Pasión por la cerámica XXVI. La transición entre dos mundos: Yoshimura Shuuhou de Yoshimura Toen.
Pasión por la cerámica XXVI. La transición entre dos mundos: Yoshimura Shuuhou del horno Yoshimura Toen. Susumu Kataoka, conocido en el ámbito artístico como Shuuhou, representa la cuarta generación al frente del histórico horno de cerámica de su familia en Tokoname, como ya sabemos, una de las seis antiguas ciudades alfareras de Japón. Su nombre, vinculado ya de forma inseparable a la tradición cerámica de la región, es sinónimo de excelencia y continuidad. Con rigor heredado y una sensibilidad cultivada con los años, Kataoka encarna la segunda generación de su linaje dedicada casi por completo a la creación de cerámica para bonsái, una disciplina que exige no solo maestría técnica, sino una comprensión profunda del equilibrio, el vacío y la forma como lenguajes del alma. Su trayectoria y pericia le valieron el reconocimiento oficial del gobierno nipón, que le otorgó el certificado de maestro artesano, distinción reservada únicamente a aquellos cuya obra no solo preserva la tradición, sino que la proyecta hacia el futuro con dignidad y autenticidad. Susumu Kataoka (Shuuhou) junto a alguno de sus sellos y firmas más empleados. Susumu Kataoka vino al mundo en 1941, cuando la humanidad, aún convaleciente de una tragedia, avanzaba a tientas hacia otra aún más devastadora. Su infancia coincidió con los años más oscuros de la historia contemporánea de Japón: la Segunda Guerra Mundial, una contienda particularmente cruel y despiadada para su país, que acabó reducido a cenizas físicas y morales. Desde muy temprana edad, Susumu se vio obligado a enfrentarse a realidades que ningún niño debería conocer: el estruendo de los bombardeos, el hambre prolongada, la humillación de la derrota y la precariedad de una posguerra que no ofrecía consuelo ni esperanzas inmediatas. Sin embargo, guiado por la figura firme y ejemplar de su padre, Kataoka Yoshimura —un hombre austero, digno y profundamente arraigado a los valores tradicionales—, Susumu logró sortear aquellos años de privaciones y desesperanza. Fue al lado de él que aprendió, no sólo a sobrevivir, sino a asumir responsabilidades de adulto cuando apenas había dejado atrás la niñez. A una edad muy temprana él ya se había hecho cargo del horno familiar. En torno a ese fuego —modesto pero constante— comenzó a reconstruir no sólo su vida, sino también un fragmento del Japón que resistía a desaparecer. Con esfuerzo, voluntad y un sentido innato del deber, Susumu encarnó una forma de heroísmo silencioso: el del hombre que no se resigna, que no se doblega, y que reconstruye a partir de las ruinas, ladrillo a ladrillo, maceta a maceta. El estilo de sus macetas: una manifestación de lo auténtico. Susumu Kataoka goza de un reconocimiento internacional indiscutible por la excelencia técnica y la sutileza estética de sus piezas esmaltadas, las cuales constituyen el núcleo más visible y celebrado de su producción artística. Sin embargo, dentro de su corpus creativo existen obras no esmaltadas que, por su extrema rareza y limitada circulación en el mercado, adquieren un carácter casi de coleccionista. Estas piezas, desprovistas de cualquier revestimiento superficial, permiten apreciar con mayor claridad la pureza formal, el rigor constructivo y la intención expresiva del autor en estado esencial. Maceta para bonsái ovalada sin esmaltar por el maestro Yoshimura Shuuhou. Las pastas empleadas en estas piezas son grisáceas, tras la cocción adquieren gran dureza. Reciben el nombre de «Haiiro no doro» o barro gris. (SHOUWA-DEI). El acabado es rugoso o ARA-DEI. Medidas: 34,5 x 27,8 x 11,8 cm. Colección Laos Garden. Si deseas profundizar en las características de estas arcillas y los distintos formatos de maceta, te invitamos a consultar los siguientes artículos: Las pastas en las macetas de bonsái (1ª parte) Las pastas en las macetas de bonsái (2ª parte) Las pastas en las macetas de bonsái (3ª parte) Algo más frecuentes son estas piezas igualmente sin esmaltar estilo nanban. De pastas rugosas oscuras y gruesos desgrasantes, esas obras son muy buscadas últimamente para coníferas es estilo literati o bunjin. Medidas: 38,5 x 4,3 cm Yoshimura Shuuhou. Colección Laos Garden. Llegó a realizar piezas de más de 80 cm de largo, sin embargo, dentro del catálogo del maestro resulta particularmente complicado encontrar macetas de pequeño tamaño, ya que la mayoría de las obras que se cultivan y comercializan corresponden a tamaños como el chumono y el omono, los cuales son mucho más habituales. Estas dimensiones, de mayor envergadura, han eclipsado a las piezas de menor formato, convirtiéndolas en una rareza dentro del mercado especializado y como he apuntado, objeto de deseo de los coleccionistas. Pequeña maceta de Yoshimura Shuuhou sin esmaltar. Con forma de tambor, labio abierto y botonado en base y labio. Medidas: 8,8 x 3,5 cm. Colección Laos Garden. Para saber más sobre los tamaños en las macetas de bonsái. Esmaltes: La evolución palpable en una estirpe de ceramistas. Durante los años en que cursaba mis estudios en la UAM, tuve la fortuna de poder optar por algunas asignaturas de libre configuración. La mayoría de ellas estaban orientadas hacia la arqueología, campo en el que decidí especializarme, pues tenía bien claro el rumbo profesional al que quería encaminarme. Sin embargo, para equilibrar la «densidad» de tanta historia y arqueología, elegí, en algunos momentos, asignaturas relacionadas con el arte. Una de las que más aprecié se centraba en la pintura decimonónica, o pintura del siglo XIX, disciplina que me permitió explorar una faceta distinta, pero igualmente enriquecedora, de la expresión humana a través del tiempo. Gracias a esta asignatura, tuve la oportunidad de apreciar la evolución que transcurre entre la pintura del neoclasicismo, caracterizada por sus formas puras y austeras, claramente influenciadas por la escultura grecorromana, y el romanticismo del siglo XIX, un movimiento que pone énfasis en la espiritualidad, la imaginación, la fantasía y el sentimiento. En este periodo, la pintura se desvincula de la razón estricta y abraza lo irracional, lo onírico y lo misterioso, lo que se traduce en una fascinación por el ocultismo, la locura y el sueño. Este enfoque, a su vez, prepara el terreno para las corrientes posteriores, como el realismo, que se