CERÁMICA

Portada Koho Kakuzan Laos Garden

Pasión por la cerámica XIV. Koho Watanabe del horno Kakuzan.

Kakuzan. Koho Watanabe: el legado continua La semana pasada exploramos la figura de Watanabe Kakuyuki y el legado de Kakuzan, ese mítico horno de Tokoname que guarda entre sus paredes siglos de historia. Hoy, el viaje continúa: nos adentramos en el presente y el porvenir de Kakuzan de la mano de Koji o Koho Watanabe, y seguimos desentrañando la fascinante evolución de las macetas de bonsái, esta vez con rumbo claro hacia Japón. El Señor Koho Watanabe. Horno Kakuzan. Koji Watanabe representa la quinta generación de la familia Kakuzan (角山) y, junto a su padre, dirige actualmente el histórico horno. También es conocido por el nombre artístico de Koho (幸峰). Su nombre real es Ishinokura Sekisyu, aunque en algunas fuentes aparece transcrito como Tsunoyama Tonoso. Detalle a la entrada del horno Kakuzan. ¿León de Foo? Con Koho Watanabe en Kakuzan Toen. Tokoname. En esta última visita, padre e hijo nos recibieron con una sonrisa y amablemente nos enseñaron todos los rincones de su taller-escuela. Koji aprendió alfarería de mano de su padre, como este lo hizo del suyo y así cada generación anterior ha ido trasmitiendo el conocimiento de este horno que se remonta a 1887. Actualmente ambos centran su producción en las macetas para bonsái. El gran horno de Kakuzan Toen. Piezas en bizcochado y esmaltadas preparadas para cocer. Cargando el horno. Detalle de los moldes de dragones de Koho Watanabe. Una primera mirada a su excelente trabajo Koho estudió artesanía tradicional y sus primeros trabajos son de manufactura parecida a los de su padre. Líneas suaves, tamaños y colores de gran usabilidad. Exquisita maceta sin esmaltar Kakuzan, obra del maestro Koho Watanabe. Elaborada en pastas rojizas, destaca por sus líneas rectas, superficies pulidas y bordes finamente biselados. Sus dimensiones: 47,2 x 33,7 x 9 cm. Una joya perteneciente a la colección Laos Garden. Si deseas profundizar en las características de estas arcillas y los distintos formatos de maceta, te invitamos a consultar los siguientes artículos: Las pastas en las macetas de bonsái (1ª parte) Las pastas en las macetas de bonsái (2ª parte) Las pastas en las macetas de bonsái (3ª parte) Sofisticada maceta de Koho Watanabe, esmaltada en un profundo azul «ruri» que acentúa su presencia serena y refinada. Al igual que en el ejemplo anterior, su diseño se basa en líneas limpias y superficies lisas, que encuentran un contraste sutil pero contundente en los cantos biselados, esta vez con una definición más marcada y audaz. Esta pieza nos acompaña desde hace más de 15 años, lo que nos lleva a pensar que se trata de una de las primeras creaciones del artista.Medidas: 45,8 × 32,7 × 6,2 cmColección: Laos Garden Para profundizar en el tema de los esmaltes: Los esmaltes en las macetas de bonsái I Los esmaltes en las macetas de bonsái II Los esmaltes clásicos en el taller de Yamafusa Los esmaltes clásicos en el taller de Koyo Toen La evolución de los esmaltes de la casa Yoshimura Shuuhou Un vistazo al taller El taller-escuela de Kakuzan es un verdadero referente en Tokoname. Allí no solo se crean piezas con maestría, sino que también se cultiva un saber ancestral que se transmite con pasión. En sus salas, colmadas de tornos alfareros, numerosos estudiantes se forman semana tras semana, aprendiendo a dominar el barro hasta que deja de tener secretos. Las nuevas generaciones de la familia, profundamente comprometidas con este legado, también participan con entusiasmo en el crecimiento de esta empresa familiar. Cuadros, títulos, premios o recortes de prensa se mezclan con centenares de utensilios y macetas terminadas o en proceso. Desde hace años, Koho y especialmente Kakuyuki, aparecen en prensa y revistas especializadas. También son requeridos para exhibiciones y demostraciones en ferias y congresos de bonsái.   Una vida entregada con pasión a la creación y difusión de este arte ancestral Tanto Kakuyuki como Koho han recorrido el mundo compartiendo su arte, participando en exposiciones y dejando huella en numerosas convenciones de bonsái. En más de una ocasión he tenido la fortuna de reencontrarme con ellos, y cada encuentro ha sido un verdadero privilegio. Junto a Koho e Hidemi Katahoka, del horno Yoshimura Shuuhou, durante la exhibición de ceramistas de Tokoname que tuvo lugar en 2018 en Noelanders Trophy, Bélgica. Artículo sobre Kakuyuki Watanabe y Katsushi Kataoka de Reiho. Por Jean-Michel Singer. Revista Bonsai Esprit Y con ellos, el rugido de los dragones. Desde hace algunos años, Koho crea macetas ornamentadas con exquisitos relieves de dragones, auténticas obras que evocan la majestuosidad de tiempos pasados. Inspiradas en piezas antiguas provenientes de China, estas creaciones encontraron gran popularidad en Japón, donde fueron ampliamente utilizadas y reinterpretadas. Conocidas como Tatsu-maki, o “dragón al viento”, estas macetas reflejan una tradición artística que alcanzó un alto nivel de expresión en talleres como el célebre Izumi-Ya, en Tokoname, reconocido por su maestría en este tipo de relieves.   Maceta y detalle de una pieza semicascada realizada por Koho Watanabe, Kakuzan. Pasta rojiza Tokoname «shu-dei», labio abierto y patas de nube. Decoración en relieve de  dragón descendiendo «Kudari-ryu». Medidas: 10,8 centímetros de diámetro por 9,6 centímetros de altura. Colección Laos Garden. Maceta y detalle de otra pieza semicascada, hecha por Kohi Watanabe, Kakuzan. Pasta grisácea «wu-dei», con patas de nube. Decoración en relieve de  dragón escalando «Nobori-ryu». Medidas: 12,3 centímetros de diámetro por 12,3 centímetros de altura. Colección Laos Garden. Macetas de Kakuzan en Laos Garden, año 2017. En la primera imagen destacan un par de piezas del maestro Koho Watanabe, incluida la emblemática bandeja mencionada anteriormente. ¡Nos acompaña desde hace más de quince años! También pueden apreciarse imponentes macetas de más de 70 cm, elaboradas con la distintiva pasta grisácea Haiiro no doro por Kakuyuki Watanabe. Como broche final, Koho y Kakuyuki nos presentaron con orgullo a quien será la sexta generación del legendario horno: una joven promesa que ya deja entrever su talento.Pasado, presente y futuro de este mítico linaje ceramista quedaron inmortalizados en algunas fotografías que hoy conservamos como verdaderos tesoros. ¿Dónde adquirir macetas Kakuzan? Laos Garden

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Portada Watanabe Kakuzan Laos Garden

Pasión por la cerámica XIII. Watanabe Kakuyuki del horno Kakuzan.  

Kakuzan: una forma de hacer, un legado que perdura Ya hemos hablado en otros artículos sobre el fascinante viaje de las macetas para bonsái: su origen en la antigua China y su evolución a lo largo del tiempo. Hoy queremos centrarnos en un horno que representa a la perfección la tradición cerámica de Tokoname y su transmisión generacional: Kakuzan Toen (角山陶苑). Kakuzan no es solo un taller; es una auténtica escuela donde el saber hacer se comparte con las nuevas generaciones. Fundado en 1887, este horno centenario está actualmente dirigido por Watanabe Kakuyuki (盆栽鉢製造), la cuarta generación de la familia y el primero en dedicarse exclusivamente a la creación de macetas para bonsái. Nacido en 1949, Kakuyuki ha sido reconocido como maestro artesano ceramista por la Asociación de Promoción de la Industria de la Artesanía Tradicional. En Kakuzan, el conocimiento no se guarda: se transmite. Su padre, Yukio —tercera generación del linaje— fue quien lo formó, y hoy Kakuyuki continúa la tradición enseñando a su hijo… y también a sus nietos. Watanabe Kakuyuki en su juventud. En 1968, recién graduado de la sección de cerámica de la escuela secundaria de Tokoname, Kakuyuki se incorporó a una fábrica local, donde se formó en profundidad en técnicas de alfarería y llegó a supervisar la producción. La empresa se llamaba Datta Watakaku Seitou, conocida también como Watakado, y en aquel entonces era una de las compañías cerámicas más grandes e influyentes de Tokoname. En sus inicios, Watakado se dedicaba principalmente a la producción industrial de macetas en grandes volúmenes. Sin embargo, con el paso del tiempo, comenzó a integrar piezas hechas a mano, auténticos trabajos artesanales de alta calidad que, poco a poco, fueron ganando prestigio hasta convertirse en una de las señas de identidad del taller. A las puertas de Kakuzan Toen. A partir de 1983, Kakuyuki centró su trabajo en las macetas esmaltadas, perfeccionando una técnica que, con el tiempo, se convirtió en sello distintivo de su firma. Más adelante incorporó también la producción de macetas sin esmaltar, y hoy en día crea con igual destreza ambos estilos: piezas de líneas sobrias, corte clásico y una elegancia discreta que las hace altamente funcionales. Para él, la cerámica no guarda secretos. Su dominio del oficio le permite incluso modelar macetas de gran formato, que cuece en su imponente horno con la misma precisión que aplica a las piezas más pequeñas. Antigua maceta ovalada esmaltada en azul claro o azul de bebé «Kin» o «kinyo», Con una preciosa pátina, esta maceta se hizo a mano por Watanabe Kakuyuki. Medidas: 49,5 x 41,7 x 10,2 cm. Colección Laos Garden Una elegante y formal maceta para bonsái rectangular con un esmalte en crema con un sutil jaspeado. Medidas: 46,5 x 32,5 x 9 cm.  Colección Laos Garden. Para profundizar en el tema de los esmaltes: Los esmaltes en las macetas de bonsái I Los esmaltes en las macetas de bonsái II Los esmaltes clásicos en el taller de Yamafusa Los esmaltes clásicos en el taller de Koyo Toen La evolución de los esmaltes de la casa Yoshimura Shuuhou Kakuyuki trabaja con una gran variedad de arcillas, entre ellas la Tokoname-Udei, una pasta rojiza que se inscribe dentro de los estilos tradicionales shi-dei y shu-dei. Para las macetas de gran formato, sin embargo, recurre a un tipo de arcilla distinta: la Shouwa-dei, también conocida como haiiro no doro. Se trata de una pasta grisácea de origen chino que él mismo ha perfeccionado, añadiéndole una chamota especial que aporta mayor dureza y resistencia a la mezcla final. Todas estas arcillas destacan por su alta calidad y confieren a las piezas una gran durabilidad, algo fundamental en el mundo del bonsái. En cuanto a la técnica, el trabajo de Kakuyuki es sencillamente impecable: tanto la ejecución como el acabado de cada pieza reflejan un dominio absoluto del oficio. Y si bien sus macetas de gran tamaño son imponentes por su volumen y peso, también lo son por la precisión con la que están hechas. En próximos artículos hablaremos con más detalle sobre las dimensiones y proporciones de estas piezas excepcionales. Si quieres conocer más sobre los diferentes tamaños de macetas para bonsáis, puedes hacerlo en este enlace. Elegante maceta cuadrada de pasta grisácea, hecha a mano por Watanabe Kakuyuki. Medidas: 47,5 x 47,4 x 16,3 cm. Colección LaosGarden. En la siguiente foto se aprecia en detalle la chamota empleada. Maceta para bonsái de gran formato: 49,5 x 41,7 x 10 cm. La pasta rojiza es típica de la casa. Colección Laos Garden.  Si deseas profundizar en las características de estas arcillas y los distintos formatos de maceta, te invitamos a consultar los siguientes artículos: Las pastas en las macetas de bonsái (1ª parte) Las pastas en las macetas de bonsái (2ª parte) Las pastas en las macetas de bonsái (3ª parte) Kakuyuki trabaja en la planta superior del taller, mientras que en la planta baja se encuentra la escuela de cerámica, donde su hijo Koho y otros miembros de la familia continúan la labor diaria y formativa del horno. En el próximo artículo, en el que seguiremos explorando la historia de Kakuzan, hablaremos también de su presente y su futuro: Koho Watanabe, heredero natural de este legado cerámico. Plancha con algunos de los sellos más habituales de Watanabe Kakuyuki. Hace ya bastantes años, tuve la oportunidad de preguntarle personalmente por un sello en particular: una pequeña flor, como la que aparece en esta plancha. Con la amabilidad que lo caracteriza, me explicó que solo la estampaba en aquellas piezas con las que se sentía especialmente satisfecho. Desde entonces, he reunido una buena colección de estas delicadas flores incisas, de las que hablaré con más detalle en próximos artículos. Macetas en proceso de Koho Watanabe. Tornos de alfarero de la escuela Kakuzan. Pastas cerámicas recién llegadas al taller. Trabajo en proceso del señor Kakuyuki en el momento de nuestra última visita. Con el maestro Kakuyuki en su taller. Créditos:Fotografía Japón: Antonio RichardoTokoname.jpTécnicas del bonsái: John Naka  Archivo: Laos Garden

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Pasión por la cerámica XII: Bigei y cultura japonesa. Apicultura.

Bigei en su juventud y sellos más frecuentes Bigei: el hombre tras el mito En torno a Bigei circulan más de una anécdota incierta. Algunas nacen del desconocimiento, otras quizás por simple confusión. Lo han rebautizado, lo han retirado y hasta lo han dado por muerto… pero no: Bigei sigue activo y trabajando, tan vivo como sus piezas. También se ha dicho que solo crea macetas completamente a mano o que se ha alejado por completo del torno. Ninguna de estas afirmaciones es del todo precisa. La realidad, como suele ocurrir, es mucho más interesante que la leyenda. Y luego están las falsificaciones. Durante años —aunque ahora menos— no era raro encontrar en el mercado imitaciones burdas de sus macetas, piezas que intentaban aprovecharse de la fama del auténtico Bigei sin acercarse ni de lejos a su nivel. En el artículo de hoy, nos adentramos en el taller de uno de los ceramistas más enigmáticos de Tokoname para arrojar algo de claridad sobre su figura. Hablamos de Bigei, o más correctamente, Hirata Atsushi (o Atsumi, según la transcripción), un nombre clave en la cerámica para bonsái. Aunque su obra es reconocida dentro y fuera de Japón, curiosamente no ostenta el título oficial de “maestro alfarero”. Y sin embargo, pocos tienen su huella tan presente en las estanterías de coleccionistas y amantes del bonsái. Con el maestro en su taller. A las puertas del taller. Nacido el 25 de septiembre de 1939, Hirata creció en un hogar sencillo, hijo de un carpintero. Sin formación académica en cerámica, se convirtió en alfarero autodidacta, dejando que la curiosidad y la práctica lo guiaran. A los 19 años, en 1958, comenzó a trabajar el torno, y fue allí donde su vínculo con el barro tomó forma definitiva. Una década más tarde, en 1969, empezó a desarrollar sus propias pastas cerámicas, explorando combinaciones que darían como resultado una firma inconfundible: superficies bruñidas y brillantes, con pátinas verdes profundas y vibrantes que parecen emerger directamente del paisaje. Cada una de sus macetas está hecha a mano, o bien a molde de escayola con una atención artesanal que se percibe en cada detalle. Más que recipientes, sus piezas son pequeños mundos que hablan del oficio, la experimentación y una relación íntima con el material. Moldes de escayola y preparación de alguna maceta El fuego sigue encendido Fue en 1975 cuando Bigei encendió por primera vez su propio horno. Tokoname vivía entonces uno de sus grandes momentos: la cerámica para bonsái florecía y el mercado era dinámico y local. En ese escenario, China no representaba una competencia real. La Revolución Cultural, iniciada por Mao Zedong en 1966, limitaba la producción artística y artesanal en el país, lo que mantuvo a sus ceramistas fuera del panorama internacional hasta finales de los años 70. Pero con la apertura progresiva de China en los 80 y 90, la situación cambió radicalmente. Los talleres chinos regresaron al mercado global con una fuerza imparable: producción a gran escala, costes bajísimos y precios difíciles de igualar. La cerámica japonesa, incluida la de Tokoname, sintió el impacto. Muchos hornos tradicionales cerraron sus puertas, incapaces de competir. Sin embargo, la historia no terminó ahí. Con el auge del bonsái en Europa y Estados Unidos, y gracias a proyectos como Laos Garden —que ayudó a dar visibilidad a estas macetas aún poco conocidas en Occidente—, Tokoname volvió a ser un nombre de peso. Durante las dos primeras décadas del siglo XXI, la demanda de cerámica japonesa renació con fuerza. Hoy, la producción de Bigei es muy limitada. Se podría decir que está semi-retirado: trabaja a su ritmo, para sí mismo y para algunos amigos. Aun así, si tienes la suerte de visitar su taller, probablemente encuentres alguna pieza disponible. Aunque, siendo sinceros, es más fácil hallar su obra en manos de comerciantes locales. Y hay quienes sospechamos que Bigei sigue creando más de lo que admite. Porque cuando uno vive con el barro y el fuego tanto tiempo, es difícil apagar esa llama del todo. Bigei mostrándonos algo de su trabajo Su especialidad fueron las macetas de tamaño shohin y mame, casi siempre sin esmaltar, aunque también creó algunas piezas chuhin. Sus diseños destacan por una elegancia sobria: formas sencillas, pensadas para usarse, no solo para admirarse. Si quieres conocer más sobre los diferentes tamaños de macetas para bonsáis, puedes hacerlo en este enlace. Pequeña maceta shohin imitando un trenzado de cesta. Medidas: 9,9 x 8,4 x 5 cm. Colección Laos Garden  Elegante maceta rectangular. Medidas: 24,4 x 19,4 x 6,1 cm. Colección Laos Garden Preciosa maceta chuhin. Medidas: 32 x 32 x 6,2 cm. Colección Laos Garden Si deseas profundizar en las características de estas arcillas y los distintos formatos de maceta, te invitamos a consultar los siguientes artículos: Las pastas en las macetas de bonsái (1ª parte) Las pastas en las macetas de bonsái (2ª parte) Las pastas en las macetas de bonsái (3ª parte) Se jubiló hace varios años, pero retomó la cerámica en 2014, quizá motivado por el aprecio de sus seguidores o con la intención de obtener algún ingreso adicional que complementara su pensión. Desde entonces, se ha dedicado principalmente a la elaboración de macetas mame y shohin sin esmaltar. Por ello, las piezas esmaltadas o de otros tamaños suelen corresponder a etapas anteriores de su producción. Pequeñas macetas esmaltadas de Bigei. Colores: oribe, turquesa, ruri, kii y kinyo. Aproximadamente 12 centímetros. Colección Laos Garden. Para profundizar en el tema de los esmaltes: Los esmaltes en las macetas de bonsái I Los esmaltes en las macetas de bonsái II Los esmaltes clásicos en el taller de Yamafusa Los esmaltes clásicos en el taller de Koyo Toen La evolución de los esmaltes de la casa Yoshimura Shuuhou Más allá de la cerámica: la faceta desconocida de Bigei Además de la cerámica y el bonsái, Bigei cultiva una afición que suele sorprender a quienes lo conocen: la apicultura, de la que es un entusiasta apasionado. Podría pensarse que, debido a este hobby, vive

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Pasión por la cerámica XI. Producto nacional: Kamereonpots

Nuria y Tony. Un encuentro con alma de barro: Kamereonpots por dentro Conocer a Nuria y Tony, el corazón creativo detrás de Kamereonpots, es como entrar en una pieza de cerámica bien torneada: hay armonía, calidez y una belleza que se percibe al instante. La conexión entre ambos es tan natural como el tacto del barro entre las manos. Hace unos meses tuvimos el privilegio de visitar su encantador taller. Nos recibieron con una hospitalidad vibrante, de esa que solo nace del amor por lo que se hace. Tony, ya conocido y querido por nosotros desde hace años como cliente habitual, conserva esa alegría contagiosa que siempre lo acompaña. Nuria, a quien conocimos por primera vez, nos deslumbró con su energía luminosa, su precisión admirable y una sensibilidad artística que, como en el caso de Tony, se manifiesta en cada una de sus piezas únicas. Detalles de los elegantes paisajes «La pasión y la actitud positiva son esenciales en este arte vivo. Como bien nos revela Tony: ‘El barro exige presencia total y un equilibrio sereno. Es un material sincero: percibe tu estado de ánimo y, si no es el adecuado, te lo devuelve sin contemplaciones. Pero también es noble; te brinda la oportunidad de rectificar, de aprender en el error. Por fortuna, aún no he encontrado el límite de su generosidad.’” Con Nuria y Tony en el taller. Durante la visita, mientras atendían nuestras preguntas amablemente, continuaban con su trabajo. Tienen un buen número de encargos lo que da una buena idea de su buen hacer. Fue un placer verles con las manos en la masa. Formados en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, su sensibilidad artística se refleja con fuerza en cada pieza. Dominan el lenguaje del color, que se convierte en protagonista absoluto a través de vibrantes esmaltes y delicados óxidos, elevando la cerámica a una expresión visual de gran intensidad. Detalles de los colores de sus composiciones. Del bonsái al barro: el arte que germinó entre raíces y fuego La cerámica no irrumpió en sus vidas como una sorpresa, sino como un paso natural, casi inevitable. Todo comenzó con la fascinación por el bonsái. Tony lo cuenta con pasión:“Empecé a reunir árboles de toda clase: desde semillas diminutas hasta prebonsáis adquiridos en tiendas especializadas. Quería aprenderlo todo, dominar cada técnica, replicar los métodos que pululan en internet. Pronto, me encontré rodeado de una selva en miniatura… y todos necesitaban ‘zapatos’. Muchas de esas pequeñas vidas pagaron el precio de mi entusiasmo desbordado. Al principio, me conformaba con macetas chinas: asequibles, funcionales, y lo bastante bonitas. Pero no tardé en anhelar algo más. Intenté hacer mis propias piezas con cemento —una solución tan útil como antiestética. Fue durante un trasplante de junípero, en plena conversación con un amigo y mecenas, cuando surgió la chispa:‘¿Y por qué no las hacéis de cerámica?’ —me dijo. Desde entonces, el camino nos ha llevado, literalmente, al barro. Y ahí seguimos, moldeando no solo macetas, sino una forma de vida.” El taller respira autenticidad y saber hacer: en su interior, destaca un trono de alfarero que invita a dar forma a la arcilla con maestría, acompañado por un horno compacto pero poderoso, listo para dar vida eterna a cada creación. Para Nuria y Tony, el barro no es solo materia prima: es una fuente inagotable de asombro. Cada pieza que nace de sus manos es el resultado de un proceso casi hipnótico, donde la concentración y la pasión se funden desde el primer contacto con la arcilla hasta el último toque de esmalte. Su dedicación al detalle es evidente: el refinamiento de cada forma, la armonía del acabado y, especialmente, la cuidadosa elección del color, desde los matices naturales de la pasta cerámica hasta el lienzo transformado por la primera cocción. Pero hay un actor principal que cambia todas las reglas: el fuego. “El fuego lo transforma todo”, dicen. “Puede convertir un negro en verde, un beige en rojo, un azul en púrpura”. En su universo creativo, la alquimia de los esmaltes es una fase mágica, casi ritual. Y lo dice alguien que viene de las letras, que se entrega durante semanas a experimentar fórmulas —muchas guiadas más por la intuición que por la ciencia—, esperando cada apertura del horno con la emoción de un niño en la mañana de Navidad.  Muestrario de pruebas de esmalte y el cuaderno donde Tony atesora sus fórmulas. Apenas llevamos una decena de artículos dedicados a ceramistas, y ya nos resulta familiar esa mezcla de ilusión y suspense al abrir el horno, como si se tratara de un ritual sagrado. Una emoción que, como nos confesaba el maestro Koie Takehiko del horno Yamafusa en Tokoname, nunca desaparece del todo. Kamereonpots, sin embargo, marca una diferencia sutil pero poderosa. Sus piezas parecen susurrar una delicadeza heredada del refinado hacer asiático, pero con una impronta propia: formas sugerentes, colores con carácter y una identidad visual que no deja indiferente. Cada detalle está cuidado con mimo: desde las macetas acompañadas por el tradicional paño «Taoru kuka-yu» —reinterpretado con un tono de naranja personalísimo— hasta las elegantes cajas de madera, hechas a medida en cedro, en lugar del clásico pawlonia. Nada se deja al azar. Paños, macetas y kiribako llevan su sello, literal y simbólicamente. La atención al detalle es absoluta. Y aunque la inspiración se nutre del arte japonés, como ellos mismos reconocen, el resultado habla un lenguaje propio: el de una cerámica que respira mundo, pero late con acento propio. Para saber más sobre esmaltes: Los esmaltes en las macetas de bonsái I Los esmaltes en las macetas de bonsái II   Detalle de dragones. El modelismo es otro de sus puntos fuertes. Tony y Nuria no podrían ser más diferentes. Y ahí está la magia.Tony crea con la fuerza del instinto: lleva un pintor expresionista latiendo dentro, siempre listo para resolver con un trazo audaz, una mancha de color que vibra, que respira. Nuria, en cambio, es pura precisión. Analítica, meticulosa, una virtuosa del detalle.

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Pasión por la cerámica X. Aiba Kouichirou de Koyo Toen.

Koyo Toen: Estandarte de la cerámica de Tokoname Hoy dedicamos estas líneas a Aiba Kouichirou, figura insigne de la cerámica de Tokoname y uno de los más reconocidos artesanos del siglo XX en el ámbito de las macetas para bonsái. Recientemente fallecido, Kouichirou estuvo al frente del horno Koyo Toen (鴻陽陶園) durante varias décadas, consolidando su reputación como maestro de formas refinadas y acabados de notable sutileza. Nacido el 26 de julio de 1944, Aiba Kouichirou fue hijo de un alfarero perteneciente a una familia dedicada tradicionalmente a la producción de tiestos utilitarios y vajilla de uso cotidiano. El horno original fue fundado por su abuelo, pero sería Kouichirou quien, a comienzos de los años 70, marcaría un nuevo rumbo: construyó un nuevo horno, rebautizó el taller familiar como Koyo Toen —“el jardín de Koyo”— y comenzó a especializarse en la creación de macetas para bonsái. Esta decisión, lejos de ser un simple giro estético, definió un legado artístico que aún hoy inspira a ceramistas y coleccionistas por igual. Koyo en su juventud y algunos de sus sellos más reconocibles. En 1972, Aiba Kouichirou fue galardonado en la categoría de técnica y diseño durante la primera edición de los Premios Chouza, distinción que subraya su maestría tanto en el modelado como en el acabado de sus piezas. Años más tarde, en 1981, recibió el Premio Estímulo en el primer concurso de diseño, consolidando así su reconocimiento dentro del ámbito cerámico japonés. La proyección de su obra no se limitó a Japón. Sus macetas han sido altamente valoradas en mercados internacionales como Europa, Estados Unidos y China, lo que ha contribuido a una constante revalorización de su producción, especialmente a partir de su fallecimiento. En particular, las piezas firmadas con los sellos utilizados en sus primeros años son hoy objeto de gran interés por parte de coleccionistas exigentes, tanto por su rareza como por su carga histórica y estética. Esmaltes que han conquistado el mundo Los esmaltes de Aiba Kouichirou, a los que dedicó una atención minuciosa y constante, son uno de los rasgos más distintivos de su obra. Su sensibilidad hacia los detalles —desde los matices del vidriado hasta la precisión en los acabados— lo distingue claramente dentro del panorama cerámico de Tokoname. Aunque también realizó piezas sin esmaltar, suibanes y otras formas menos frecuentes en su producción, es sin duda su trabajo con esmaltes metálicos lo que ha cimentado su renombre. Entre ellos, su tratamiento del Oribe, tanto en sus variantes verdes como azules, ha sido especialmente celebrado. No son pocos quienes consideran que sus resultados en este campo alcanzan una calidad comparable a la de Heian Tofukuji, una figura legendaria dentro de la cerámica para bonsái. Soberbia maceta rectangular de Aiba Kouichirou, parte de la colección Laos Garden, que ejemplifica la maestría del ceramista en el equilibrio entre forma y esmalte. Con unas dimensiones de 49,1 × 36 × 9,6 cm, esta pieza destaca por su vidriado en verde Oribe, cuya profundidad cromática revela sutiles matices que dotan a la obra de una personalidad única e irrepetible. Otra pieza excepcional del maestro Aiba Kouichirou, esta maceta Oribe —también parte de la colección Laos Garden— presenta unas dimensiones de 35,8 × 28,3 × 11,3 cm. Su vidriado, salpicado ocasionalmente por sutiles cristalizaciones de tono plateado o metálico, introduce un juego de matices vibrantes que realzan tanto la forma como el carácter único de la pieza. Un ejemplo elocuente de la sensibilidad estética y la pericia técnica que definen la obra del ceramista. Además del Oribe, su repertorio incluye degradados sutiles hacia tonos amarillos, rojizos o blancos, así como elegantes craquelados y macetas con delicados motivos tallados. Una selección significativa de estas piezas puede apreciarse en el artículo que dedicamos a su hijo y continuador del linaje, Juko. Otra distinguida maceta rectangular de Aiba Kouichirou, perteneciente a la colección Laos Garden, con unas dimensiones de 37,5 × 28,5 × 10 cm. Su esmalte azul Kinyo (o Kin) despliega una rica gama de matices que aportan profundidad visual y un carácter singular, elevando la pieza a la categoría de obra única dentro del repertorio del maestro. Espectacular maceta de Aiba Kouichirou, tamaño chuhin, con un llamativo esmalte con base en azul y tonalidades moradas y rosas. Medidas: 47,5 x 36,5 x 12,2 cm. Archivo Laos Garden. Aiba Kouchirou, su esposa Aiba Kouso e hijo Aiba Kutani. Las macetas de Aiba Kouichirou fueron, en su mayoría, elaboradas a mano, aunque en ocasiones recurrió a otras técnicas tradicionales de conformado. Dentro de su producción, los tamaños shohin y chuhin fueron los más habituales, reflejando su dominio en las proporciones delicadas y equilibradas que estos formatos requieren. Delicadas macetas shohin del horno Koyo Toen, presentadas en tonalidades menos frecuentes dentro de la obra del taller: un rojo intenso y un púrpura claro, realzado con un glaseado de notable profundidad y brillo. Estas piezas destacan no solo por su cromatismo poco frecuente, sino también por la sensibilidad con la que se ha trabajado cada superficie, reflejo del refinamiento técnico característico de la firma. La excelencia de Koyo Toen no reside únicamente en sus esmaltes. Sobria maceta ovalada sin esmaltar, realizada en una pasta de tonalidad grisácea con un acabado rugoso (ara) que acentúa su carácter natural y austero. Con unas medidas de 40 × 29,4 × 5,9 cm, esta pieza forma parte de la colección Laos Garden y ejemplifica la maestría de Kouichirou en el uso expresivo de la textura y el material, evocando la sobriedad de las antiguas macetas de estilo clásico. Para su elaboración empleó principalmente arcillas shudei y Tokoname udei, con el propósito de emular el acabado y la textura de las antiguas macetas chinas de shidei púrpura (紫砂). Estas pastas, seleccionadas con criterio estético y técnico, aportan no solo color y densidad, sino también una calidad táctil que remite a los grandes clásicos de la cerámica para bonsái. Si deseas profundizar en las características de estas arcillas y los distintos formatos de maceta, te invitamos a consultar los siguientes artículos:

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Juko portada Laos Garden

Pasión por la cerámica IX. Juko de Koyo Toen.

El Legado de Koyo Toen Continuando con nuestra serie dedicada a los autores dedicados a la cerámica para bonsái, no podíamos dejar de mencionar uno de los hornos más emblemáticos de Tokoname, cuna de algunas de las piezas más apreciadas por coleccionistas y cultivadores exigentes. Nos referimos a Koyo Toen, un taller con historia y carácter, fundado en 1969 y reconocido por ofrecer una de las paletas de esmaltes más refinadas de la región. Su obra ha cautivado tanto por la calidad técnica como por la expresividad cromática, convirtiéndose en una referencia para quienes valoran la armonía entre árbol y recipiente. Durante décadas, el taller estuvo bajo la dirección de Aiba Kouichirou, maestro ceramista recientemente fallecido, cuya sensibilidad artística dejó una huella imborrable. Hoy, su legado continúa en manos de su esposa e hijo, quienes mantienen viva la esencia de Koyo Toen con el mismo compromiso y cuidado artesanal. La proyección internacional del taller, lograda en buena parte gracias a sus distintivos esmaltes, sigue creciendo, consolidando su lugar en la historia de la cerámica para bonsái. Aiba Kuniaki, Juko Juko, Aiba Kuniaki Aiba Kuniaki, hijo del maestro Aiba Kouichirou, nació en 1973 y recientemente ha asumido la responsabilidad del taller familiar, adoptando el nombre artístico de Koyo Juko, también conocido como Juko San. Junto a su madre, Aiba Kouso, lidera hoy el horno Koyo Toen, guiándolo con una visión que respeta la tradición mientras impulsa una producción renovada y ambiciosa. Bajo su dirección, el taller no solo mantiene el estándar de excelencia que lo ha hecho célebre, sino que además amplía su alcance, reafirmando el compromiso con la cerámica de calidad y con la belleza singular que distingue a las mejores macetas de Tokoname. Con Juko en su fantástico taller A las puertas entrada de Koyo Toen Los Tres Grandes de Tokoname: Una nueva generación de maestros Aiba Kuniaki forma parte de un distinguido trío de ceramistas de Tokoname dedicados exclusivamente a la creación de macetas para bonsái. Junto a Hidemi Kataoka y Shimizu Hideaki —más conocido por su nombre artístico, Eimei—, ha sido reconocido como uno de “The Big Three”, una denominación que honra tanto su talento como su dedicación al oficio. Esta nueva generación sigue los pasos de una estirpe excepcional: los padres de estos tres artistas marcaron un hito en la cerámica de bonsái en Japón. Aiba Kouichirou, al frente de Koyo Toen; Yoshimura Shuuhou, de Yoshimura Toen y padre de Hidemi; y Shimizu Masakazu, fundador de Youzan Toen y padre de Eimei, fueron referentes absolutos en su época. Aunque Juko, Hidemi y Eimei trabajan en talleres independientes, los une una amistad profunda y una trayectoria que han desarrollado en paralelo. Han compartido exposiciones en reconocidas galerías de Tokoname, consolidando así no solo una identidad común, sino también un compromiso compartido con la excelencia y la evolución de la cerámica para bonsái De izquierda a derecha: Juko (Koyo Toen), Eimei (Youzan Toen) y Hidemi Kataoka (Yoshimura Toen). Aiba Kouso: El ritmo constante de un taller en plena actividad Junto a su madre, Aiba Kouso, Juko mantiene una dedicación constante al taller Koyo Toen. Ambos trabajan con esmero para mantener actualizadas las páginas del catálogo oficial de Tokoname, una herramienta fundamental para la distribución de sus piezas. A través de este catálogo, mayoristas y grandes almacenes —como el conocido complejo Ceramall, entre otros repartidos por todo Japón— realizan sus pedidos, lo que asegura un flujo de trabajo continuo a lo largo del año. Además de la venta por catálogo, Koyo Toen participa regularmente en ferias especializadas de bonsái y ofrece algunas piezas directamente en su taller. Sin embargo, debido a la alta demanda y la naturaleza artesanal de su producción, lo que suele quedar disponible para la venta directa es limitado y, en muchas ocasiones, efímero. Aiba Kouso y una de sus piezas.  Las piezas de Aiba Kouso son tan delicadas como discretas son sus apariciones públicas. De carácter reservado, no es habitual verla en fotografías, por lo que contamos con pocas imágenes suyas. Sin embargo, su trabajo en el taller Koyo Toen es fundamental, y sus macetas reflejan una sensibilidad única que complementa perfectamente la obra de su hijo, Juko. Junto a sus colegas y amigos Eimei y Hidemi, Juko y su madre también comercializan sus piezas a través de una pequeña tienda en Tokio, especializada en cerámica para bonsái y con envíos a nivel internacional. Esta plataforma ha impulsado aún más su enfoque en macetas de tamaño shohin, particularmente valoradas por su expresividad contenida y sus cuidados esmaltes. Rincones del taller Koyo Toen El taller de Koyo Toen refleja el orden y la dedicación que caracterizan a sus artesanos. En su espacio de trabajo, limpio y cuidadosamente organizado, se percibe la meticulosa labor que da vida a cada pieza. Entre estanterías que exhiben ejemplos de sus magníficos esmaltes, destaca la presencia de un simpático tanuki de cerámica, un guiño tradicional que añade calidez y personalidad al entorno. Cada rincón del taller transmite respeto por el oficio y pasión por la cerámica. El lujo de los esmaltes de la casa El término Shiro hace referencia a los tonos crema o blancos utilizados en el esmaltado de macetas. Dentro de este espectro cromático, existe una denominación más específica que proviene de una región histórica de China reconocida por la producción de este tipo de esmaltes: Kochi. Así, cuando nos referimos a macetas esmaltadas en estos tonos suaves y luminosos, es habitual emplear la expresión Shiro Kochi, evocando tanto el color como la tradición que lo inspira. En la fotografía una maceta rectangular con esmalte blanco de la casa. Colección Laos garden.  Entre los esmaltes más reconocidos y apreciados de Koyo Toen destaca el Oribe, ese inconfundible verde profundo que se ha convertido en una auténtica seña de identidad del taller. Su superficie, salpicada ocasionalmente por cristalizaciones plateadas o metálicas, añade un matiz vibrante que realza la forma y el carácter de cada maceta. Un bello ejemplo es una pequeña pieza shohin con patas de nube, presentada en

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Gotokuji, el templo de los maneki-neko

Si visitas Japón, y además te gustan los maneki-neko, las figuras del gato «que mueve el brazo» y que según la tradición traen fortuna y buena suerte, no puedes dejar de visitar el templo Gotokuji (豪徳寺) , ya que se considera cómo el lugar dónde se originó este famosísimo amuleto.  Es un templo budista, y está situado en el barrio de Setagaya de Tokio, no muy cerca de las principales atracciones turísticas de la ciudad. ORIGEN DEL TEMPLO GOTOKUJI Y SU RELACIÓN CON EL MANEKI-NEKO En uno de nuestros anteriores artículos, de cultura japonesa, os contábamos la historia del Maneki-neko, hoy queremos hablaros de una leyenda, quizás la más popular, sobre su origen, que tiene lugar en el templo Gotokuji, en el siglo XVII.  Se cuenta que un monje, que vivía en el templo, y que no disponía de muchos recursos económicos, tenía una mascota, una gata, con la que compartía la poca comida que tenía.  Se dice, que un día de tormenta, un samurái que pasaba por allí, buscó cobijo debajo de un árbol, cuándo de pronto, en la puerta del templo vio a un gato que parecía indicarle que fuera y le «saludaba» con una de sus patitas. El señor, hombre de grandes riquezas, llamado Li Naokata, motivado por su curiosidad se acercó al gato para verle mejor, y fue entonces cuándo cayó un rayo destruyendo el árbol bajo el que se encontraba.  Agradecido con el gato, por supuestamente haberle salvado la vida, Naokata, se convirtió en un gran devoto del templo, y donó una gran cantidad de dinero para reparar el templo, que estaba en ruinas, y para campos de arroz y tierras de cultivo. Gracias a esta generosa donación, (y al gato del anciano monje) el templo prosperó, y adquirió una gran fortuna. Posteriormente, el gato murió, y se creó el maneki-neko en su honor. Los visitantes del templo, empezaron a ofrecer representaciones de este gato a su Dios, ya que se creía que hacía realidad los deseos y traía fortuna a quiénes los dejaban allí. HISTORIA DEL TEMPLO GOTOKUJI Aunque no es tan antiguo como otros templos de Japón, como el templo Sensoji por ejemplo, el templo Gotokuji se remonta a 1680-81, fecha en la que fue erigido por el quinto shōgun, Tokugawa Tsunayoshi, en honor a su madre. Muchos de estos templos fueron casi destruidos en la Segunda Guerra Mundial, y reconstruidos más tarde. En el templo, también podemos encontrar un cementerio muy famoso, donde se encuentran enterradas personas famosas, como primeros ministros de Japón, o maestros populares de karate.   Es en el pequeño templo, justo a la pagoda principal, y un quemador de incienso en forma de león, donde se encuentran estantes repletitos de esta atracción tan conocida y famosa del templo Gotokuji, el maneki-neko.  ¿CÓMO PODEMOS ENCONTRAR EL TEMPLO GOTOKUJI? La forma más sencilla de acceder al templo es en la línea Odakyu, hasta la estación de Gotokuji, que está a solo 10 minutos a pie del templo, puedes tomar la línea Odakyu desde la estación de Shinjuku, de fácil acceso. Desde allí hay un trayecto en tren de 15 minutos hasta la estación de Gotokuji. El camino a pie desde la estación de Gotokuji hasta el templo es muy agradable, además, nada más salir de la estación, te encontrarás con un maneki-neko y toda la calle comercial estará llena de tiendas y muchos restaurantes y cafeterías. La visita comienza cruzando  Sanmon, que es la puerta principal, ya que ni la puerta oriental ni la puerta trasera están abiertas al público. Al cruzar esta puerta, podrás ver el campanario a un lado y una preciosa pagoda de tres pisos al otro lado.  TIENDA DE MANEKI-NEKO EN EL TEMPLO En el templo de Gotokuji, también puedes encontrar una pequeña tienda, en la que venden todo tipo de figuritas de este emblemático gato, y de todos los precios, desde 300 yenes la más pequeña, hasta 5000 yenes la más grande. También hay a la venta tablas de oración ema, con imágenes del gato, para colgarlas donde quieras y que te traigan suerte. El horario de visita el templo es de 6.00 h a 18.00 h de domingo a sábado, y la entrada es gratuita.  LAOS GARDEN

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Portada Yamafusa Laos Garden

Pasión por la cerámica VIII. Yamafusa

El horno Yamafusa. Yamafusa, Koie Seitosho / 4ª generación Hoy tenemos el gusto de dedicar este artículo a uno de los talleres más valorados por los aficionados al bonsái, especialmente por quienes cultivan especies caducas. Las formas clásicas, una limitada pero selecta paleta de esmaltes de gran calidad y unos precios aún razonables hacen de sus macetas una elección equilibrada entre estética y funcionalidad. Hablamos del horno Yamafusa, dirigido por los ceramistas Takehiko y Housyu en la histórica ciudad de Tokoname. A lo largo del tiempo, este taller ha sido mencionado con distintas transcripciones —como Yazufusa o Kazufusa—, pero hoy es reconocido de forma unánime como Yamafusa. Detrás del nombre se encuentra Koie Takehiko, su figura más destacada. La especialidad de Yamafusa son las macetas esmaltadas, cuya calidad y profundidad cromática son verdaderamente notables. Cada esmalte revela matices sutiles que recorren suavemente la superficie de la pieza, dando lugar a recipientes que no solo acompañan al árbol, sino que lo realzan con sobria elegancia. Las macetas sin esmaltar, por su parte, son excepcionales y escasas dentro de su catálogo, lo que las convierte en piezas particularmente apreciadas por los coleccionistas. Piezas inusuales dentro de la producción de este reconocido horno, las macetas sin esmaltar de Yamafusa son verdaderas joyas para coleccionistas. Suelen llevar el característico sello cuadrado. Koie Takehiko: tradición, técnica y sensibilidad en la cerámica de bonsái Koie Takehiko representa la cuarta generación de la casa Cerámica Koie, fundada en 1904. Más de un siglo después, el taller continúa con vigor, sostenido por un legado que ha sabido adaptarse sin perder su esencia. Para Takehiko, preservar la historia familiar no es solo una cuestión de continuidad, sino un acto de respeto hacia la tradición. Se mantiene fiel a la línea de producción heredada de su abuelo, elaborando el mismo tipo de macetas que han acompañado a generaciones de cultivadores de bonsái. Su mayor destreza reside en el dominio del método tatara, una técnica de moldeado que permite producir macetas en serie con formas clásicas y estables. No busca innovar en la silueta de sus piezas; cree firmemente que estas formas, probadas por el tiempo, son las que mejor sirven al propósito del bonsái: enmarcar sin imponerse, acompañar sin distraer. Su objetivo es claro: crear macetas que realcen la armonía del conjunto y que se integren con naturalidad en una gran variedad de estilos y especies. Desde hace tres décadas, Takehiko ha ido consolidando un estilo reconocible también por el uso de esmaltes vivos y cuidadosamente controlados. A pesar de su precisión técnica y la aparente previsibilidad de los resultados, confiesa que cada apertura del horno sigue siendo un momento de emoción. Esa mezcla de expectativa e ilusión lo acompaña aún hoy, como el primer día. Horno Yamafusa a pleno rendimiento En nuestra primera entrega sobre esmaltes en la cerámica de bonsái, nos adentramos en aquellos tonos que han perdurado en el tiempo por su belleza y armonía con el árbol. Como hilo conductor, tomamos la delicada paleta de colores que el horno Yamafusa ofrecía en su antiguo catálogo de Tokoname, una guía silenciosa del gusto y la tradición.Puedes leer ese artículo aquí: Esmaltes de Bonsái I: los más frecuentes Takehiko: “Concibo la forma del cuenco que quiero hacer, luego lo moldeo y lo pongo en el horno, pero la emoción y la alegría es el momento en que el trabajo que imaginé, sale del horno terminado. Es el mayor placer de hacer ollas”. (Tokoname.jp) Junto a Takehiko firma su mujer Housyu Otorifune quien, al igual que su marido, es una entusiasta de la cerámica y su técnica de modelado y esmaltado no desmerece a la de su esposo. Algunas macetas Yamafusa en Laos´Garden en 2017 Los afamados esmaltes de Yamafusa Colores a elegir de Yamafusa en el catálogo Tokoname Kin o kinyo: Azul claro o azul de  bebé.  Maceta de corte clásico esmaltada en azul claro por Koie Takehico. Medidas: 41 x 30 x 7,3 cm. Colección Laos Garden. Ruri: Azul oscuro Otra maceta de corte clásico esmaltada en azul oscuro por Koie Takehico. Medidas: 36 x 37,4 x 7,2 cm. Colección Laos Garden. Ki o Kii: amarillo. Kina-Kochi es Kochi amarillo o maceta esmaltada en amarillo. Shibakatsu lo ofrecía en su catálogo.  Maceta esmaltada en amarillo por Koie Takehiko. Medidas: 46,8 x 36,4 x 4,2 cm. Colección Laos Garden. Koie Takehico añadía el esmalte namako como disponible dentro de su paleta de colores en el antiguo catálogo Tokoname. Trataremos con profundidad este y otros esmaltes en un futuro artículo. Este esmalte viene de un esmalte chino denominado “Chun”, procedente de Kantón. Para referirse a los azules también se emplea el término “ao Kochi”, para macetas chinas antiguas.  Pequeña maceta con esmalte namako. También procedente del horno Yamafusa, pero en esta ocasión se trata de una creación de Housyu. Medidas: 13,5 x 11 x 2,7 cm. Colección Laos Garden.  Preciosa maceta azul jaspeada de Yamafusa. Este tipo de esmalte se basa en óxido de cobalto. Es de difícil aplicación puesto que puede provocar burbujas en el vidriado, aunque no tiene misterios para Takehiko y Housyu. Colección Laos Garden. Oribe: verde tan característico. En este caso seria más correcto hablar de oribe verde ya que este término, «oribe», indica un tipo de esmalte que no solo produce tonos verdes. Hay «mucha lana que cortar» acerca de este vidriado que tiene su origen en el siglo XVII y del que hablaremos más en profundidad en futuros artículos. Maceta Yamafusa con esmalte de óxido de cobre en cocción oxidante. En cocción reductora este mismo esmalte nos da tonos rojos denominados “sangre de buey”. El carbonato de cobre da tonos similares. Colección LaosGarden. Maceta Yamafusa esmaltada en verde mate jaspeado. La dolomía crea efectos mates combinando calcio y magnesio en esmaltes de alta temperatura. El mismo efecto produce un alto contenido en talco u óxido de cinc. Colección Laos Garden. Shiro es el color crema, hay otra denominación para este tipo de tonos que se tomó de un lugar de China donde se realizaban estos esmaltes. El término es Kochi y

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Pasión por la cerámica VII. Akiji Kataoka del horno Yamaaki

El legado cerámico de Yamaaki 山秋: tradición y maestría desde Tokoname. En la costa de la prefectura de Aichi, la ciudad de Tokoname guarda entre sus calles y talleres una de las tradiciones cerámicas más antiguas de Japón. Entre sus nombres más emblemáticos se encuentra Yamaaki 山秋, un horno con raíces profundas en la historia alfarera local, cuyo legado se ha forjado a lo largo de generaciones con paciencia, técnica y un profundo respeto por la materia. Fundado hace más de un siglo, Yamaaki no solo fue testigo del crecimiento artesanal de la región, sino protagonista clave en su consolidación. En su apogeo, llegó a reunir a más de veinte artesanos, cada uno aportando su sensibilidad única a una obra colectiva que fusiona tradición con evolución estética. El linaje cerámico de Yamaaki se ha transmitido cuidadosamente a través de tres generaciones de ceramistas, cada una dejando su impronta en la historia del taller: Akiji Kataoka, considerado la raíz del estilo pre-Yamaaki y fundador de la primera generación oficial. Sadamitsu Kataoka, segunda generación, maestro artesano que consolidó el lenguaje visual del horno. Toshio Kataoka, tercera generación, quien aportó una visión contemporánea sin perder la esencia clásica. Hiriaki Inoue, actual representante de la compañía, mantiene viva la herencia de Yamaaki, equilibrando la memoria del pasado con las demandas del presente. El nombre Yamaaki no solo remite a un linaje familiar, sino a una forma de entender el tiempo, el barro y el fuego. Es una historia escrita en arcilla, cocida en hornos de siglos y pulida por la dedicación de quienes han elegido hacer del oficio cerámico un arte de vida. AKJI KATAOKA (KINKA-SHOUSEN) KATAOKA AKIJI SEITOSHO YAMAAKI 山秋(やまあき) Antigua foto de Akiji kataoka ya anciano Los inicios de Shousen y la fundación de Yamaaki Akiji Kataoka, también conocido como Akitsugu Kataoka, fue el alma fundadora de Yamaaki, una de las fábricas de cerámica más antiguas y respetadas de Tokoname. Su nombre artístico, Juuoudou (Juodo) Shousen, es el que lo identificó en el mundo de la cerámica, aunque con el tiempo se le conocería simplemente como Shousen. Nacido el 20 de octubre de 1902, dedicó su vida al arte del barro y el fuego hasta su fallecimiento el 7 de julio de 1990. En 1917, con apenas quince años, se graduó como ceramista en la escuela municipal de cerámica de Tokoname. Tan solo tres años después, en 1920, fundó su propio taller bajo el nombre de Kataoka, con el que daría inicio a una tradición que perdura hasta nuestros días. Durante sus primeros años, Shousen se especializó en la fabricación de hibachi, antiguos braseros de carbón que, con el paso del tiempo, han encontrado una segunda vida como maceteros y recipientes decorativos. Estas piezas, habitualmente cubiertas por un esmalte vidriado, reflejan la maestría técnica y el refinado sentido estético que siempre caracterizó su obra. Algunos braseros hibachi en Laos´Garden en 2018 Los orígenes de Yamaaki: la huella de Shousen en la cerámica japonesa Antes de fundar el célebre taller Yamaaki, el maestro Shousen firmaba sus obras bajo el sello de Kinka, nombre del estudio que compartía con su amigo y socio Watanabe Keizou durante el periodo Taishō (1912–1926). Esta primera etapa marca el inicio de una trayectoria dedicada con pasión y maestría a la cerámica. Antigua maceta Taisho era (1912-1926) con sello Kinka. Dimensiones: 34 x 11,4 cm. Colección Laos Garden. En 1926, Shousen se especializa en la creación de macetas para bonsái, un giro que definirá el carácter de su obra. Un año más tarde, comienza a cocer sus piezas en un horno noborigama (登), una estructura tradicional japonesa construida en pendiente, con cámaras escalonadas conectadas que permiten una distribución eficiente del calor. Utilizado desde el siglo XVII, este tipo de horno aporta matices únicos a cada pieza, convirtiendo cada cocción en un ejercicio de sensibilidad técnica y estética. Las obras nacidas de estas cocciones llevan los sellos de Kinka (金华) y Shousen (松泉), testimonio de su doble identidad artesanal. En 1950 inicia la exportación de macetas para bonsái, y en 1957 se construye un horno de carbón dedicado a la producción de azulejos de porcelana conocidos como Saihate no Oka, que puede traducirse como “el confín de la colina”. El nombre Yamaaki se adopta oficialmente en 1961, marcando una nueva etapa en la historia del taller. Ese mismo año, su hijo Sadamitsu comienza a trabajar bajo su tutela, aunque no utilizará un sello propio hasta 1985. A lo largo de la década de 1970, la capacidad productiva del estudio se amplía con la incorporación de un horno eléctrico en 1970 y uno de gas en 1972, sin perder nunca el compromiso con la calidad artesanal. En 1978, Shousen recibe la certificación como artesano tradicional, un reconocimiento a una vida dedicada a la cerámica. Fallece en 1990 a la edad de 89 años, dejando un legado imborrable que aún perdura en cada pieza firmada con el sello de Yamaaki. Akiji Kataoka y alguno de sus sellos más representativos. La obra del maestro Kataoka Maceta de Yamaaki con detalladas patas de nube y elegante diseño. Archivo LaosGarden. Antiguo tambor de Shousen. Colección Laos Garden. Curiosa maceta de Koshousen con acabado de grano de madera. Colección LaosGarden Antigua maceta de Shousen con impresiones de monedas antiguas. Colección LaosGarden Ara significa textura rugosa. Suelen ser macetas rojas de textura rugosa. Dentro de las clásicas macetas de Shousen hay un tipo de macetas ARA que se denominan de grano de madera y también hizo macetas rugosas con impresiones de monedas. Os dejamos a continuación un enlace donde podéis consultar más información sobre este estilo de acabado en las macetas de bonsái:  [Enlace a las pastas para macetas de bonsái grisáceas] Antigua maceta de Shousen en pastas rojizas. Dimensiones: 36,5 x 26,5 x 12,5 cm Colección Laos Garden. Igualmente os dejamos a continuación un enlace donde podéis consultar más información sobre este tipo de pastas para macetas de bonsái:  [Enlace a las pastas para macetas de bonsái rojizas] Maceta con acabado piel de pera de

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Pasión por la cerámica VI. Sadamitsu del horno Yamaaki.

El legado de Yamaaki 山秋 Yamaaki es una de las fábricas de cerámica más antiguas y emblemáticas de Tokoname, ciudad célebre por su tradición alfarera. A lo largo de las décadas, este histórico horno ha sido testigo de la evolución de la cerámica japonesa, albergando el trabajo de tres generaciones de maestros y llegando a emplear, en su momento de mayor actividad, a más de veinte artesanos. El horno Yamaaki en la actualidad: Hoy, los hornos de Yamaaki han cesado su actividad y ya no arden como en tiempos pasados. Lo que permanece es un modesto almacén, donde aún reposan algunas piezas disponibles, vestigios silenciosos de una tradición que marcó una época en la cerámica de Tokoname. Fotos del año 2023. La historia de Yamaaki comienza con Akiji Kataoka, considerado el precursor del estilo que más tarde definiría a la primera generación del horno. Su legado fue continuado por Sadamitsu Kataoka, maestro artesano y figura central en la consolidación del sello Yamaaki, quien dio forma a la segunda generación. La tercera estuvo representada por Toshio Kataoka, quien mantuvo viva la esencia del taller mientras lo adaptaba a los nuevos tiempos. En la actualidad, Hiriaki Inoue es quien representa la compañía, preservando el espíritu de Yamaaki mientras guía su presencia en el panorama contemporáneo de la cerámica japonesa. Sadamitsu Kataoka, el maestro detrás del sello Koshousen Sadamitsu Kataoka es uno de los catorce maestros artesanos (Dento Kōgeishi, 伝統工芸士) reconocidos oficialmente en Tokoname, una ciudad con siglos de historia cerámica. Hijo mayor de Akiji Kataoka —fundador del horno Yamaaki y ceramista de renombre conocido como Shousen— Sadamitsu continuó la tradición familiar con una dedicación que lo llevó a consolidar su propio legado dentro del mundo del bonsái. Nacido el 16 de febrero de 1943 (año 18 de la era Shōwa), ingresó a los 18 años en la fábrica de cerámica Yamaaki (Seitoujo Yamaaki) tras graduarse en la sección de cerámica de la escuela secundaria local de Tokoname. Allí se formó bajo la guía directa de su padre, perfeccionando su técnica y sensibilidad artística. En 1985 (Shōwa 60), adoptó su nombre artístico: Koshousen (小松泉), sello que comenzó a estampar en sus piezas y que lo acompañó hasta el cierre definitivo del horno Yamaaki en 2011. Hoy, las obras firmadas con este nombre son apreciadas no solo por su calidad técnica, sino también por encarnar el espíritu refinado de la cerámica Tokoname aplicada al mundo del bonsái. Un poco de su obra. Su repertorio de formas y estilos es tan amplio como el de Kataoka Toshio. Sin embargo, las macetas de Sadamitsu poseen una cualidad especial que las distingue: tal vez sea por su escasa presencia en el mercado, o quizá por la delicadeza exquisita de su acabado, pero lo cierto es que estas piezas se han convertido en verdaderos objetos de deseo entre coleccionistas de bonsái en todo el mundo. Como se puede apreciar en las imágenes de detalle, el grano de las pastas es simplemente mágico. Las pátinas que desarrollan con el paso del tiempo, el tacto sedoso y la impecable sensación de equilibrio hacen de estas macetas creaciones únicas, cargadas de carácter y profundidad estética. Todas las macetas de los ejemplos pertenecen al archivo de Laos Garden.  Un ejemplo de maceta Koshousen en tono más rojizo, entre los Ninjin-Dei, que empleaba su padre, y los Kaki-Dei. Medidas: 34 x 24,5 x 10,5 cm. Colección Laos Garden.  Si deseas profundizar en este tipo de pastas cerámicas, puedes consultar el enlace a continuación: Pasión por la cerámica XXIX. Las pastas de las macetas de bonsái (2ª parte). Una pieza poco habitual de Koshousen: un delicado tambor de apenas 10 cm de diámetro, parte de la colección Laos Garden. Si te interesa conocer más sobre las dimensiones y clasificaciones de las macetas de bonsái, puedes seguir el enlace a continuación: Pasión por la cerámica XXI. El tamaño de las macetas de bonsái. Se trata de una maceta muy especial, cuya singularidad merece una atención particular. Por ahora la dejaremos en pausa, ya que le dedicaremos un análisis más detallado en el artículo centrado en las pastas grisáceas. Una maceta Koshousen de líneas sobrias y elegantes, claramente influenciada por el estilo Nakawatari.Dimensiones: 38,5 × 27,5 × 8,2 cm. Perteneciente a la colección Laos Garden. Si te interesa conocer más sobre las  macetas Nakawatari, puedes seguir el enlace a continuación: Pasión por la cerámica XIX. Las macetas para bonsái Nakawatari. Si la curiosidad te puede y quieres descubrir más macetas de Sadamitsu o del horno Yamaaki, los enlaces a continuación están ahí para tentarte. Sadamitsu Kataoka. Koshousen. Horno Yamaaki. Créditos:  Tokoname.jp.  Archivo Laos Garden. Fotos Japón: Antonio Richardo. Técnicas del bonsái: John Naka

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