Pasión por la cerámica XVIII. Las macetas para bonsái Kowatari.
Pasión por la cerámica XVIII. Las macetas para bonsái Kowatari. En el artículo anterior de Pasión por la Cerámica exploramos cómo el aislamiento de Japón provocó que los productos extranjeros fueran escasos y recibieran denominaciones diversas, según la época en que arribaron al país. Los objetos foráneos —como obras de arte, libros, medicinas, entre otros— que fueron importados principalmente desde China antes y durante el Período Muromachi (室町時代, 1392-1568), reciben el nombre de «Ookowatari» (大古渡). Este término hace referencia a importaciones de gran antigüedad. Pergamino pintado que muestra samuráis del período Muromachi (1333-1573 d.C.). 1538 d.C. (Museo Guimet, París) Kinkaku-ji o Templo del Pabellón de Oro. Fue construido originalmente en 1397 como villa de descanso del shogun Ashikaga Yoshimitsu. Productos Kowatari: un poco de contexto histórico El periodo Edo, también llamado era Tokugawa, se extendió desde 1603 hasta 1868, durante el cual Japón estuvo bajo el gobierno de la familia Tokugawa. Su nombre proviene de la ciudad de Edo, actual Tokio, que sirvió como capital en esos años. En 1603, Tokugawa Ieyasu asumió el título de shogun, dando inicio a un régimen centralizado. Esta etapa se caracterizó por una prolongada paz interior, un notable crecimiento económico y un significativo desarrollo cultural. La sociedad japonesa quedó organizada en estrictas clases sociales, mientras que el shogunato adoptó una política de aislamiento para preservar la influencia extranjera. La economía giró en torno a la agricultura y el comercio, y la cultura popular vivió un auge con expresiones como el ukiyo-e, las célebres pinturas de la “vida flotante”, y el teatro kabuki. En 1853, la llegada de los navíos estadounidenses comandados por Matthew Perry obligó a Japón a abrirse al comercio internacional. Finalmente, en 1868, la caída del shogunato y el inicio de la Restauración Meiji marcaron el fin de este período histórico. El término «Kowatari» alude a importaciones antiguas, denominado comúnmente «cruce antiguo», y se emplea comúnmente para referirse a utensilios de té y telas emblemáticas. Estos productos llegaron a las islas antes de 1800 o 1869, y entre las diversas telas, que superaban los 400 tipos, destaca una llamada sarasa (更紗). Se trata de tejidos de algodón estampado, que sirven de inspiración para las telas modernas usadas en el envoltorio de macetas, suisekis y mesas antiguas. Estas piezas, conocidas como “Taoru kuka-yu”, se utilizan para cubrir y exhibir los objetos antes de guardarlos en cajas de madera hechas a medida, conocidas como “kiribako”. Maceta envuelta en su paño «»Taoru kuka-yu» y dentro de la caja «Kiribako». Se trata de una maceta de Ikko, de la casa Shouzan Kaneshou de Tokoname. Decoración pintada de un tigre blanco por Setsudo Kodou (Kodo). Colección Laos Garden. John Yoshio Naka sitúa la llegada de las macetas Nakawatari en la era Meiji (1869–1911). En consecuencia, las Kowatari habrían llegado antes de 1869, durante el período del shogunato Tokugawa (1603–1867).En la fotografía vemos a John Yoshio Naka, autor de Técnicas del Bonsái, considerado por muchos como el mejor libro sobre el arte del bonsái, junto a uno de sus árboles más célebres: «Goshin». Las macetas Kowatari y Nakawatari gozan de una gran estima en Japón, donde sus formas, texturas y tonalidades han sido fuente de inspiración desde su introducción. Durante el siglo XX, la mayoría de las macetas utilizadas en las más prestigiosas exposiciones japonesas, como el Kokufu-Ten, procedían de China. Hoy en día, los grandes maestros del bonsái en Japón, como Suzuki y Kobayashi, son auténticos coleccionistas de estas piezas excepcionales. Macetas antiguas en sus «Kiribako». Museo Shunkaen de Kunio Kobayashi Junto al maestro Kunio Kobayashi. En el Museo de Bonsái Shunkaen, fundado por Kunio Kobayashi, tuvimos el privilegio de contemplar su extraordinaria colección de antiguas macetas chinas, entre las que destacan las exquisitas Kowatari, Nakawatari y Shinwatari. Maceta kowatari con un desmesurado agujero de drenaje, idéntico al que se ve en la penúltima foto de la colección de Kobayashi. Medidas: 61 x 40,3 x 20,7 cm. Colección Laos Garden. Quizás el jardín que más me ha maravillado en todo Japón es el de Obuse, en el Museo Taikan de Shinji Suzuki. No pretendo aquí detallar las obras maestras del bonsái ni la exquisita armonía del entorno, pues ese será tema para otro artículo. Más allá de lo ya mencionado, la colección de cerámica resulta impresionante, y la sección dedicada a las antiguas macetas chinas es, sin duda, una joya auténtica. Sara Camacho, una española que ha dedicado varios años como aprendiz en el vivero, tuvo la amabilidad de mostrarnos cada rincón del jardín. Mientras los demás contemplaban los árboles y el conjunto del jardín, yo aproveché para quedarme en la sala de las Kowatari y Nakawatari. Creo que es, si no la mejor, una de las colecciones más destacadas de este tipo de macetas. En exposiciones de renombre, como la Kokufu-ten, es habitual que se exijan macetas que respeten tanto el diseño del árbol como su antigüedad y calidad; en ese sentido, las antiguas macetas chinas siempre son una elección insuperable. Muchas de estas piezas y sellos solo los había visto hasta entonces en libros. Colección de Shinji Suzuki. Museo Taikan. Junto a Shinji Suzuki Colección de Shinji Suzuki. Museo Taikan. Detalle de una pata con cabeza de dragón Colección de Shinji Suzuki. Museo Taikan. Árboles del último shogun Tokugawa Yoshinobu. (1837 – 1913) Colección de Shinji Suzuki. Museo Taikan. Colección de Shinji Suzuki. Museo Taikan. Colección de Shinji Suzuki. Museo Taikan. Tokugawa Yoshinobu, décimo quinto y último shogun de la dinastía Tokugawa, nació en 1837 y asumió el cargo en 1867. Durante su breve mandato, se vio enfrentado a crecientes presiones tanto internas como externas que desafiaban el antiguo orden feudal. En 1868, tras la Revolución Meiji, renunció voluntariamente al poder, entregando el gobierno al emperador Meiji. Retirado de la vida pública, vivió en un exilio relativo, aunque mantuvo cierta participación en episodios políticos. Falleció en 1913, dejando un legado fundamental en la transición de Japón de un sistema feudal a una nación moderna. En el jardín de Shinji Suzuki aún se conservan dos pinos
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