Pasión por la cerámica XVII.
Introducción a las macetas chinas llegadas a Japón.
Tal como explicamos en el artículo sobre el origen de la cerámica en Japón, las influencias externas comenzaron a llegar a las islas en épocas muy tempranas. Ya durante el período Yayoi (400 a.C. – 300 d.C.), los intercambios con el sudeste del continente asiático eran habituales, en particular con las regiones costeras de lo que hoy conocemos como China y Corea.
La llegada de los europeos —primero los portugueses en 1543 y luego los españoles hacia 1600— marcó el inicio de un intenso intercambio cultural. A esta primera oleada siguió una segunda etapa con la llegada de los holandeses en 1609 y, en menor medida, de los ingleses en 1613. Este contacto, sin embargo, no siempre fue bien recibido por los habitantes de las islas, quienes vieron alteradas sus costumbres y formas de vida.

El encuentro entre dos mundos
Desde al menos el siglo XII, barcos japoneses dedicados a la piratería —conocidos como wokou— asolaron las costas de China y Corea. Esta amenaza llevó al emperador chino a restringir el comercio marítimo durante décadas, situación que los portugueses aprovecharon para convertirse en intermediarios comerciales.
Por otro lado, el primer contacto directo entre Japón y los portugueses, en el siglo XVI, resultó crucial para los japoneses, quienes se encontraban inmersos en un largo periodo de conflictos internos conocido como período Sengoku. Las armas de fuego que los portugueses introdujeron fueron rápidamente replicadas por los artesanos japoneses y utilizadas por líderes militares como el daimyo Oda Nobunaga, quien empleó estas nuevas tecnologías para consolidar su poder y transformar el panorama político del país.



El turbulento período Sengoku y la llegada de los primeros europeos a Japón han encontrado un eco fascinante tanto en la literatura como en el cine. Un ejemplo reciente es el remake de la mítica serie Shōgun, basada en la novela de James Clavell. La versión original de 1980, protagonizada de forma memorable por Richard Chamberlain, me llenaba de emoción cuando era niño. La nueva adaptación, estrenada en 2024 y encabezada por el magnífico Hiroyuki Sanada, resulta quizá más fiel al espíritu de la novela y ofrece una mirada renovada y vibrante.
Otro ejemplo destacable es la serie documental La Edad de Oro de los Samuráis, lanzada en febrero de 2021, que narra con rigor y detalle esos primeros encuentros entre Japón y Occidente.
Rechazo a lo foráneo
Tras los primeros encuentros con los europeos, Japón se enfrentó a nuevos desafíos: la expansión de la fe cristiana y la posibilidad de que futuras llegadas extranjeras pusieran en riesgo el poder de los señores feudales que gobernaban las islas. Aprovechando su carácter insular, el país decidió cerrar sus puertos y fronteras, adoptando una política claramente aislacionista.
A medida que crecía la desconfianza de los líderes militares hacia los extranjeros y se intensificaba el temor a la difusión del cristianismo, el shogunato Tokugawa decidió, en 1639, expulsar oficialmente a todos los europeos. Desde entonces, los contactos con el exterior quedaron severamente limitados y sometidos a un estricto control por parte del régimen Tokugawa.

A esta postura de aislamiento se la conoce como sakoku (鎖国), que significa literalmente “país encadenado”, un término que comenzó a utilizarse recién en el siglo XIX.
En medio de este prolongado aislamiento y la profunda desconfianza hacia el extranjero, resulta natural imaginar que los objetos provenientes de fuera de Japón eran sumamente escasos.
No obstante, durante el periodo sakoku, el cierre del país no fue absoluto. Se mantuvieron algunos vínculos limitados con naciones extranjeras:
En la isla de Tsushima se desarrollaba el comercio con el reino de Chosen, en lo que hoy conocemos como Corea.
Las islas Ryukyu, bajo el dominio del clan Shimazu, permitían la llegada de embarcaciones chinas de la dinastía Ming.
Por último, el intercambio con los Países Bajos se realizaba desde un pequeño islote llamado Dejima, ubicado en la bahía de Nagasaki.
...y nuevamente la puerta abierta hacia el mundo
Este sistema se sostuvo con ciertas oscilaciones hasta 1853, cuando el comodoro estadounidense Matthew Perry arribó a la bahía de Tokio, entonces vedada a los extranjeros. Su poderosa escuadra de buques de guerra a vapor, enarbolando la bandera de Estados Unidos, llegó con la exigencia de abrir el comercio y obligó a la firma de lo que más tarde se conocería como el Tratado de Kanagawa.


En 1868, la Revolución Meiji marcó un hito decisivo en la historia de Japón. El emperador recuperó su autoridad y promovió una serie de reformas destinadas a modernizar la sociedad japonesa, inspirándose en el modelo de la Prusia liberal bajo Guillermo I. Así, Japón inició un proceso de occidentalización y transformación que, en poco tiempo, lo catapultó a la condición de potencia económica mundial.
La llegada de productos a Japón
Para comenzar, presentaremos una lista de los nombres asignados a los productos que arribaron a Japón, clasificados según su época de llegada. Entre estos productos, que incluyen las cerámicas chinas elaboradas en hornos tradicionales, se emplean distintos términos para referirse a ellos, dependiendo del momento en que fueron introducidos al país.
Ookowatari: (大 古渡) Significa importación muy antigua. Son productos importados hasta el 1500.
Kowatari: Se puede traducir como cruce antiguo. Entre la variedad de productos que llegan a Japón en este periodo se encuentran las macetas para plantas. Se llama Kowatari a las macetas que arriban antes de 1800.


Maceta china kowatari sin sello. Agujeros de drenaje de luna llena o «mangetsu-gata». Medidas: 45,5 x 32,4 x 17 cm. Colección Laos Garden.
Nakawatari: Cruce medio. Las macetas llegadas entre 1800 y1911 se denominan con este término. Para John Yoshio Naka, este período comprendería la Era Meiji (1869-1911).


Curiosa maceta china nakawatari. Patas con sección triangular en la base. Medidas: 40 x 27,5 x 16,8 cm. Colección Laos Garden.
Shinwatari o Shinto: Cruce nuevo. Macetas llegadas entre 1911 y 1940. John Yoshio Naka, amplia el periodo hasta 1945.


Elegante maceta china ovalada shinwatari. Medidas: 42,4 x 28 x 14 cm. Colección Laos Garden.
Shin-Shin-A o Shin-shin-to: Las macetas chinas exportadas a Japón tras la Segunda Guerra Mundial (1945) son denominadas «Shin-Shin-A» o de nuevo envío. 1945 – 1966.


Maceta china Shin-shi-na, rectangular, con doble banda en el cuerpo o futa-suji. Medidas: 45 x 32,5 x 9 cm. Colección Laos Garden.
Revolución cultural china: 1966- 1976.


Maceta china de la casa Shungadou con detalladas patas de nube. Medidas: 34 x 35 x 8,7 cm. Colección Laos Garden.


Moderna maceta china en forma de flor de membrillo o mokko-gata, con elegantes patas de nube. De la casa Shiwan Xenji. Medidas: 31 x 26,7 x 8,2 cm. Colección Laos Garden.
La mayoría de las fuentes coinciden en considerar contemporáneas las macetas producidas después de la Revolución Cultural China, es decir, desde 1976 hasta la actualidad. No obstante, también se incluyen dentro de esta categoría las etapas correspondientes a la propia Revolución Cultural, así como los períodos Shin-shin.a y Shinwatari. Asimismo, hemos observado que las macetas introducidas en Japón a partir de 1990 reciben el nombre de Heisei watari.
Esperamos que este artículo haya sido de su interés y contribuya a una mejor comprensión de las macetas Kowatari, Nakawatari y Shinwatari, cuyo conocimiento aún resulta limitado.
Créditos:
Fotos de dominio público y colección Laos Garden.
Wikipedia.
Técnicas del Bonsái. John Yoshio Naka
[…] el anterior artículo de Pasión por la Cerámica tratábamos de como el aislacionismo de Japón hizo que productos provenientes del exterior fuesen escasos y se identificasen con diferentes […]