CERÁMICA

Hidemi Kataoka LaosGarden

Pasión por la cerámica XXIV. Hidemi Kataoka de Yoshimura Toen.

Pasión por la cerámica XXIV. Hidemi Kataoka de Yoshimura Toen. En artículos anteriores hablamos del horno Koyo Toen, acaso uno de los más célebres y respetados de Tokoname. Forjado a base de arcilla, fuego y maestría, este taller cerámico tuvo en su día un timonel excepcional: el maestro Aiba Kouichirou, hombre de manos curtidas y espíritu inquebrantable, que hizo de su arte una leyenda antes de morir. Hoy, el destino del taller recae en su viuda, Aiba Kouso, y en su hijo, a quien todos conocen como Juko, Aiba Kuniaki. Juko, sin renegar del peso de su linaje, supo tejer lazos de camaradería con otros herederos del oficio. Junto a él, dos nombres resuenan con la misma fuerza en los hornos de Tokoname: Shimizu Hideaki, mejor conocido como Eimei, quien maneja con mano firme el taller Youzan Toen, y el hombre que hoy nos ocupa, Hidemi Kataoka, quien, tras la muerte de su padre, Yoshimura Kataoka, tomó el timón del prestigioso horno Yoshimura Toen, conocido en Europa como Shuuhou. Juko de Koyo Toen (izquierda), Eimei de Youzan Toen (centro) e Hidemi Kataoka de Yoshimura Toen (derecha). En alguna ocasión se han referido a ellos como “The Big Three” (Los tres grandes), crecieron juntos, compartieron infancia, aprendieron el oficio entre risas y silencios de arcilla y esmalte. No han trabajado bajo el mismo techo, cierto es, pero sus caminos han transcurrido en paralelo, con la misma devoción por la cerámica que heredaron. Sus hornos son distintos, sus estilos también, pero la complicidad entre ellos trasciende lo meramente artesanal. Son un trípode, un pacto no escrito entre artistas que, si bien producen cada uno en su propio feudo, han exhibido juntos en las galerías de Tokoname. Y eso, en un mundo donde la tradición y la competencia se entrelazan como las vetas de un antiguo esmalte namako, dice mucho más de ellos que cualquier título o reconocimiento. Junto a Koho de Kakuzan Toen e Hidemi Kataoka, en una exposición en Bélgica (derecha o arriba) y junto a Hidemi Kataoka en su taller, en Tokoname (izquierda o abajo). A veces, la tradición es un pesado fardo que se arrastra sin remedio. Otras, como en el caso de Hidemi Kataoka, es un hilo que une generaciones, que pasa de mano en mano como un cuchillo bien afilado, como un secreto transmitido al oído en la penumbra de un taller. Su historia no es la de un hombre, sino la de una dinastía de alfareros que desde 1923 han sabido domar el fuego y la arcilla, doblegarla hasta convertirla en algo hermoso y útil. La familia Kataoka no es una clan cualquiera. Son los guardianes de una llama, los herederos de un nombre que se repite como un eco en los hornos de Tokoname: Shuuhou. Nacido en 1967, Hidemi es la quinta generación de su linaje y el tercero en dedicarse en exclusiva a la cerámica para bonsái. Su padre, Susumu Kataoka, y su abuelo, Yoshimura Kataoka, ya modelaban cerámica para bonsáis cuando él aún no había llegado al mundo. Creció entre el polvo de arcilla, entre las sombras alargadas de los hornos encendidos al atardecer, entre el sonido del torno girando y el olor a óxidos, engobes y esmaltes. Aprendió a moldear la tierra con la paciencia de quien sabe que la artesanía no admite prisas. No empezó a trabajar como alfarero hasta 1992, y no fue hasta 2005 cuando recibió el título de «artesano tradicional«, una distinción que en Japón no se otorga a la ligera. Su trabajo sin tregua le ha granjeado premios y parabienes, aunque Hidemi se muestra humilde y deja que su obra presuma por él. Distinciones, premios y galardones:  1992 Completó el programa de capacitación en el Centro Tecnológico de Cerámica de la Prefectura de Aichi. 2002 Director General de la Oficina de Industrias de Fabricación, Premio del Ministerio de Economía, Comercio e Industria 2003 Recibió el premio Tokoname City. 2005 Certificado «Maestro del Artesano Tradicional». 2011 Recibió el premio de artesanía excelente para los oficios tradicionales y la industria en la prefectura de Aichi, en el Concurso de Artesanía Tradicional de Japón. Premio a la Exposición Japonesa de Artesanos Tradicionales. Tokai Exposición de Artesanías Tradicionales. Tokoname cerámica promoción exposición. Premio de alfarería Premio de vajilla.Tokoname cerámica Exposición. Premio Choosho Tokoname Togyoten Encouragement Usa distintas pastas cerámicas en sus obras, aunque predominan las refractarias claras de alta temperatura. Sus macetas son algo más gruesas y pesadas que las de su padre y abuelo. Si deseas profundizar en las características de estas arcillas y los distintos formatos de maceta, te invitamos a consultar los siguientes artículos: Las pastas en las macetas de bonsái (1ª parte) Las pastas en las macetas de bonsái (2ª parte) Las pastas en las macetas de bonsái (3ª parte) La cerámica en el horno Yoshimura Shuuhou no es cosa de improvisados, pero aquí se trabaja con fuego y arcilla. La tradición dicta que cada pieza es un enigma hasta que sale del horno, y eso lo sabe bien Hidemi. Él, que ha pasado años con las manos en el barro, entiende que los esmaltes son caprichosos, que nunca se puede dar por sentado el color que se obtendrá. No hay certezas, solo espera. Hasta el último instante, hasta que la pieza emerge, marcada por el azar del fuego. Llamativa maceta para bonsái en tamaño shohin, fabricada a mano por Hidemi kataoka. Esmaltada en amarillo, (kii). Colección Laos Garden. Para saber más sobre los tamaños en las macetas de bonsái. Su oficio es el de las macetas de bonsái, pero no se limita a ellas. Hace también vajillas, jarrones, lo que se le ponga por delante. Y no con un único método, porque la alfarería, cuando es de verdad, no admite atajos. Usa las manos, los moldes, el torno. Lo que haga falta. Moldes, horno listo para cocer y piezas terminadas en el taller de Hidemi. Tokoname 2017. Además de los namako con base en azul, Hidemi ha experimentado con un buen número de esmaltes jaspeados

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Seizan Makoto y Mitsue LaosGardeb

Pasión por la cerámica XXIII. Seizan, Makoto y Mitsue.

Pasión por la cerámica XXIII. Makoto y Mitsue del horno Seizan. Kataoka Makoto. Tuvimos oportunidad de mostrar como se encontraba Japón a finales del siglo XIX. En este contexto un hombre llamado Kataoka Makoto decidió continuar con la tradición familiar. Corría el año 1889 cuando, con la determinación propia sus antepasados, fundó el horno Seizan. No era una empresa sencilla; aspiraba a recrear con precisión las legendarias macetas Kowatari, tesoros ceramicos provenientes de China que habían resistido siglos de historia. Para desentrañar los secretos de estas piezas, Makoto no dudó en embarcarse en un arduo viaje de aprendizaje en tierras chinas, sumergiéndose durante años en técnicas milenarias y, al mismo tiempo, dando vida a sus propias creaciones. Hoy, el legado de Makoto pervive bajo la atenta mirada de su hijo, Katsushi Kataoka, conocido en el mundo de la cerámica como Reiho. Este nombre artístico, sin embargo, ha generado cierta confusión, pues existe otro horno en Tokoname llamado Reiho, dirigido por Matsushita Hiroyuki. No obstante, el Reiho de Katsushi ha sabido forjar su propio camino, manteniendo viva la tradición y el espíritu innovador heredados de su padre. Kataoka Makoto, fundador de Seizan. Nacido en 1927 en el seno de una familia dedicada a la cerámica. Desde su más tierna infancia, el barro y el torno fueron compañeros inseparables, moldeando no solo piezas de singular belleza, sino también su destino. Fue en 1948 cuando, con apenas veintiún años, tomó las riendas del negocio familiar, infundiendo en cada creación la pasión y el saber ancestral transmitido por generaciones. La ciudad de Tokoname, cuna de una tradición ceramista milenaria, fue testigo de su incansable dedicación y maestría. No es de extrañar que, en 1979, su talento y compromiso fueran reconocidos oficialmente al ser nombrado artesano tradicional de Tokoname, un honor reservado para aquellos que encarnan la excelencia y preservan con devoción las técnicas heredadas de sus ancestros. El tallery horno Seizan en Tokoname En las entrañas del horno Seizan, las manos expertas de estos artesanos moldean arcillas que, al calor del fuego, se transforman en obras maestras. Cada maceta es testimonio de una dedicación inquebrantable y de un respeto profundo por las técnicas ancestrales, adaptadas con maestría a los tiempos modernos. Así, el legado de los Kataoka continúa, entrelazando pasado y presente en cada pieza que emerge de su horno. Detalle moldes Seizan Detalle taller Seizan Detalle horno Seizan Los viejos y sencillos modelos de Kataoka Makoto se siguen reproduciendo hoy en día a través de sus originales moldes de escayola, con igual o mayor existo que en el periodo dorado de Tokoname. No es de extrañar puesto que Makoto buscó siempre la perfección en sus obras. A través de la investigación de los antiguos patrones chinos y perfeccionando las técnicas de modelado creo sus propios patrones para los que buscó incesantemente asesoramiento para crear las macetas perfectas. Entre los ilustres maestros de bonsái a los que consultó cabe destacar a Saichi Suzuki, el legendario cultivador de pinos negros y cabeza visible del vivero Daiju-En.  Entre los insignes amigos de Makoto, maestros del bonsái, destaca la figura de Saichi Suzuki, legendario cultivador de pinos negros y fundador del vivero Daiju-en. Este pionero no solo perfeccionó las técnicas de decandling, esenciales para el cultivo de pinos negros japoneses, sino que también introdujo la variedad ‘Zuisho’ de pino blanco japonés, revolucionando el arte del bonsái. Su legado perdura, con su nieto Toru Suzuki continuando la tradición familiar en Daiju-en, un santuario para los entusiastas del bonsái de todo el mundo. Saichi Suzuki Como comentamos en el anterior artículo dedicado a Seizan Toen (誠山), emplean pastas generalmente grisáceas (Hairo no doro), negras o de color del gallo (U-dei) o púrpuras (Shi-dei), que adquieren, como otros maestros de la zona, en la Cooperativa de Tokoname.  Para saber más sobre las pastas empleadas en las macetas de bonsái:  Pastas cerámicas en las macetas de bonsái I. Tipos de pastas. Pastas rojizas.  Pastas negruzcas y grisáceas.  En la fotografía, el señor Tanaka de Atelier Tokoname Clay, quien lleva décadas suministrando barro a los alfareros de Tokoname.  La maestría de su obra Diferentes modelos de macetas en pastas grisáceas de Kataoka Makoto y detalles de las mismas. Colección Laos Garden.  Ejemplo de maceta en pasta rojiza de Kataoka Makoto. Medidas: 58,5 x 45 x 17,2 cm. Colección Laos Garden.  Una maceta rojiza con textura de piel de pera (Rihi-Shudei o Nashikawa-Shudei). Se usan desgrasantes, como lo denominamos en arqueología, o chamota, en alfarería. Se trata de arcilla horneada y machacada hasta convertirse en pequeños granos que se mezclan con la arcilla modelable para conseguir este efecto. Se emplean colores distintos entre granos y arcilla para conseguir un mayor contraste de color y realzar el efecto. Kataoka Makoto. Medidas: 40,8 x 29,2 x 10,5 cm. Colección Laos Garden.  A la izquierda o arriba tenemos un tambor (taiko) esmaltado en azul por Kataoka katsushi, un modelo empleado por su padre Kataoka Makoto. Colección Laos Garden. A la derecha o abajo detalle de un antiguo tambor en la publicación «Bijutsu Bonki: Meihon Taisei» Mitsue Kataoka. Con Mitsue kataoka y Kataoka katsushi en Seizan Toen. Mitsue Kataoka Más allá de las figuras masculinas que han llevado el estandarte de Seizan, emerge una presencia femenina cuya influencia es innegable: Kataoka Mitsue. Esposa de Katsushi Kataoka, Mitsue no es simplemente una acompañante en este viaje artístico. Con su propio sello distintivo, ha impregnado al horno Seizan de una creatividad audaz y fresca, desafiando las convenciones establecidas por sus predecesores. Mientras las creaciones de su marido y su suegro se caracterizan por una formalidad clásica, las macetas de Mitsue destacan por su originalidad y atrevimiento, ofreciendo al mundo del bonsái piezas que son tanto funcionales como obras de arte en sí mismas. Curiosa maceta en forma de abanico con decoración incisa por Mitsue kataoka. Medidas: 19 x 8 x 6,6 cm. Colección Laos Garden.  Otro ejemplo de la originalidad y versatilidad de la obra de Mitsue. Medidas: 17 x 10,1 x 10,7 cm. Colección Laos Garden.  La accesibilidad

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Seizan Reiho LaosGarden

Pasión por la cerámica XXII. Seizan, Kataoka Katsushi.

Pasión por la cerámica XXII. Seizan, Reiho. Antigua foto de Kataoka Katsushi y alguno de sus sellos más representativos. Empezamos un par de artículos dedicados al horno Seizan Toen. (誠山). En esta afamada casa de Tokoname, que forma parte de la historia viva de la alfarería de la región, han trabajado varios ceramistas: Kataoka Makoto, padre de Kataoka Katsushi y responsanble de la trasmisión de los conocimientos y la tradición alfarera de la que hace gala el horno. Mitsue Kataoka, mujer de Reiho y el alma e inspiración de las macetas mame y de acento. Y finalmente el propio Kataoka Katsushi (片岡勝資), cuarta generación alfarera de su familia, conocido por su nombre artístico Reiho o Reihou (黎鳳), autor en el que nos centramos hoy y en quien recae el peso de dirigir este mítico horno fundado por su padre en 1889.  Entrada del horno. Cartel de Seizan Toen. Reiho Su nombre artístico, Reiho, no debe ser confundido con el horno, también de Tokoname, Reiho de Matsushita Hiroyuki, conocido artísticamente como Bonsái. Kataoka Katsushi nació en 1952.  Desde niño se interesó por la cerámica y aprendió observando a su padre. Estudió en el curso especial de la escuela secundaria de Tokoname, donde estuvo como aprendiz esmaltado con tecnologías de laboratoriotraídas de Seto. (Industria Nagoya).    Peculiar e inusual maceta de dimensiones de corte Kowatari. Medidas: 61 x 38,5 x 18 cm. Colección Laos Garden.  El estilo elegante y la maestría de la técnica de Kataoka se hace evidente en cada obra de Reiho. Produce macetas de corte clásico y sencillo, sin florituras innecesarias, casi siempre muy proporcionadas. Una clara excepción es la mostrada en el ejemplo anterior.  El equilibrio y simetría de las piezas es técnicamente perfecto y las proporciones entre el largo, ancho y profundidad de las macetas hacen que estas tengan una gran usabilidad para todas las especies y estilos de bonsái. Destacan sus macetas planas para arces.    Macetas planas para arces de Reiho en diferentes tamaños, formas y colores.  Colección Laos Garden. Emplea pastas generalmente grisáceas o púrpuras que adquiere, como otros maestros de la zona, en la Cooperativa de Tokoname. Trataremos más a fondo las pastas empleadas por este horno en el artículo dedicado a Makoto y Mitsue. Pese a su juventud también fue reconocido como maestro artesano. (Para saber más sobre esta condecoración haga clic en el enlace). Los esmaltes del horno Seizan. Esmaltes Maceta esmaltada preparada para cocer. Cubetas de esmaltes en Seizan Sus luminosos esmaltes, que han alcanzado reconocimiento a nivel mundial por su riqueza en matices y elegancia, son muy apreciados, tanto por los demás ceramistas de Tokoname, como por los aficionados al bonsái de todo el planeta, que valoran la gran usabilidad de estas piezas para sus árboles.  «Perseguir la funcionalidad como la belleza es un esfuerzo que vale la pena como alfarero”. Katsushi Kataoka. Como sus antepasados indagó verdaderamente en el arte del esmalte, moviéndose entre la manera tradicional para aplicar el esmalte de Seto y Tokoname, dando una nueva visión a la fábrica de su familia. Él da al esmaltado contemporáneo un uniforme gusto con blancos crema y amarillos, empleando materiales que eran importadas de las zonas más tradicionalmente dedicadas a la cerámica de China. Las variedad de verdes y azules completan una amplia paleta de colores.  Maceta esmaltada en blanco o Shiro, hay otra denominación para este tipo de tonos que se tomó de un lugar de China donde se realizaban estos esmaltes. El término es Kochi y se suele emplear para las macetas esmaltadas. Shiro Kochi se emplearía para referirse a estos tonos crema o blanco. Reiho es especialista en reproducir estos esmaltes de origen chino, que como se aprecia en las fotos adquieren preciosas pátinas con el pasar de los años. Colección Laos Garden. Maceta esmaltada en amarillo o «Kii», al igual que el esmalte blanco o «Shiro» son esmaltes de origen chino que no tienen secretos para Reiho. Medidas: 48,8 x 32 x 6,5 cm. Colección Laos Garden. Elegante maceta de Reiho en verde oribe. En la actualidad oribe se refiere a un color concreto de esmalte que se realiza con carbonato de cobre dando estos tonos de color verde brillante y transparente. Colección Laos Garden. Distintos estilos de macetas Reiho esmaltadas en diversas tonalidades de azul, desde las más claras o «kinyo» a las más oscuras o «ruri». Colección Laos Garden. Divertido detalle del taller de Seizan. Con Reiho en Bélgica en 2018. El maestro con uno de sus moldes. Para saber más sobre los esmaltes:  Los esmaltes en las macetas de bonsái. Yamafusa.  Los esmaltes en las macetas de bonsái II. Koyo, Juko. Los esmaltes en las macetas de bonsái III. Koyo, Aiba kouichirou.  Laos Garden Y hasta aquí nuestro artículo de hoy, esperamos que hayáis disfrutado de este viaje a Seizan Reiho y os haya servido para conocer un poco más sobre sus macetas y esmaltes. Os dejamos los enlaces directos anuestra web, donde podréis echar un vistazo a nuestra colección de éstas cerámicas que combinan a la perfección funcionalidad con una impresionante belleza. MACETAS DE AUTOR Y ANTIGUAS REIHO Síguenos en nuestro blog y redes sociales para no perderte nuestro próximo artículo «Pasión por la cerámica XXIII, donde daremos a conocer la obra de Makoto y Mitsue de Seizan.  FACEBOOK INSTAGRAM LINKEDING BLOG Créditos: Fotos Japón: Antonio Richardo. Técnicas del Bonsái. John Yoshio Naka. Tokoname bonsai pots.  Tokoname.jp. Archivo y colección Laos Garden.

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Pasión por la cerámica XXI. El tamaño de las macetas de bonsái.

Pasión por la cerámica XXI. El tamaño de las macetas de bonsái. Los bonsáis, como casi todo en este mundo, pueden ser clasificados de mil maneras. Por especies, claro está: coníferas, caducos y perennes.  También por su tamaño, su estilo, el número de troncos que los sostienen o la cantidad de árboles plantados juntos.  La maceta ha de estar a la altura del inquilino y en la proporción adecuada, es decir, la anchura de la maceta, una vez el bonsái ha completado su fase de diseño, ha de ser aproximadamente 2/3 de la altura del árbol.  Hoy nos ocupamos de la clasificación por tamaños, que va desde lo «microscópico» hasta árboles «gigantes» de más de un metro, porque el término bonsái no siempre significa diminuto. Aunque en la imaginación popular persista la idea de un arbolito de bolsillo, un miniatura de la naturaleza, conviene dejar claro que no hay una medida correcta.  Los intervalos de medidas varían de unos autores a otros, en rojo aparecen las categorías y medidas planteadas por John Yoshio Naka. Keshitsubu o Shito: Es el tamaño más reducido, se denomina tamaño de semilla de amapola. Según John Yoshio Naka: “La semilla se siembra directamente en la maceta para obtener mejores resultados”. Generalmente se considera esta categoría por debajo de los 5 centímetros. Es un tamaño fascinante, pero el cultivo y el modelado es bastante difícil. También se le llama bonsái de bolsillo. Maceta hexagonal con esmalte amarillo de la casa Bunzan de Seto, Japón. Medidas: 2 x 1,8 x 1,3 cm. Colección Laos Garden. Maceta de la República Checa esmaltada en rojo. Medidas: 3 x 3 x 1,9 cm. Colección Laos Garden. Pequeña maceta esmaltada en verde por Shibakatsu, Tokoname. Medidas: 3 x 3 x 2,5 cm. Colección Laos Garden. Mame: Convencionalmente es un bonsái del tamaño de la palma de la mano entre 5 y 15 centímetros de altura. Naka apunta que deben entran en una mano de tamaño medio 3 ó 4 ejemplares. Al igual que los Ketshisubu son difíciles de cultivar y diseñar. Espectacular maceta sin esmaltar para bonsái. Tallada a mano por el premiado autor Tani Ranzan. Medidas: 9,4 x 7,8 x 3,8 cm. Colección Laos Garden. Pequeña maceta en forma de mokko, esmaltada en verde. Jiang Kobayashi del horno Bokukakai (China). Medidas: 10,6 x 8,8 x 3,3 cm. Colección Laos Garden. Maceta para bonsái procedente de Tokoname de Hisashi Shu Kazumasa. Harumoto. Detalladas patas de nube. Medidas: 7,5 x 2,3 cm. Colección Laos Garden. Shohin: Árboles de menos de 25 centímetros, uno de los tamaños más buscados para los coleccionistas. Esta categoría no la incluye John Naka. Maceta sin esmaltar de Kataoka Katsushi (Reiho), del horno Seizan de Tokoname. Medidas: 12,5 x 11 x 3,8 cm. Colección Laos Garden. Maceta hexagonal esmaltada en azul por Saida Bikou (Tokio) Medidas: 11,7 x 10,3 x 6 cm. Colección Laos Garden. Elegante maceta sin esmaltar creada por Song Jiaron, Yixing (China).. Medidas: 12 x 4,2 cm.. Colección Laos Garden. Komono: Para Naka esta categoría comprende entre 12 y 18 centímetros. Otros autores unen esta categoría a Katade Mochi o Kotate Mochi y proponen un intervalo entre 15 y 31 centímetros de altura. Maceta de porcelana pintada a mano por Sekizan Kazan. Medidas: 15,5 x 9,7 x 8,5 cm. Colección LaosGarden. Maceta pintada a mano por Satomi, del horno Terahata, en Seto. Medidas: 16 x 12,1 x 4,4 cm. Colección Laos Garden. Elegante maceta sin esmaltar creada por Matsushita Masuo (Zenigo), del horno de Tokoname Izumi-Ya. Medidas: 18,1 x 14,1 x 5,7 cm. Colección Laos Garden. Katade Mochi:  Es el tamaño entre 20 a 40 cm de altura. Hay excepciones, por ejemplo el estilo en roca no entra en esta categoría. Es el tamaño más popular entre los amantes del bonsái. Maceta ovalada esmaltada en ocre por Tosui Masao (Seto). Medidas: 23,5 x 15,7 x 3,8 cm. Colección Laos Garden. Maceta coreana esmaltada en azul de la casa Tongrae. Medidas: 24 x 18 x 6,2 cm. Colección Laos Garden. Maceta rectangular con relieve en forma de bambú, del horno Shunhosho de Tokoname. Medidas: 27 x 20,3 x 3 cm Colección Laos Garden. Chumono: El tamaño mediano de bonsái, entre 45 y 90 centímetros de altura, recibe este calificativo. Es la medida ideal que un hombre puede manejar sin ayuda. Es el más empleado a la hora de exponer. Otros autores proponen un intervalo entre 30 y 60 centímetros de altura. Maceta para bonsái rectangular con elegantes patas de nube. De la reconocida casa Tazan de Tokoname. Medidas: 40 x 28,2 x 13,2 cm. Colección Laos Garden. Preciosa y antigua maceta para bonsái, con patas de nube. Shigaraki. Medidas: 40 x 29 x 12 cm. Colección Laos Garden. Preciosa maceta para bonsái sin esmaltar. Procedente del horno Yamaaki, Tokoname. Medidas: 35,4 x 11 cm. Colección Laos Garden. Omono: Sin incluir la maceta son árboles entre 90 y 120 centímetros de alto. El nombre hace alusión a que se necesitan varias personas para levantarlo. Otros autores proponen un intrevalo entre 60 y 120 centímetros de altura. Maceta para bonsái rectangular con precioso esmalte, fabricada por Reiho. Tokoname. Medidas: 68 x 38,5 x 18 cm. Colección Laos Garden. Antigua e impresionante maceta de gran tamaño de Yamato Sanko. Tokoname. Medidas: 63,3 x 47 x 10 cm. Colección Laos Garden. Impresiónate maceta para bonsái, esmaltada en verde (oribe), forma de tambor. Sello y firma: Koyo Aiba Koichirou (Tokoname). Medidas: 62,5 x 12 cm. Colección Laos Garden. Hachi-Uye:  Cuando los bonsáis miden más de 130 centímetros de alto reciben el nombre de “Hachi-Uye”. En Europa nos referimos también a ellos como bonsái de jardín, ya que se exhiben principalmente en patios o exposiciones temporales de grandes edificios. Los arboles de jardín que no están en maceta, es decir, que están plantados directamente en el suelo, aunque estén educados en algún estilo de bonsai no se consideran bonsáis y reciben el nombre de “Niwa-Gi”, tengan el tamaño que tengan. En Japón seleccionando macetas tamaño Hachi-Uye. En Laos Garden con macetas Hachi-Uye. 2025

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Pasión por la cerámica XX. El misterio de las macetas Shinwatari.

Pasión por la cerámica XX. El misterio de las macetas Shinwatari. Entre 1911 y 1940, China y Japón jugaron al gato y al ratón en un tablero donde la pólvora hablaba más alto que la diplomacia. Hubo roces, escaramuzas y alguna que otra puñalada trapera entre embajadores, hasta que la tensión, que olía a pólvora desde hacía tiempo, estalló en una guerra a cara de perro: la Segunda Guerra Sino-Japonesa (1937-1945). Aquello no fue más que un sangriento ensayo general, un prólogo siniestro de la carnicería que estaba por venir, la Segunda Guerra Mundial, el mayor festín de sangre y hierro que ha conocido la humanidad. En este artículo iremos alternando episodios de la historia china y japonesa. Para que resulte más sencillo identificar a cuál nos referimos en cada momento, utilizaremos el color verde para los pasajes dedicados a China y rojo granate para los relativos a Japón. Esperamos que esta pequeña guía visual haga la lectura más amena y comprensible. El contexto histórico. A comienzos del siglo XX, China estaba sumido en la decadencia y la corrupción de la dinastía Qing. En 1911 estalló una chispa que incendiaría el imperio: la Revolución de Xinhai. Los revolucionarios, hartos de siglos de opresión y humillación extranjera, se alzaron contra el trono. Sun Yat-sen, desde el exilio, se erigió como líder de este movimiento que buscaba modernizar y liberar a la nación. Tras la Restauración Meiji, el país había abrazado la modernidad con gran voracidad, adoptando tecnologías occidentales y reformando sus estructuras sociales y políticas. Sin embargo, bajo la superficie de este progreso, latía un corazón imperialista que buscaba expandir su influencia más allá de sus costas. Con la abdicación del último emperador  en 1912, nació la República de China. Pero la esperanza pronto se tornó en desilusión. El país se fragmentó bajo el yugo de señores de la guerra, cada uno más despiadado que el anterior, sumiendo a la nación en un caos de ambiciones y traiciones. En medio de este desorden, emergieron dos figuras que marcarían el destino de China: Chiang Kai-shek, líder del Kuomintang, y Mao Zedong, al frente del Partido Comunista. Aliados en un principio contra los señores de la guerra, pronto se volvieron enemigos acérrimos, arrastrando al país a una guerra civil sin cuartel. Chiang Kai-shek, líder del Kuomintang, y Mao Zedong, al frente del Partido Comunista, en su último encuentro. Emperador Yoshiito(Taisho Tenno) En 1912, con la muerte del emperador Meiji, se cerraba una era de transformaciones profundas. Su sucesor, el emperador Taishō, asumió el trono en medio de tensiones internas y externas. Japón, que ya había demostrado su poderío militar en la guerra ruso-japonesa de 1904-1905, comenzó a mirar con codicia los vastos territorios de Asia oriental. Aliado de potencias occidentales durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Japón vio la oportunidad, mientras Europa se desangraba en las trincheras, de consolidar su presencia en China, presentando las «Veintiuna Demandas» a una República China tambaleante, buscando controlar vastas regiones chinas política y económicamente.  La Gran Depresión de 1929, llevando al desempleo y al descontento social fue el caldo de cultivo para que el militarismo comenzara a ganar terreno, y voces que clamaban por una expansión agresiva se hicieron más fuertes. Japón continuaba mirando con codicia las tierras chinas. En 1931, sin una declaración formal de guerra, Manchuria cayó bajo su control.  Japón estableció el estado títere de Manchukuo, con el último emperador chino, Puyi, como figura decorativa. La comunidad internacional condenó la agresión, pero las sanciones fueron tibias, y Japón se retiró de la Sociedad de Naciones en 1933, desafiando abiertamente el orden mundial establecido. En 1937, la invasión se intensificó, desatando una brutalidad que dejó cicatrices imborrables en el alma china. El ascenso del militarismo fue imparable. Los líderes civiles fueron desplazados o eliminados, y el gobierno cayó bajo el control de oficiales que veían en la guerra la solución a los problemas económicos y demográficos de la nación. La propaganda exaltaba el bushido, el código de honor samurái, y preparaba a la población para futuros conflictos. Las tensiones con China estallaron en una guerra abierta tras el Incidente del Puente Marco Polo. Las tropas japonesas avanzaron rápidamente, capturando ciudades clave como Pekín y Shanghái. Sin embargo, fue en Nankín donde el mundo fue testigo de la brutalidad desatada: masacres, violaciones y una destrucción sin sentido que dejaron una mancha imborrable en la historia.Al llegar 1940, Japón había firmado el Pacto Tripartito con Alemania e Italia, alineándose con las potencias del Eje. La nación se encontraba en una encrucijada, embriagada por sus éxitos militares pero cada vez más aislada diplomáticamente. La maquinaria bélica seguía su curso, y el sol naciente se preparaba para desafíos aún mayores en el horizonte.Así, en menos de tres décadas, Japón transitó de una nación en proceso de modernización a un imperio agresivo, cuyas ambiciones y acciones cambiarían para siempre el curso de la historia mundial. La victoria de Mao Zedong y del Partido Comunista de China en la Revolución de 1949 dio origen a la República Popular China, poniendo fin a los largos años de guerra civil. Este acontecimiento histórico consolidó el dominio comunista en el país y situó a Mao como la figura central del nuevo orden político. Las macetas Shinwatari Las macetas chinas llegadas a Japón en este periodo son de tan buena calidad como la de los periodos anteriores, las Kowatari y las Nakawatari, pero sus formas y diseños varían ampliando el abanico de modelos y decoraciones. Se ven bandejas considerablemente más planas, acabados bruñidos, formas de saco, decoraciones incisas, etc. Se conocen como Shinwatari o Shinto (新渡), y también como Imawatari (今渡), términos que significan literalmente «nuevo cruce». Estas piezas llegaron a las islas, como ya mencionamos, entre 1911 y 1940. Jhon Yoshio Naka las describe con precisión al referirse a «las macetas que arribaron antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial». Algunas de estas macetas reproducen las formas —e incluso los característicos orificios de drenaje— de las antiguas Kowatari, ya sea con agujeros

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Pasión por la cerámica XIX. Las macetas para bonsái Nakawatari.

Pasión por la cerámica XIX. Las macetas para bonsái Nakawatari. Después de las macetas chinas Kowatari, que llegaron a Japón antes de 1868, pasamos ahora a las piezas introducidas entre 1868 y 1912, coincidiendo con la era Meiji o Meiji jidai (明治時代). Estos recipientes se conocen con el nombre de Nakawatari (中渡). Elegante maceta Nakawatari de labio abierto y delicadas patas de nube. Loza «soba» o de grano sarraceno. Una forma muy imitada en Japón especialmente empleada en pinos. Medidas: 35,7 x 25,1 x 8,7 cm. Colección Laos Garden.   Un poco de contexto histórico: El periodo Meiji Este periodo marcó una transformación profunda en Japón, que dejó atrás el sistema feudal del shogunato Tokugawa para convertirse en una monarquía centralizada. Comenzó en 1868 con la restauración del emperador Meiji y concluyó en 1912, al fallecer este monarca. Durante estos años, el país emprendió reformas políticas, sociales y económicas que lo impulsaron a convertirse en una potencia industrial moderna. Se promulgaron nuevas leyes, se reformó el sistema educativo y se modernizó el ejército siguiendo modelos occidentales. Japón abrió sus puertas al mundo, adoptó tecnologías e industrias extranjeras y asimiló diversos aspectos de la cultura occidental. Paralelamente, inició su expansión territorial, comenzando por la anexión de regiones cercanas. La modernización se consolidó con la promulgación de una nueva constitución y el establecimiento de un sistema parlamentario. La Primera Guerra Sino-Japonesa (1894-1895) tuvo como propósito fortalecer la influencia política y militar de Japón y asegurar el acceso a recursos estratégicos en la región. Este conflicto puso en evidencia el fracaso de la dinastía Qing para modernizar su ejército y proteger su soberanía, en claro contraste con el éxito alcanzado por Japón tras la Restauración Meiji. Durante la era Meiji, la reapertura al comercio exterior propició, entre otras cosas, un auge en la importación de macetas chinas, que se convirtieron en un símbolo del renovado interés japonés por el arte y la artesanía extranjeros. Ilustración «Kenpō happushiki no zu» muestra la ceremonia de promulgación de la Constitución Meiji (Colección Especial de la Librería Metropolitana de Tokio). ¿Cómo son las macetas Nakawatari? Las macetas Nakawatari se distinguen por sus elegantes formas rectangulares, redondas u ovaladas, apreciadas tanto por su estética como por su funcionalidad. Al igual que las Kowatari, presentan una gran variedad y están elaboradas con arcilla de alta calidad, lo que favorece la retención adecuada de humedad y una óptima ventilación para las raíces del bonsái. Según John Yoshio Naka, muchas de estas macetas son cocidas durante meses a bajas temperaturas, utilizando exclusivamente tallos de arroz como combustible. Existen numerosos sellos de los hornos donde se fabricaban, y aunque su significado literal es “Cruce medio”, la mayoría de las Nakawatari que se conservan hoy en día no presentan sello alguno. Maceta típica Nakawatari, de forma ovalada y sin esmaltar, elaborada en pasta de grano sarraceno. Presenta los característicos pequeños orificios de drenaje, situados lejos del centro en la base, detalle distintivo de esta pieza. Si se me permite una nota de humor, me recuerdan a las bandejas en las que se sirve el cochinillo asado en Segovia. Medidas: 45,5 x 30,3 x 8,5 cm. Perteneciente a la colección Laos Garden. Existen numerosos sellos de los hornos que las producían, muy valorados, y cuyo significado literal es “Cruce medio”. Sin embargo, la mayoría de las Nakawatari que han llegado hasta nosotros carecen de sello. La clásica maceta rectangular Nakawatari, sin sellar, destaca por su diseño sencillo y funcional. Al igual que en los ejemplos anteriores, esta pieza elaborada en pasta de grano sarraceno se distingue por sus pequeños orificios de drenaje ubicados en las esquinas.  Por lo general, sus dimensiones tienden a ser más estrechas que las de las macetas contemporáneas. Sus medidas cocretas son 41,6 x 24 x 10,6 cm.  Forma parte de la colección Laos Garden. Existen numerosos sellos de los hornos responsables de su fabricación, apreciados por su valor documental histórico que datan inequivovamente estas macetas llamadas de “Cruce medio”. No obstante, la mayoría de las macetas Nakawatari que han llegado hasta nuestros días carecen de sello. Elegante maceta sin esmaltar Nakawatari de cantos redondeados o «nade kaku» y banda central en el cuerpo de la maceta o «Do himo futa suji». Medidas: 39 x24,8 x 9 cm. Colección LaosGarden Para profundizar en el conocimiento sobre los hornos en los que se cocieron estas macetas, les invitamos a visitar: Pasión por la cerámica XXIII. Un breve recorrido histórico: los orígenes de las macetas de bonsái en China. La mayoría de estas macetas presentan un acabado sin esmaltar, otorgándoles un carácter rústico y auténtico. No obstante, también se encuentran versiones esmaltadas, especialmente en tonos blanco, verde y azul, destacando entre estos últimos el distintivo azul Namako. Gracias a su origen y excelente calidad, estas piezas son altamente valoradas tanto por coleccionistas como por cultivadores de bonsáis. Maceta Nakawatari, rectangular y esmaltada en blanco o «shiro Kochi». Los agujeros de drenaje originales son los esquinados, los que están junto a las patas. Estos son típicos del periodo. Los agujeros centrales están hechos en un periodo posterior a la cocción. Medidas: 37,5 x 25,1 x 8,7 cm. Colección Laos Garden. Maceta Nakawatari ovalada con esmalte azul Namako. Sello del horno Katsutokuwa. Medidas: 58 x 37 x 5,8 cm. Colección Laos Garden.  El esmalte Namako es una técnica tradicional de la cerámica china, reconocida por su profundo tono azul salpicado de manchas blancas y negras. Su nombre, que significa «babosa de mar», evoca el aspecto brillante y moteado que recuerda a la piel de este animal marino. Más allá de su singular belleza, este esmalte destaca por la complejidad de su elaboración, testimonio de la paciencia y el talento de los ceramistas que dan vida a piezas verdaderamente únicas. Para profundizar en el tema de los esmaltes: Los esmaltes en las macetas de bonsái I Los esmaltes en las macetas de bonsái II Los esmaltes clásicos en el taller de Yamafusa Los esmaltes clásicos en el taller de Koyo Toen La evolución de los

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Pasión por la cerámica XVIII. Las macetas para bonsái Kowatari.

Pasión por la cerámica XVIII. Las macetas para bonsái Kowatari. En el artículo anterior de Pasión por la Cerámica exploramos cómo el aislamiento de Japón provocó que los productos extranjeros fueran escasos y recibieran denominaciones diversas, según la época en que arribaron al país. Los objetos foráneos —como obras de arte, libros, medicinas, entre otros— que fueron importados principalmente desde China antes y durante el Período Muromachi (室町時代, 1392-1568), reciben el nombre de «Ookowatari» (大古渡). Este término hace referencia a importaciones de gran antigüedad. Pergamino pintado que muestra samuráis del período Muromachi (1333-1573 d.C.). 1538 d.C. (Museo Guimet, París) Kinkaku-ji o Templo del Pabellón de Oro. Fue construido originalmente en 1397 como villa de descanso del shogun Ashikaga Yoshimitsu. Productos Kowatari: un poco de contexto histórico El periodo Edo, también llamado era Tokugawa, se extendió desde 1603 hasta 1868, durante el cual Japón estuvo bajo el gobierno de la familia Tokugawa. Su nombre proviene de la ciudad de Edo, actual Tokio, que sirvió como capital en esos años. En 1603, Tokugawa Ieyasu asumió el título de shogun, dando inicio a un régimen centralizado. Esta etapa se caracterizó por una prolongada paz interior, un notable crecimiento económico y un significativo desarrollo cultural. La sociedad japonesa quedó organizada en estrictas clases sociales, mientras que el shogunato adoptó una política de aislamiento para preservar la influencia extranjera. La economía giró en torno a la agricultura y el comercio, y la cultura popular vivió un auge con expresiones como el ukiyo-e, las célebres pinturas de la “vida flotante”, y el teatro kabuki. En 1853, la llegada de los navíos estadounidenses comandados por Matthew Perry obligó a Japón a abrirse al comercio internacional. Finalmente, en 1868, la caída del shogunato y el inicio de la Restauración Meiji marcaron el fin de este período histórico. El término «Kowatari» alude a importaciones antiguas, denominado comúnmente «cruce antiguo», y se emplea comúnmente para referirse a utensilios de té y telas emblemáticas. Estos productos llegaron a las islas antes de 1800 o 1869, y entre las diversas telas, que superaban los 400 tipos, destaca una llamada sarasa (更紗). Se trata de tejidos de algodón estampado, que sirven de inspiración para las telas modernas usadas en el envoltorio de macetas, suisekis y mesas antiguas. Estas piezas, conocidas como “Taoru kuka-yu”, se utilizan para cubrir y exhibir los objetos antes de guardarlos en cajas de madera hechas a medida, conocidas como “kiribako”. Maceta envuelta en su paño «»Taoru kuka-yu» y dentro de la caja «Kiribako». Se trata de una maceta de Ikko, de la casa Shouzan Kaneshou de Tokoname. Decoración pintada de un tigre blanco por Setsudo Kodou (Kodo). Colección Laos Garden. John Yoshio Naka sitúa la llegada de las macetas Nakawatari en la era Meiji (1869–1911). En consecuencia, las Kowatari habrían llegado antes de 1869, durante el período del shogunato Tokugawa (1603–1867).En la fotografía vemos a John Yoshio Naka, autor de Técnicas del Bonsái, considerado por muchos como el mejor libro sobre el arte del bonsái, junto a uno de sus árboles más célebres: «Goshin». Las macetas Kowatari y Nakawatari gozan de una gran estima en Japón, donde sus formas, texturas y tonalidades han sido fuente de inspiración desde su introducción. Durante el siglo XX, la mayoría de las macetas utilizadas en las más prestigiosas exposiciones japonesas, como el Kokufu-Ten, procedían de China. Hoy en día, los grandes maestros del bonsái en Japón, como Suzuki y Kobayashi, son auténticos coleccionistas de estas piezas excepcionales. Macetas antiguas en sus «Kiribako». Museo Shunkaen de Kunio Kobayashi Junto al maestro Kunio Kobayashi. En el Museo de Bonsái Shunkaen, fundado por Kunio Kobayashi, tuvimos el privilegio de contemplar su extraordinaria colección de antiguas macetas chinas, entre las que destacan las exquisitas Kowatari, Nakawatari y Shinwatari. Maceta kowatari con un desmesurado agujero de drenaje, idéntico al que se ve en la penúltima foto de la colección de Kobayashi. Medidas: 61 x 40,3 x 20,7 cm. Colección Laos Garden. Quizás el jardín que más me ha maravillado en todo Japón es el de Obuse, en el Museo Taikan de Shinji Suzuki. No pretendo aquí detallar las obras maestras del bonsái ni la exquisita armonía del entorno, pues ese será tema para otro artículo. Más allá de lo ya mencionado, la colección de cerámica resulta impresionante, y la sección dedicada a las antiguas macetas chinas es, sin duda, una joya auténtica. Sara Camacho, una española que ha dedicado varios años como aprendiz en el vivero, tuvo la amabilidad de mostrarnos cada rincón del jardín. Mientras los demás contemplaban los árboles y el conjunto del jardín, yo aproveché para quedarme en la sala de las Kowatari y Nakawatari. Creo que es, si no la mejor, una de las colecciones más destacadas de este tipo de macetas. En exposiciones de renombre, como la Kokufu-ten, es habitual que se exijan macetas que respeten tanto el diseño del árbol como su antigüedad y calidad; en ese sentido, las antiguas macetas chinas siempre son una elección insuperable. Muchas de estas piezas y sellos solo los había visto hasta entonces en libros. Colección de Shinji Suzuki. Museo Taikan. Junto a Shinji Suzuki Colección de Shinji Suzuki. Museo Taikan. Detalle de una pata con cabeza de dragón Colección de Shinji Suzuki. Museo Taikan. Árboles del último shogun Tokugawa Yoshinobu. (1837 – 1913) Colección de Shinji Suzuki. Museo Taikan. Colección de Shinji Suzuki. Museo Taikan. Colección de Shinji Suzuki. Museo Taikan. Tokugawa Yoshinobu, décimo quinto y último shogun de la dinastía Tokugawa, nació en 1837 y asumió el cargo en 1867. Durante su breve mandato, se vio enfrentado a crecientes presiones tanto internas como externas que desafiaban el antiguo orden feudal. En 1868, tras la Revolución Meiji, renunció voluntariamente al poder, entregando el gobierno al emperador Meiji. Retirado de la vida pública, vivió en un exilio relativo, aunque mantuvo cierta participación en episodios políticos. Falleció en 1913, dejando un legado fundamental en la transición de Japón de un sistema feudal a una nación moderna. En el jardín de Shinji Suzuki aún se conservan dos pinos

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macetas Kowatari, llegadas antes de 1800

Pasión por la cerámica XVII. Las macetas chinas llegadas a Japón.

Pasión por la cerámica XVII. Introducción a las macetas chinas llegadas a Japón. Tal como explicamos en el artículo sobre el origen de la cerámica en Japón, las influencias externas comenzaron a llegar a las islas en épocas muy tempranas. Ya durante el período Yayoi (400 a.C. – 300 d.C.), los intercambios con el sudeste del continente asiático eran habituales, en particular con las regiones costeras de lo que hoy conocemos como China y Corea. La llegada de los europeos —primero los portugueses en 1543 y luego los españoles hacia 1600— marcó el inicio de un intenso intercambio cultural. A esta primera oleada siguió una segunda etapa con la llegada de los holandeses en 1609 y, en menor medida, de los ingleses en 1613. Este contacto, sin embargo, no siempre fue bien recibido por los habitantes de las islas, quienes vieron alteradas sus costumbres y formas de vida. Pintura china donde se representa una batalla naval entre piratas wokou y embarcaciones chinas (siglo XVIII). El encuentro entre dos mundos Desde al menos el siglo XII, barcos japoneses dedicados a la piratería —conocidos como wokou— asolaron las costas de China y Corea. Esta amenaza llevó al emperador chino a restringir el comercio marítimo durante décadas, situación que los portugueses aprovecharon para convertirse en intermediarios comerciales. Por otro lado, el primer contacto directo entre Japón y los portugueses, en el siglo XVI, resultó crucial para los japoneses, quienes se encontraban inmersos en un largo periodo de conflictos internos conocido como período Sengoku. Las armas de fuego que los portugueses introdujeron fueron rápidamente replicadas por los artesanos japoneses y utilizadas por líderes militares como el daimyo Oda Nobunaga, quien empleó estas nuevas tecnologías para consolidar su poder y transformar el panorama político del país. Shogun 1890 Shogun 2024 La Edad de Oro de los samuráis El turbulento período Sengoku y la llegada de los primeros europeos a Japón han encontrado un eco fascinante tanto en la literatura como en el cine. Un ejemplo reciente es el remake de la mítica serie Shōgun, basada en la novela de James Clavell. La versión original de 1980, protagonizada de forma memorable por Richard Chamberlain, me llenaba de emoción cuando era niño. La nueva adaptación, estrenada en 2024 y encabezada por el magnífico Hiroyuki Sanada, resulta quizá más fiel al espíritu de la novela y ofrece una mirada renovada y vibrante. Otro ejemplo destacable es la serie documental La Edad de Oro de los Samuráis, lanzada en febrero de 2021, que narra con rigor y detalle esos primeros encuentros entre Japón y Occidente. Rechazo a lo foráneo Tras los primeros encuentros con los europeos, Japón se enfrentó a nuevos desafíos: la expansión de la fe cristiana y la posibilidad de que futuras llegadas extranjeras pusieran en riesgo el poder de los señores feudales que gobernaban las islas. Aprovechando su carácter insular, el país decidió cerrar sus puertos y fronteras, adoptando una política claramente aislacionista. A medida que crecía la desconfianza de los líderes militares hacia los extranjeros y se intensificaba el temor a la difusión del cristianismo, el shogunato Tokugawa decidió, en 1639, expulsar oficialmente a todos los europeos. Desde entonces, los contactos con el exterior quedaron severamente limitados y sometidos a un estricto control por parte del régimen Tokugawa. Una carraca o embarcación portuguesa en el puerto de Nagasaki, antes de la era Sakoku. En un biombo pintado japonés por Kano Naizen 1571 – 1639. (Museo de la ciudad de Kobe, Japón). A esta postura de aislamiento se la conoce como sakoku (鎖国), que significa literalmente “país encadenado”, un término que comenzó a utilizarse recién en el siglo XIX. En medio de este prolongado aislamiento y la profunda desconfianza hacia el extranjero, resulta natural imaginar que los objetos provenientes de fuera de Japón eran sumamente escasos. No obstante, durante el periodo sakoku, el cierre del país no fue absoluto. Se mantuvieron algunos vínculos limitados con naciones extranjeras: En la isla de Tsushima se desarrollaba el comercio con el reino de Chosen, en lo que hoy conocemos como Corea. Las islas Ryukyu, bajo el dominio del clan Shimazu, permitían la llegada de embarcaciones chinas de la dinastía Ming. Por último, el intercambio con los Países Bajos se realizaba desde un pequeño islote llamado Dejima, ubicado en la bahía de Nagasaki. …y nuevamente la puerta abierta hacia el mundo Este sistema se sostuvo con ciertas oscilaciones hasta 1853, cuando el comodoro estadounidense Matthew Perry arribó a la bahía de Tokio, entonces vedada a los extranjeros. Su poderosa escuadra de buques de guerra a vapor, enarbolando la bandera de Estados Unidos, llegó con la exigencia de abrir el comercio y obligó a la firma de lo que más tarde se conocería como el Tratado de Kanagawa. Barco de vapor estadounidense USS commodore Perry. Construido en 1859 en honor a Matthew Calbraith Perry y su hermano Oliver Hazard. Junco, nombre que reciben los barcos de vela chinos. Grabado japonés en madera de 1644. Inicio del período Sakoku. En 1868, la Revolución Meiji marcó un hito decisivo en la historia de Japón. El emperador recuperó su autoridad y promovió una serie de reformas destinadas a modernizar la sociedad japonesa, inspirándose en el modelo de la Prusia liberal bajo Guillermo I. Así, Japón inició un proceso de occidentalización y transformación que, en poco tiempo, lo catapultó a la condición de potencia económica mundial. La llegada de productos a Japón Para comenzar, presentaremos una lista de los nombres asignados a los productos que arribaron a Japón, clasificados según su época de llegada. Entre estos productos, que incluyen las cerámicas chinas elaboradas en hornos tradicionales, se emplean distintos términos para referirse a ellos, dependiendo del momento en que fueron introducidos al país. Ookowatari: (大 古渡) Significa importación muy antigua. Son productos importados hasta el 1500. Kowatari: Se puede traducir como cruce antiguo. Entre la variedad de productos que llegan a Japón en este periodo se encuentran las macetas para plantas. Se llama Kowatari a las macetas que arriban antes de 1800. Maceta china kowatari

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Pasión por la cerámica XVI. Watanabe Kei, Maruhei: El artesano tradicional.

Watanabe Kei, Maruhei. Pasión por la cerámica XVI: Los artesanos tradicionales. Nos enfrentamos hoy a uno de los autores más enigmáticos de Tokoname. Conocido como Maruhei (有趣), su nombre real es Watanabe Kei (渡辺敬). Regentó durante décadas un horno llamado Yuushu Keishin Maruhei, fundado según los textos en 1898. Elegante maceta de Maruhei. Cerámica circular con patas de nube. Medidas: 42 x 15,2 cm. Colección Laos Garden. Listados del mayorista durante la década de 1970. En amarillo, la sección destinada a Yuushu Keishin Maruhei. Aquellos años marcaron el auge de las macetas para bonsái de Tokoname, antes de que el mercado se viera inundado por las piezas procedentes de Yixing, China. Maruhei ha sido reconocido como maestro artesano (伝統工芸士) y distinguido con la medalla de la Orden del Tesoro Sagrado. A pesar de estos honores, y de figurar en los listados de coleccionistas desde los años 70 —así como en sus versiones digitalizadas en los 90—, sigue siendo uno de los autores más subestimados. Rara vez se le incluye en los libros de mayor prestigio dedicados a la cerámica para bonsái, en los que, paradójicamente, sí aparecen otros ceramistas que no cuentan con la distinción de maestro artesano. ¿Qué es la Orden del Tesoro Sagrado? La Orden del Tesoro Sagrado, instituida en 1888, es una condecoración que se otorga a hombres y mujeres en reconocimiento a sus años de dedicación al servicio público y a los méritos alcanzados. Su diseño presenta dieciséis cuentas, alternando tamaños, dispuestas en torno a un espejo del tesoro —una reliquia ancestral—, del cual emanan cuatro u ocho rayos de luz. Entre la insignia y la cinta, se encuentra una daga ornamentada con flores y hojas de paulownia. Medalla de la Orden del Tesoro Sagrado. Medalla y certificado de la Orden del Tesoro Sagrado. El texto comienza con: «El Emperador de Japón es…» y el sello del país, «El Gran Sello de Japón». ¿Qué es un maestro artesano? El título de Maestro Artesano representa un alto reconocimiento otorgado por la Asociación para la Promoción de la Industria de la Artesanía Tradicional (Fundación General Incorporada). Esta entidad, vinculada al gobierno de Japón, distingue como “artesanos tradicionales” a aquellos profesionales que, entre los ingenieros dedicados a la producción de artesanías designadas por el Ministro de Economía, Comercio e Industria, demuestran un dominio excepcional de técnicas y saberes ancestrales. Quienes reciben este honor asumen el compromiso de salvaguardar el legado cultural de su oficio. Se espera de ellos no solo una continua dedicación al perfeccionamiento de su arte, sino también la responsabilidad de transmitir sus conocimientos y habilidades a las generaciones venideras. Distintivo artesano tradicional. Yukihiro Nakawaza mostrando su distinción como artesano tradicional en el proceso de fabricación de altares budistas y aplicación de pan de oro. Junto a Maruhei, varios autores de Tokoname atesoran esta distinción: Akiji Kataoka y Kataoka Sadamitsu del horno Yamaaki, Watanabe Kakuyuki de Kakuzan, Kataoka Katsushi (Reiho) de Seizan, Kataoka Susumu y Kataoka Hidemi de Yoshimura, Matsushita Masuo de Izumi-Ya, Watanabe Masami de Shouzan Kaneshou, Mizukami Kiyoshi de Kyokusei, Watanabe Akira y Watanabe Fumikazu (Jukousan) de Akira Shouzan, Sawada Shigeharu de Marushi Shigeharu y Matsushita Reiji de Reiho. Desde mi perspectiva, Maruhei es uno de los ceramistas que mejor domina el acabado de piezas sin esmaltar, junto con Gyozan y Sanpou. Su obra posee una serie de cualidades que le confieren un carácter inconfundible, una identidad estética que ha sido frecuentemente emulada por otros artesanos. Cabe señalar, además, que ni Gyozan ni Sanpou ostentan la distinción de maestro artesano. Tambor de Gyozan Yukizou de pasta Shi-dei. Medidas: 37,7 x 8,7 cm Colección Laos Garden Maceta de gran porte, rectangula, hecha a mano por Sanpou. De pasta Shu-dei con tonos hiiro-Yaki o escarlatas. Medidas: 87,3 x 61 x 23 cm. Colección Laos Garden. Maruhei era un hombre a quien conocimos ya entrado en años. Su mirada profunda y la habilidad de sus manos contrastaban con su extrema delgadez y una fragilidad que, a simple vista, parecía dominar su figura.  Al parecer, en sus primeros años, Watanabe elaboraba sus piezas en un horno tipo Noborigama, de estructura escalonada. Con el tiempo, estableció su propio taller en Tokoname.» Las transcripciones del nombre y del horno de Maruhei presentan notables variaciones según la publicación. Este autor utiliza una gran diversidad de sellos para firmar sus obras: en algunos aparece únicamente «Maruhei», en otros «hecho por Maruhei» y en otros, «Yuushu». Suele estampar sus sellos en la base de las piezas y, en ocasiones, añade un sello más pequeño en alguna de las caras exteriores de las macetas. Además, es habitual que reserve su firma para sus trabajos más destacados. Detalle del sello en la parte exterior de la maceta. Colección Laos Garden. Detalle de sello y firma de Maruhei. Colección Laos Garden. Algunos de sus sellos se emplean en un tipo de macetas que evocan las antiguas piezas chinas conocidas como Nakawatari y Kowatari. Se trata de macetas de aspecto más rústico y robusto, a menudo de gran tamaño. Es posible que, en ciertos casos, hayan sido realizadas por algún discípulo. Sin embargo, las fuentes que he consultado no aclaran si estos alumnos pertenecían también a la familia Maruhei, aunque el señor Yasuo Kataoka me comentó en una ocasión que, efectivamente, así era. Es conocido que los fabricantes japoneses utilizarán diferentes sellos durante distintos períodos de su vida creativa. A veces, el artista utiliza un sello o una firma diferente para significar la más alta o baja calidad de la maceta. A veces tienen varios sellos para cerámicas de distintos tamaños, sólo porque los grandes no entran en las macetas pequeñas. En resumen, un buen entretenimiento para los coleccionistas de macetas entre los que me encuentro. Las arcillas utilizadas para elaborar estas macetas provienen de Tokoname y se distinguen por su gran dureza tras la cocción, además de desarrollar bellas pátinas con el paso del tiempo. Este efecto es especialmente notable en las pastas claras o doradas, como la del presente ejemplo, conocidas también como Touka-dei o “de flor

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portada pasión por la cerámica

Pasión por la cerámica XV. Los seis hornos tradicionales y su influencia en las macetas de bonsái.

Pasión por la cerámica XV: Los seis grandes hornos tradicionales. Hoy en día, la alfarería japonesa vive un momento vibrante. En todo el país abundan los comercios que exhiben con orgullo una gran variedad de piezas cerámicas: utensilios de cocina, vajillas, tazones para el té y mucho más. Estos objetos no son simples accesorios, sino parte esencial de la vida cotidiana en Japón, respaldados por una tradición milenaria que sigue plenamente vigente. La cerámica en Japón está profundamente entrelazada con su cultura gastronómica. El hecho de que los comensales sostengan cuencos y platos con las manos crea un vínculo íntimo con cada pieza, que no solo cumple una función práctica, sino que también refleja el paso de las estaciones y el gusto estético del momento. Esta relación cercana y respetuosa se manifiesta también en técnicas como el kintsugi, donde las fracturas de una pieza se reparan con metales preciosos, celebrando la belleza de lo imperfecto y reafirmando el valor de cada objeto. Kintsugi es una técnica de origen japonés para reparar las fracturas de la cerámica. Se emplea barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro. Preciosa maceta Nakawatari esmaltada en blanco, del horno Syouhainoin. Medidas: 43 x 26,7 x 6,8 cm. Colección Laos Garden. Hacia el final del periodo “Kamakura” y durante el periodo “Muromachi” (1400-1600) existían en Japón varios centros de actividad cerámica. Los más importantes fueron Tokoname, Shigaraki, Tanba, Bizen, Echizen y Seto. Son conocidos como los seis grandes hornos de Japón, o en japonés «Rokkoyo». En este artículo tratamos la evolución de estos seis hornos de tradición milenaria y de como su producción  ha influido el los estilos de la cerámica de bonsái. Situación geográfica Se sitúan en la zona central de la isla de Honshu, la mayor de Japón, donde se localizan grandes canteras de barros de las que se nutren los «Seis hornos antiguos». Son diferentes tipos de arcilla que dan  características propias a cada zona. Los hornos están situados en zonas montañosas donde es más fácil su construcción y cerca de bosques donde recoger leña. También han sido tradicionalmente un hervidero de actividad para los ceramistas jóvenes, que se mudaban a estas ciudades por sus numerosos hornos históricos, escuelas de cerámica y talleres disponibles para alquilar. Hoy en día siguen atrayendo ceramistas de toda la nación. Mapa de la localización de los «Seis hornos antiguos». Cada región tiene su propio estilo característico. Hornos de Tanba Se encuentra transcrito como Tanba o Tamba. Su periodo dorado fue entre los siglos XII y XV y en la actualidad forman parte de los lugares Patrimonio de Japón desde 2017. El Consejo de Promoción del Patrimonio de Japón de los «Seis hornos antiguos», celebra encuentros y trabaja para fortalecer lazos entre las seis regiones.  Este estilo de cerámica es propio de la zona de Hyogo y es denominado «Tanba-Yaki», ha evolucionado mucho desde sus orígenes y actualmente existen varias variantes. Según las últimas investigaciones arqueológicas se cree que se originó en la era Heian. En la ciudad de Kamitachikui se encuentra el horno Noborigama más antiguo de la región, datado en 1895 y está registrado entre los Bienes Culturales Étnicos Tangibles de la Prefectura de Hyogo.  Maceta para bonsái hecha con una técnica semi-primitiva que se usó para darle esta textura áspera. Tuvimos una hace muchos años pero he sido incapaz de encontrarla en el archivo. La fotografía está sacada de Técnicas del Bonsái II, de John Yoshio Naka. Moderna maceta de estilo Tanba-Yaki. Su autor es conocido como Tanma. Aunque podría tratarse de una mala transcripción del mismo horno. Archivo Laos Garden.. Hornos de Echizen En 1948, Fujio Koyama, un famoso estudioso de la cerámica antigua, incluyó la cerámica Echizen en su lista de Seis Hornos Antiguos, y fue designada «Patrimonio de Japón» en 2017. Como en el caso de Tanba, la cerámica Echizen se remonta a finales del período Heian. En aquella época la alfarería producía principalmente artículos de uso cotidiano, como tinajas para agua o cereales, o morteros. Como la zona, en la prefectura de Fukui, está cerca de la costa, los productos fueron entregados por barcos de Kitamae hasta Hokkaido en el norte y la prefectura de Shimane en el sur. Echizen se desarrolló como el distrito productor de cerámica más grande de Hokuriku. La cerámica Echizen fue designada artesanía tradicional nacional en 1986. Las técnicas de producción se han transmitido de generación en generación y muchos alfareros crean ahora nuevos tipos de cerámica Echizen. Copas modernas para sake estilo Echizen-Yaki. Cerámica tradicional de Echizen. Esta cerámica puede ser cocida sin esmalte y las piezas a menudo tampoco están decoradas, lo que da como resultado una textura simple. Cuando se emplean, el esmalte es natural, proviene de la ceniza de leña que cubre y disuelve las piezas mientras se hornean a alta temperatura. Maceta para bonsái de Echizen Bunzan, Ito Kaoru. Medidas: 23 centímetros de diámetro y 10 centímetros de alto. Colección Laos Garden.  Uno de los autores más conocidos de la región de Echizen, dentro de los ceramistas que crean macetas para bonsái, es Ito Kaoru, que firma sus obras con el sello «Bunzan. Para diferenciarlo de otros autores también llamados «Bunzan» añadimos Echizen a su nombre artístico. La arcilla que utiliza son mezcla del afamado barro de Echizen y Shigaraki, creando unas pastas únicas de formulación y producción propia. Se trata de lozas claras, grisáceas, con desgrasantes muy pequeños y oscuros. No utiliza moldes, todas sus macetas son creadas a mano y los esmaltes son realmente originales, coloridos y vistosos. En los últimos años, la mayoría de las macetas que llevan su sello son de sus estudiantes. La primera vez que vimos macetas de este autor, hace más de 15 años, fue en un vivero de Saitama, quedamos sorprendidos con aquellos coloridos esmaltes. Eran un conjunto de pequeñas macetas para mame y shohin. En aquel momento «no se llevaba» poner esmaltes tan llamativos, ni siquiera en macetas de pequeño tamaño. Creo que fuimos los primeros en atrevernos con estas macetas en Europa y hoy en día están muy cotizadas.

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