい) viene a significar algo así como belleza, y está claro que se hace honor al nombre.



Maceta hexagonal con decoración incisa. Medidas: 15,4 x 13,6 x 7,8 cm. Colección LaosGarden


Pequeña maceta con relieve imitando una cesta. Medidas: 10 x 8,2 x 3,6 cm. Colección LaosGarden


Maceta con una espectacular decoración en relieve. Archivo LaosGarden
Como comentábamos al principio del artículo, sus piezas son muy admiradas por sus pastas shudei y shidei, es decir purpuras y rojizas, por sus acabados bruñidos de “piel de cuero” y por las patinas que adquieren con el tiempo.

Las macetas más raras de Bigei están firmadas, no con uno de sus sellos habituales, sino con una firma que dice «山水 作» – «San Sui lo hizo»; «San» significa montaña, y «Sui» significa agua. Son macetas pintadas por Bigei y el nombre de la firma hace referencia a las escenas de agua y montaña representadas en estas macetas.




Durante años Bigei fabricó para determinados viveros que estamparon sus sellos junto al del artista y también liga su firma o sello a eventos conmemorativos. Hoy en día estas macetas con varios sellos son buscadas por los coleccionistas.

Otro tema recurrente en las macetas de Bigei son los demonios, denominados en Japón “Oni”. Son criaturas “yokai”, pertenecientes al folclore japonés, que sin embargo guardan algunas similitudes con los demonios occidentales. Son constantemente representados en el arte, la literatura y el teatro japonés. Se realizan máscaras de «oni» que simbolizan esta creencia folclórica en el mundo espiritual y como no, se representan en cerámicas de todo tipo y por supuesto en las macetas de bonsái.

Una de las maceta más curiosas de Bigei es una diminuta pieza mame con cara de un demonio. Bigei copió el diseño de una botella de Sake. Es una de sus macetas más pequeñas.


Pequeña maceta de 4 centímetros de diámetro. Archivo LaosGarden
Y otro claro ejemplo está en la maceta de Bigei más grande que jamás he visto. Se trata de una magnifica pieza con dragones en relieve, una autentica obra maestra. Las patas de la maceta son formadas por máscaras de demonios “oni”, y como no podía ser de otra manera, esta obra se vino conmigo a Madrid, a pesar de su precio.





Medidas: 33 centímetros de diámetro por 23,5 centímetros de altura. De nuevo aparece el símbolo del trueno, bastante recurrente en las piezas de Bigei


Esperamos que, como nosotros, hayáis disfrutado de este autor que se cuenta entre los favoritos de muchos entusiastas de la cerámica de bonsái e igualmente haber contribuido, con nuestro pequeño grano de arena, a esclarecer las dudas que sobrevuelan alrededor de Bigei.
Creditos: Archivo y colección LaosGarden. Fotos Japón: Antonio Richardo. Técnicas del bonsai II. John Naka y red.
Macetas de Bigei a la venta en LaosGarden
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