Akira Shouzan
Recorrer una de las rutas de la cerámica en Tokoname es asomarse a la historia viva de la ciudad. Sus callejuelas, estrechas y llenas de carácter, serpentean entre muros de ladrillo rojo, antiguas vasijas, fragmentos de cerámica y altas chimeneas que aún conservan el eco del fuego. En cada rincón se perciben huellas del pasado, integradas con naturalidad en el paisaje urbano de una ciudad que honra con orgullo su tradición. El Museo de la Cerámica Local y los antiguos hornos noborigama evocan, paso a paso, la esencia de un arte que aquí no solo se trabaja: se hereda.




Entre esos vestigios del pasado se ocultan pequeños talleres que, contra todo pronóstico, siguen vivos en un mundo que parece avanzar con demasiada prisa. Confieso que Akira Shouzan es uno de mis favoritos, pues conserva intacta la esencia de los antiguos talleres de principios del siglo XX. El horno Akira Shouzan 章(あきら)章山 es uno de ellos. Fundado por Watanabe Akira 渡辺 章, este espacio modesto en dimensiones ha alcanzado un prestigio que trasciende fronteras. Sus macetas sin esmaltar, de líneas contenidas y belleza serena, son altamente valoradas por coleccionistas y amantes del bonsái en todo el mundo. Actualmente, el horno está a cargo de su hijo, Watanabe Fumikazu —conocido como Jukousan—, junto a su esposa Machiko Akira. Ambos serán protagonistas de nuestro próximo artículo en Pasión por la cerámica.


Entrada a Akira Shouzan, no podía faltar el maneki neko


La tienda es un verdadero deleite para los sentidos: cerámica para bonsái, utensilios para el té y piezas para el uso cotidiano, todo dispuesto con esmero y una iluminación que realza cada detalle. El espacio, además, está impregnado de historia y reconocimiento. Premios y distinciones obtenidos por Jukousan y su padre se exhiben con orgullo, compartiendo estanterías y paredes con cerámicas, pinturas, recortes de prensa y recuerdos que cuentan la trayectoria de una pasión heredada. Ambos fueron distinguidos con el título de maestro artesano
Watanabe Akira
En torno a los integrantes del horno Akira Shouzan existe una notable controversia. Las dudas no solo giran en torno a la transcripción de sus nombres o a la interpretación de sus sellos, sino también a su propia identidad. En ocasiones, se llega incluso a afirmar que se trata de un único autor o se confunden con ceramistas de Shouzan Kaneshou, otra casa de Tokoname que, aunque comparte el prestigio y la tradición alfarera de la región, no guarda relación alguna con Akira Shouzan. Este tipo de errores, sorprendentemente comunes, pueden encontrarse incluso en los comercios de más renombre especializados en bonsái, tanto españoles como del resto de Europa.
La transcripción de los nombres vinculados al horno Akira Shouzan ha generado no pocos equívocos. Aunque el nombre suele transcribirse como Shouzan, es frecuente encontrarlo escrito de múltiples formas: Katsuyama, Katuyawa, Touzan, entre otras variantes que poco o nada tienen que ver con el sello original. A ello se suman errores de identificación más graves, como atribuir piezas a Shouzan Akira cuando, en realidad, pertenecen a otros autores, como Shizan o el ya mencionado Shouzan Kaneshou. Estos dos últimos, también procedentes de Tokoname, comparten el carácter 章 (shou) en sus sellos, lo que ha contribuido a las confusiones. Sin embargo, no existe vínculo alguno —ni familiar ni artístico— entre ellos y el taller Akira Shouzan.
Aunque todos estos hornos comparten una notable calidad en su producción, sus estilos, técnicas de cocción y acabados presentan diferencias claras. Con algo de experiencia, estas variaciones pueden distinguirse con relativa facilidad. Aun así, las atribuciones erróneas siguen siendo frecuentes, como digo, incluso en comercios especializados y casas de subastas de renombre.
Para quienes deseen identificar con mayor certeza una pieza auténtica de Akira Shouzan, el sello es un elemento clave. Las obras más tempranas suelen presentar el kanji 章山 (Shouzan), grabado o estampado con cierta profundidad y un trazo firme. En piezas más recientes —particularmente las realizadas por Watanabe Fumikazu, conocido como Jukousan— puede encontrarse una combinación de sellos: el nombre artístico, caracteres estilizados e incluso firmas personales.

En el libro Técnicas del bonsái de John Naka —una obra que, como he mencionado en otras ocasiones, considero un referente imprescindible tanto para mí como para miles de aficionados en todo el mundo— aparece un par de macetas. en este caso (figura 683) que el autor atribuye a Watanabe Akira. Naka, cuya autoridad en la materia sigue siendo indiscutible, señala que estas piezas son ideales para pinos y menciona que el sello empleado incluye el sobrenombre «Sho-zan».


Una maceta del mismo modelo, esta vez moldeada por su hijo, Jukousan.
Dimensiones: 47 × 38 × 18 cm. Colección Laos Garden.

Sin embargo, en la figura 682 del mismo libro, aparece una maceta que John Naka atribuye a Watanabe Akira, aunque el sello que muestra corresponde, por lo general, a Watanabe Fumikazu. De hecho, el propio Naka indica que en dicho sello puede leerse «Jukozan», nombre artístico utilizado por el hijo.


La confusión se acentúa porque, como vemos, durante un tiempo, Jukousan utilizó los sellos de su padre antes de establecer los suyos propios. Su talento precoz y la calidad de su trabajo hacen que, incluso para coleccionistas experimentados, no siempre sea fácil distinguir las piezas de uno u otro. Sin embargo, es importante señalar que se trata de dos autores distintos. Watanabe Akira no solo existió: nos dejó obras exquisitas, como un tazón que tuvimos el privilegio de adquirir. Según confirmó el propio Jukousan, fue realizado por su padre hacia los años 70.
Hoy, más de medio siglo después, esa pieza sigue en uso y ha encontrado un nuevo hogar: acompaña cada mañana los desayunos de nuestro fotógrafo Antonio Richardo, en su casa de Madrid. Una humilde pero viva muestra del legado que aún perdura en las manos y los rituales cotidianos.


Un recorrido por las macetas para bonsái de Watanabe Akira
Concluimos este artículo con una muestra del talento de este ceramista, cuya maestría supo transmitir con sensibilidad y rigor a su hijo y a su nuera. Entre sus obras destacan especialmente las macetas sin esmaltar, donde cada detalle ha sido cuidadosamente trabajado, reflejo de una tradición que vive en el gesto preciso y en la belleza serena de lo simple.



Espectacular maceta del maestro Watanabe Akira con decoración incisa de un pino, con medidas: 31,5 x 23,5 cm. Colección Laos Garden


Elegante maceta de pastas claras fabricada por Watanabe Akira con dimensiones 39,5 x 15,5 cm. Colección Laos Garden






Dos ejemplos de macetas con pastas rojizas del maestro Watanabe, en el primer ejemplo con unas destacables y delicadas patas de nube (komo-ashi). Ambas pertenecientes a la colección Laos Garden.
Si deseas profundizar en las características de estas arcillas te invitamos a consultar los siguientes artículos:


Dos macetas «Akira Shouzan» de dimensiones reducidas: 15,5 x 5,5 y 9,4 x 3,4 cm respectivamente. Las macetas para shohin y mame de este desaparecido artesano son muy buscadas y cotizadas por aficionados y coleccionistas. Colección Laos Garden.
Para saber más sobre los tamaños en las macetas de bonsái.


Igualmente son relativamente poco frecuentes sus trabajos esmaltados. En este ejemplo vemos una formal maceta rectangular con elegante esmalte azul y una zona destacada en gris plata. Medidas: 29 x 25 x 7,6 cm. Colección Laos Garden.


Para cerrar, presentamos un nuevo ejemplo que pone de relieve la estrecha afinidad entre los trabajos y las pastas utilizadas por padre e hijo. A la izquierda (o en la parte superior), una maceta de Watanabe Akira, de 34,5 × 10,2 cm; a la derecha (o en la parte inferior), una pieza de su hijo, de 32 × 7,8 cm. Ambas forman parte de la colección Laos Garden.


Macetas de la casa Akira Shouzan en Laos Garden 2017
Créditos:
Técnicas del bonsái. John Naka.
Tokoname.or.jp.
Archivo Laos Garden.
Fotos Japón: Antonio Richardo.